"Atrae balacera a decenas de curiosos"
Culiacán._ Esta vez los alrededores de Catedral fueron el escenario de la violenta cotidianidad de Culiacán. Era alrededor de la una de la tarde, y los transeúntes concurrían en la Plazuela Obregón sofocados por el calor, cuando un hombre joven, sentado en una banca, desenfundó el miedo.
Acababa de despojar a un tránsito municipal de su arma de cargo, un revólver 38 Especial, en circunstancias aún no aclaradas por las autoridades. Se dio aviso a la Policía Municipal, quienes lo buscaban arduamente mientras él caminaba pasivamente por el Centro con el objeto de su robo escondido bajo la ropa.
Llegó a un costado de la iglesia y se sentó, tal vez para tomar aire o descansar. Ahí los agentes lo descubrieron por las características proporcionadas por radio y le pidieron dejarles revisarlo para confirmar. El tipo sacó la pistola, al verlo, la gente alrededor comenzó a levantarse del lugar y alejarse temerosos ante el peligro inminente.
"Yo pensaba que era de juguete", comentó Guillermo Álvarez, testigo de la escena, quien pese a la advertencia de los demás, seguía sentado a unos metros del lugar.
Pero al ver al tipo nervioso, moviendo la pistola a su alrededor cual si apuntara a demonios invisibles, tratando de adivinar dónde descerrajar el tiro, Guillermo decidió moverse. Fue justo a tiempo, en el instante que el muchacho decidió abrir fuego contra la policía, hiriendo en una pierna al bolero conocido como "El Cholo". Los policías respondieron fieramente. Cinco balazos, uno en la cabeza, dos en el pecho, uno en la pierna derecha y otro en el glúteo izquierdo. Ahí cayó herido el muchacho, de unos 23 años. La Cruz Roja llegó de inmediato y se llevó a los dos al Hospital General.
En la zona fueron puestas las clásicas bandas amarillas, y dos municipales trataban de evitar se acercaran los curiosos. Pero los vericuetos de la plazuela los traicionaban, las personas se acercaban, les daban la vuelta, y terminaban del otro lado, viendo más de cerca, absortos, la pistola ahí abandonada, las huellas de sangre y los casquillos, que más tarde fueron numerados en un total de 12 por los peritos.
"Nosotros escuchamos los balazos cuando estábamos trabajando, oímos cinco balazos, ya no nos sorprende ocurran esas cosas en la ciudad, pero aquí, pues como que sí impacta", dijo
Lizette "N". Otro bolero, Tomás "N", quien es prácticamente "vecino" de "El Cholo", se encontraba comiendo cuando ocurrió el hecho, pero no le extraña que sucedan esas cosas en la zona. El Centro se sigue moviendo, la gente continúa su marcha, otros arriban apenas y se acomodan por un lado de las cintas u observan por detrás de las rejas de Catedral. Los que van llegando comentan, preguntan, entrecruzan historias, la vivencia revive en sus bocas.
Otros ven la pistola y se limitan a hacer la correspondiente onomatopeya. Ahí queda sólo el puesto de "El Cholo", y se puede leer nítidamente en el letrero de su toldo la frase: "Culiacán, capital de progreso".