"Trabajar censando en medio de una pandemia, historia de una culiacanense"

"Una ex trabajadora del INEGI en el censo que acaba de finalizar, relata la experiencia de trabajar con miedo y bajo protesta, por el Covid-19"

CULIACÁN._ Trabajar en campo para el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, en contacto directo con las personas y en el marco de una emergencia sanitaria, hizo que Nidia, así como el equipo en el que trabajaba sintieran temor, el cual se acrecentó con la posibilidad de perder su empleo si se quejaban por la situación, en el censo poblacional 2020, el cual terminó la semana pasada.

“No retiraron de campo a las personas con enfermedades respiratorias, no retiraron a las personas con diabetes, ni a las personas mayores de 60 años”, destacó, por esta y más acciones el grupo decidió trabajar bajo protesta, desde la segunda semana del operativo y lo hicieron de manera particular, pues no se tomaban medidas para proteger al personal del censo.

Pasado el censo, tiene miedo que ahora que el contrato ya se terminó comience a presentar síntomas y que ya no está respaldada por ninguna institución de salud, en el contrato no se hicieron extensivos los servicios médicos, sabiendo que los estaban exponiendo.

Del 3 de marzo al 27 de marzo, Nidia, joven de Culicán, fue supervisora de un grupo de cinco encuestadores y encuestadoras en el Censo 2020 de INEGI, antes, explicó, también se acudió a campo y después estaba programado que pasara otro equipo a hacer la verificación, pero se pauso por decisión federal ante el coronavirus.

“Nada más nos decían que si alguien ya no quería ir era comprensible, pero iba a tener que firmar su renuncia, es decir, no te iban a pagar, se decía eso”, expuso la joven.

“También te decían que renunciaras en lugar de protegerte y comprender que se trataba de una contingencia de salud, hacían presión para seguir presentándote así, cuando en realidad una persona que tiene contrato para trabajar en campo, necesita ese dinero”, agregó, de ahí que no se atrevieran a renunciar.

Esa no fue la única condición irregular, la supervisora dijo que desconoce si en otros estados era igual, pero ella supo que había grupos a los que estaban presionando para que trabajaron más de 10 horas diarias, durante más de 25 días consecutivos, sin descansar, para terminar antes, por el mismo riesgo del coronavirus.

Medidas 'especiales'

De acuerdo con Nidia, INEGI lo que hizo fue realizar un depósito de 200 pesos para que compraran indumentaria necesaria, eso fue prácticamente en la tercer semana de estar en campo sabiendo que los grupos estaban corriendo riesgo desde antes, porque el virus ya estaba presente.

“Lo que yo hice es que, incluso antes que notificaran la gratificación, de que iban a hacer un depósito para que compráramos este tipo de instrumentos, como cubrebocas, fue acudir yo y comprar las cosas, después resultó que realizaron el depósito pero yo ya había comprado por mi cuenta”, relató.

En cuanto al grupo, lo que decidió hacer fue, como ya tenían avanzada una buena parte del trabajo, empezaron a acudir menos horas para estar lo menos posible en campo, para que se no se vieran afectados, porque tenían la presión de que tenían que terminar, además de formalmente declararse en protesta.

“Muchos supervisores continuaron con sus labores de manera regular, que yo sepa no generaron ninguna posición, no se quejaban, continuaban trabajando de la manera usual, yo logré contactar varias personas de distintos grupos y sus supervisores decidieron no oponerse o reclamarle a sus superiores o proteger a los entrevistadores, la mayor parte de ellos continuaban con su sentido de competencia viendo quién termina va primero”, informó.

“Tenían miedo de que INEGI los vetara porque si presentas una denuncia contra INEGI en conciliación y arbitraje o en Derechos Humanos es probable que te veten de la institución y no puedes volver a trabajar ahí, aunque tu reclamo sea justo”, lamentó.

El equipo de encuestadores y encuestadoras tenía particularmente una razón para tener miedo, pues censaron justo al lado de la clínica donde se han confirmado casos de Covid-19 y el equipo entraba para usar los servicios del lugar.

“La verdad es que yo tenía mucho miedo, porque ni siquiera los hospitales estaban preparados para dar atención de tal manera que el virus no se estuviera esparciendo y nosotros podríamos utilizar los servicios de la clínica”, abundó. De igual manera, comentó, al utilizar el transporte público la gente no se les acercaba.

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