"La novela gráfica se abre paso en México"
MÉXICO (UNIV)._ Las aventuras que vive el temerario Ulises, la imaginación desbordada de Alicia en el mítico País de las Maravillas, las reflexiones y descubrimientos de El Principito o las batallas de esa ballena blanca llamada Moby Dick se dejan leer distinto cuando la historia se acompaña de imágenes a todo color.
Esas historias y otras tantas como En busca del tiempo perdido, la saga del escritor Marcel Proust, obras clásicas de la literatura universal, han comenzado a ser contadas con imágenes que acompañan las palabras, a través de un joven género literario conocido como novela gráfica o bande desinée.
Aunque la novela gráfica en México aún no goza de tanta popularidad como en Francia, Bélgica o España, ha comenzado a conquistar lectores y a ganar espacio en las librerías.
En menos de tres años, ese género literario ha despertado el interés de los editores, que no sólo han importado novelas de otros países, sino que también han emprendido la publicación de historias 100 por ciento mexicanas, escritas e ilustradas por creadores nacionales con el fin de atrapar a los lectores jóvenes o para incentivar la lectura de esos grandes clásicos.
El de la novela gráfica en México es aún un camino azaroso y de producción costosa. Los primeros en transitar por ese género fueron los editores de Sexto Piso, que a la fecha lleva cinco libros publicados y en 2011 tiene planeado editar otros cinco volúmenes, de los cuales dos son totalmente mexicanos.
Pero no son los únicos. Editoriales como Océano, Alfaguara, Altea, Jus, Turner y El Colegio de México se han dejado seducir por estos libros de gran formato y en pasta dura, ediciones de lujo a cuatro tintas, con papel de alta calidad y una impresión de primera.
A mediados del año pasado, Jus emprendió un proyecto ambicioso: abrir una línea de libros gráficos, como otras editoriales, y lanzar el Primer Premio Nacional de Novela Gráfica, dirigido a escritores e ilustradores mexicanos. También El Colegio de México aceptó participar en la publicación de seis novelas gráficas que cuentan su clásico Historia mínima de México.
Historia sin fin de la novela gráfica
Diego Rabasa, editor de Sexto Piso, la editorial independiente que ha lanzado al mercado En busca del tiempo perdido, Ulises y Moby Dick, asegura que en México la novela gráfica no goza de tanta popularidad en el mundo editorial como en España o en países en los que tiene una tradición muy añeja como es el caso de Francia o Bélgica.
"Es un género que fascina a escritores de altísima talla como Salman Rushdie o Michel Onfray en el extranjero, y Juan Villoro, Paco Ignacio Taibo II o Sergio González Rodríguez en México. Creo que el error está en pensar que una novela gráfica es un género sustituto que nace como respuesta a la creciente demanda de fuentes de entretenimiento visuales", señala Rabasa.
No tiene duda del valor de la novela gráfica y para los puristas que pudieran cuestionarla dice: "Es un género independiente que tiene valores propios. Me parece tan absurdo como entrar en un debate de qué género es más puro o más valioso si la poesía o la novela".
Para Daniel Goldin, editor de Océano Travesía, la novela gráfica es resultado del refinamiento del cómic que fundamentalmente estaba pensado como un género editorial para lectores precarios, una literatura barata de consumo, impresa en papel periódico que era del tipo de "léase y tírese".
"La novela gráfica proviene del refinamiento de esta propuesta editorial del cómic, algunos artistas sintieron que había posibilidades muchísimo más altas y las quisieron explotar, principalmente en Francia con el bande desinée, en Bélgica y Estados Unidos, entonces se empezó a desarrollar un tipo de literatura que ya no estaba destinada a lectores precarios, sino que buscaba un público más refinado", señala Goldin.
PROBLEMA A VENCER
Aunque la recepción de la novela gráfica en el mercado editorial ha sido muy buena, Diego Rabasa reconoce que todavía no existe una cultura dentro de las librerías que le otorgue el lugar en términos de espacio y de exhibición que debe tener la novela gráfica.