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"Día de las Madres"

"Todo pasa por algo y a lo que sigue: Rita Correa"

"La fundadora de Padres y Compadres, habla del accidente de su hija más pequeña, en el que tiene su proyecto de vida"

MAZATLÁN.-  Se dice que las mujeres tienen un sexto sentido, que se agudiza en las que son mamás, y Rita Correa, durante un tiempo, tuvo un sueño recurrente: que a uno de sus hijos le iba a pasar algo.

“Muy poco lo digo, pero a mí, meses atrás (del accidente de su hija menor, Ana Rita), en sueños, se me dijo que algo le iba a pasar a uno de mis hijos; yo no sabía a quién”, revela Rita.

Fue a sus 5 años de edad, cuando la inquieta y exploradora Ana Rita cayó a una alberca, donde permaneció sumergida y, como resultado, tuvo daño cerebral por falta de oxígeno.

“Ya cuando pasó lo de Annie, lo único que dije a Dios fue, ‘me lo dijiste. Dime ahora qué voy a hacer. Guíame porque esto debe de tener un por qué y un para qué’”, relata con fortaleza.

Lo que siguió fue el recorrido que la mayoría de los padres hacen cuando viven una situación así. Rita estuvo en Guadalajara, donde no conocía a nadie, por un mes con su hija en estado vegetativo.

Luego regresó buscando rehabilitar a Ana Rita, la cual encontró en el DIF Mazatlán, donde le dijeron que sí cuando pidió apoyo y le daban oportunidad todos los días para que ella diera la terapia a su hija.

“Yo la movilizaba, la paraba. Ya traía todo eso, de que tenía que enseñarme porque ahí son 20 minutos y todo el otro tiempo, lo tenía que hacer en casa”, comparte.

 

Surge Padres y Compadres

También conoció a Ana Lucía Fajardo y Silvia Bribiesca, quien venía de Guadalajara a terapia, y con ellas dos, comenzó a gestarse lo que es Padres y Compadres, asociación que ya tiene 25 años en Mazatlán.

En noviembre de 1992, asistieron a un congreso internacional sobre organizaciones, que se realizó en Cerritos, pues para entonces, ella ya tenía como tres años ocupándose de Ana Rita con sus terapias.

“Silvia nos dijo que había que ir para que nos dijeran cómo le podemos hacer para organizarnos, buscar a la gente. Fuimos y había gente internacional. Ahí conocimos a nuestro ‘compadre’ ciego, Raúl Hernández”, recuerda sonriente.

“Como él no veía, cuando llegaba al salón decía, ‘las comadres de Mazatlán, ¿dónde están? No las veo’, pues no veía y teníamos que gritarle, ‘¡por acá!’ Ya con el sonido, nos localizaba y se sentaba”.

Comenzaron a buscar recursos, hacer el acta constitutiva, a buscar en el DIF personas que quisieran sumarse a su labor y así fue que integraron la asociación, que es un ejemplo de crecimiento y logros.

 

En palabras de una hija

Carolina Hernández Correa, hija de Rita, quien le ayuda en la asociación, comparte la experiencia de una hermana con discapacidad y cómo tocó a su vida.

“Nosotros, como hijos, porque tenemos un hermano mayor, Álvaro, fuimos muy independientes porque estuvimos desde muy pequeñitos en este andar, sabíamos que se enfocaban a Annie y lo comprendíamos”, explica Carolina.

“Gracias a Dios, nunca nos faltaron la tía que nos cuidaba, la abuelita, la comadre o alguien que siempre hizo esta parte. Nosotros entendimos y siempre fuimos como hijos maduros que ella era lo importante en ese momento”.

 

¿Alguna vez te sentiste desplazada por tu hermana?

“No. Jamás. Es normal, a veces, como hijos, decir por qué a él y yo no. Pero obviamente, en el proceso, se entendía que ella necesitaba más”, reconoce Carolina.

“Recuerdo que mi mamá o mi papá salían a algo, nosotros nos quedábamos a cuidarla de chiquitos, yo le cambiaba el pañal, dormía con ella y, aunque le llevo un año, soy como una figura materna para Annie”.

Agrega que desde temprana edad, quiso estudiar Pedagogía o Psicología, decidiéndose por la segunda aunque de entrada no quería tener nada que ver con la asociación, pero maduró la idea y ahora colabora en ella.

“Mi mamá ya tiene 25 años en la asociación y en algunos años va a estar más cansada y este sueño no queremos que termine donde ella lo deje, queremos que continúe y sigamos la familia de donde nació, considera.

“Mi mamá es un ejemplo, lo digo a nivel personal, pero a nivel local, es una figura en Mazatlán. Obviamente, estoy muy orgullosa de todo lo que ella ha hecho. Ver que nunca se cansó a pesar de tantas tempestades”.

Y aunque ha salido adelante de todas esas tempestades en todos los ámbitos, Rita afirma que ella no cambiaría nada de la vida que le ha tocado, pues se siente satisfecha.

“No cambiaría nada. Yo me siento tan satisfecha de que a pesar de que fue un accidente y nos cambió la vida, tuvo un por qué y encontré, en lo personal, mi proyecto de vida”, puntualiza.

 

“Cuando tienes hijos maduros y responsables, eso te ayuda mucho. De mis hijos, he aprendido el amor que le tienen a su hermana y es por ella que seguimos aquí”.

Rita Correa

Presidenta de Padres y Compadres

 

HIJOS

Carolina, 34 años; Ana Rita, 33 años; Álvaro Hernández Correa, 39 años.

 

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