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"COLUMNA"

"VÉRTIGO: Las dos reinas"

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Alguien ha dicho por ahí que el cine de ciencia-ficción no trata en realidad sobre el futuro que nos espera sino sobre el presente que vivimos, es decir, las ansiedades, los miedos, los temores, que confrontamos día tras día. Lo mismo puede afirmarse del cine histórico: con todo y que esté ubicado en épocas pasadas, es inevitable que muchas de las preocupaciones del presente se vean reflejadas en la pantalla grande.

Para muestra, el botón de Las dos reinas (Mary Queen of Scots, GB-EU, 2018), ópera prima de la prestigiada directora teatral Josie Rourke, cinta que se está exhibiendo en esta ciudad en apenas un par de salas. Ubicada temporalmente entre 1561 y 1587 –entre la llegada de María Estuardo a su tierra natal en Escocia y su ejecución por órdenes de su tía, Isabel I de Inglaterra- el guión de Beau Willimon tiene una carga ideológica/temática contemporánea que nos remite más al activismo militante del #MeToo que a las traicioneras cortes históricas de los Estuardo y los Tudor. 

La primera escena de la cinta muestra a la jovencita de 18 años María Estuardo (Saoirse Ronan) llegar a la costa de Escocia a tomar posesión de su trono.

María había sido nombrada reina de Escocia a los días de haber nacido, después de la muerte de su padre, Jacobo V. Por supuesto, el trono de Escocia había pasado a manos de sucesivos regentes mientras la niña tenía la edad suficiente para gobernar, aunque al ser educada en Francia, María terminó casándose con el delfín Francisco, futuro y efímero Rey de Francia, ya que gobernó poco más de un año. Así pues, en calidad de jovencísima viuda, María regresó a una Escocia dividida por las disputas entre católicos y protestantes, mientras en el sur, su tía Isabel I de Inglaterra (Margot Robbie), no recibe con entusiasmo su regreso, pues en sentido estricto -y ya que Isabel no tenía descendencia- María era la legítima heredera del trono de los Tudor, debido a que la muchacha era sobrina nieta de Enrique VIII, padre de Isabel. Más aún, no faltaban los subversivos católicos que afirmaban que María era la reina no solo de Escocia, sino que debería gobernar también Inglaterra, pues Isabel era la hija bastarda de Enrique VIII con Ana Bolena, mientras que María descendía directamente y, a través de matrimonios legítimos, de Margarita Tudor, hermana de Enrique VIII.

El título en español de este filme es, insólitamente, más preciso que el original, pues más que una biopic de la malograda reina escocesa, La dos reinas está centrada, en efecto, en los problemas que enfrentaron tía y sobrina al lidiar con sus respectivas cortes masculinas. Ya sabemos que a Isabel le fue mucho mejor, por supuesto, pero el guion de Willimon le hace decir a la fría y calculadora Isabel que el precio que ha pagado y pagará por ello es renunciar a ser mujer. “Elijo ser hombre”, le dice Isabel a su consejero de cabecera William Cecil (Guy Pearce), lo que quiere decir que ha decidido no contraer matrimonio, pues sabe que en el momento que ella se una a un hombre, este buscará mandarla, manipularla, convertirla en su servidora.

Eso es precisamente lo que le sucede a su sobrina, la alegre y sonriente María Estuardo, pues con tal de tener un hijo –que inmediatamente se convertiría en el heredero no solo de los Estuardo sino también de los Tudor- aceptó casarse con su primo hermano Enrique (Jack Lowden) que resultó no solo ser un cero-a-la-izquierda, sino un irresponsable borracho, mujeriego (más bien, hombre-riego) y jugador. Más aún, llegado el momento el pusilánime Enrique conspiraría en contra su propia esposa y reina, pues lo que él quería era ser nombrado rey y no ser solo el príncipe consorte. Así pues, las complejas grillas de las cortes escocesas e inglesas se muestran aquí no solo como una simple lucha de poder al interior de estas ambiciosas y calculadores élites monárquicas sino, también, como la lucha de dos mujeres tratando de imponerse en un traicionero mundo de méndigos onvres machistas y misóginos. Menos mal que el mundo ha cambiado mucho… ¿o no?

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