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"Columna"

"La Fórmula de la Felicidad: ¿Para qué sirven las matemáticas?"

"El coach Óscar García Osuna invita a reflexionar sobre la emociones"
LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
15/02/2019

Con frecuencia, en mi caminar por los pasillos de la universidad,me encuentro con alumnos que desesperados me preguntan: “¿por qué tengo que estudiar algo que no me gusta? ¿Usted no odia las matemáticas?”.

Pero más retador es cuando esta pregunta la hacen los padres de familia, alterados porque su hijo no aprende, señalando que es consecuencia de que no le enseñamos correctamente. ¿Cómo explicarles que el rechazo a una materia inicia desde los primeros años de formación de sus hijos?

Es un hecho que, si el alumno experimenta miedo, en algún lado empezó a temer o alterar de forma negativa sus emociones en el proceso de enseñanza y aprendizaje de esta ciencia exacta. Estoy seguro de que ustedes mismos podrán contar mil historias de terror al respecto y que cada uno hablamos de acuerdo a cómo nos va en la feria.

El día de ayer, atendí a un padre muy molesto porque en la escuela donde estudió su hijo desde preescolar hasta secundaria, le dijeron que estaban asustados de cómo en menos de seis meses su hijo había dejado de escribir bonito y ahora escribía muy feo, y pues la “culpa” era del lugar donde ahora cursa su preparatoria. Agradezco al gran aprendizaje para no engancharme emocionalmente ante estas retadoras situaciones, así que llamando de urgencia a la calma, le pedí al padre que hiciera una profunda reflexión: en la otra escuela, su hijo había permanecido 11 años, los cuales no les alcanzaron a sus formadores para asegurar los hábitos de escritura. Mi madre me repetía: “lo que bien se aprende no se olvida”. ¿Cómo justificarse de una manera tan absurda?

Regreso al sentimiento que ocasiona la enseñanza de las matemáticas y tenemos muchas historias qué contar:

En un estudio de la Universidad de Sevilla, se investigó la importancia del papel de los padres en la formación de sus hijos en todas las etapas de su vida, resultando innegable y, en el caso del desarrollo del pensamiento matemático, mucho más, ¿pero cómo puedo enseñar matemáticas si no sé, si no me siento capaz? Es ahí donde transmito ese “no gusto” por una asignatura donde no me siento competente como padre para acompañar en las tareas a mi hijo. Pero además, busco siempre “culpar al profesor” de las deficiencias de aprendizaje de mi hijo.

Ese mismo estudio muestra que cuando el ambiente en el que se forman los niños existe un interés y gusto sobre alguna asignatura, influye positivamente en la competencias y aptitudes. Presenta una fuerte recomendación a que los padres incluyan en sus conversaciones familiares algunos aspectos de la forma como las matemáticas les ayudan en sus actividades en el hogar o en el trabajo. Cuando el niño descubre los beneficios y las bondades del mundo de la ciencia exacta ya no conflictúa con su aprendizaje, sino que lo disfruta.

Te harán mucho sentido las frases siguientes: “Yo de matemáticas no sé, pregúntale a tu papá”. “A mí eso ya se me olvidó, mejor conseguimos un profesor que te apoyé”. “Nunca fui bueno para matemáticas por eso no conseguí un mejor trabajo. Tú sí tienes que estudiar mucho por tu bien”. ¿Y con todo eso queremos que amen las matemáticas nuestros hijos? Nuevamente es mejor responsabilizar a la escuela de los retos de aprendizaje.

Te puedes imaginar, si desde los primeros pasos del bebé reforzamos la importancia de las matemáticas con pequeños grandes detalles, como por ejemplo, si empezamos a generar conversaciones donde el semáforo son círculos, las ventanas de las casas son cuadradas o rectangulares, la pelota es una esfera. Conversar nos proporcionará mejores habilidades para el uso del lenguaje, hasta los aprendizajes abstractos.

¿Por qué iniciar desde casa? Por la gran preocupacienón que existe para mejorar estas asignaturas, las poco demandadas carreras ingenieriles, ya que el alumno evita enfrentarse con el grado de dificultad de los retos matemáticos. Mientras tanto, México sigue “rankeado” en los lugares menos significativos de la prueba PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes).

Te preguntarás, ¿por qué este tema en La Fórmula de la Felicidad? Por el alto nivel de frustración que ocasiona en los estudiantes el no decidirse por los que les gusta, sino que deciden evitando ciertas materias que les generan un reto y prefieren el camino más fácil, bajo la permisividad de los padres.

Te invito a acompañar a tu hijo en los procesos de decisión, pero que no permitas que su selección sea para no salir de su zona de confort. A la larga, eso no construye la mejor versión de los seres que más amamos.

Te invito a seguirme en mi página Oscar Garcia Coach.

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