"Solamente quiero alimento para mis hijas: madre comerciante"

"Maribel, madre de dos adolescentes, es parte del grupo de vendedores que acude a manifestarse al Palacio de Gobierno, para pedir que les permitan trabajar o les den algún apoyo"

En la pancarta que lleva Maribel puede leerse "Necesitamos de trabajo para comer". El cubrebocas que promete protegerle de contagiarse de coronavirus cambia de lugar conforme ella va alzando la voz, como abriendo paso a las consignas que emanan de sus labios.

La comerciante de 48 años de edad forma parte de un grupo de 30 personas que se manifestó en la explanada del edificio que resguarda al Poder Ejecutivo sinaloense.

Ya avanzada la intervención, la voz de Maribel obliga a los presentes a admirarla, a escucharla y a comprenderla.

"Señor Gobernador, ¿dónde está? Dónde está ese Gobernador por el que votamos y que dijo que iba a resolver nuestros problemas", grita, dirigiendo sus ojos a un cielo sin nubes de un martes por la mañana.

Maribel es madre soltera. Tiene a su cargo a dos hijas ya adolescentes: Danna, de 14 años, y Érika, de 15.

"Mis hijas dependen de mi economía... es muy triste", se lamenta.

Para ella, la pandemia trajo consigo el impedimento de disponer de las tres comidas al día en su hogar. Trabaja como comerciante en distintos tianguis de la ciudad de Culiacán, pero acatando las instrucciones de la autoridad municipal cesó su labor hace más de un mes.

"Hoy tengo mes y medio casi sin comer, vivo de lo que me dan y no me gusta... no me gusta porque está pisoteando mi orgullo", comenta.

"Todos mis compañeros me conocen y me ayudan. Es injusto esto que estamos viviendo, nos prometieron un crédito y todavía lo estamos esperando".

De acuerdo a los manifestantes, la Secretaría de Desarrollo Económico les solicitó datos y documentos personales con la promesa de entregarles un préstamo de 25 mil pesos. Llegado el plazo que la Sedeco fijó se les informó a los comerciantes que no hay recursos para dicho crédito.

"Yo no quiero vivir de la limosna, tampoco queremos hacer desastre, solamente queremos alimento para nuestras familias", dice Maribel.

Al fondo de su discurso, el coro de sus compañeros resuena en los pasillos vacíos del Palacio de Gobierno.

"No me gusta hacer este tipo de cosas y mucho menos llorar por esto", admite.

 

¿En qué tianguis trabaja?

En todos.

 

Recuerda que hace ya tres años, viéndose abandonada por su pareja, comenzó a vender despensa en el tianguis de Los Huizaches. Esa tarea le ofreció la seguridad de solventar alimento y servicios para ella y sus hijas hasta hace dos meses.

"Me estoy haciendo loca en mi casa porque pienso ¿hoy qué voy a darles?", dice.

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