‘Noroeste es una escuela de valores, libertad e integridad’
José Alfredo Beltrán Estrada encontró en Noroeste un espacio en el que podía ejercer un periodismo crítico, de investigación, documentar la historia de Sinaloa y la de sus protagonistas, en un medio libre, ético y de excelencia.
Durante 22 años fue su segunda casa, una escuela de valores, de construcción de ciudadanía informada, de libertad, independencia, integridad.
“Todos esos valores y atributos hicieron que yo como reportero diera cuerpo, vida, alma y corazón a Noroeste desde el primer día”.
Esta relación inició mucho antes, en sus tiempos de preparatoria. A sus 17, 18 años encontró en sus páginas el periodismo crítico con el cual se identificaba.
“Por mi entorno de carestías crecí cuestionando mucho los actos de injusticia, corrupción, abusos de poder, desigualdad, atropellos a derechos humanos, autoritarismo, represión y empecé a formar un espíritu y una conciencia crítica. Leía ‘Proceso’, que para mí era lo máximo del periodismo nacional; La Jornada, y Noroeste a nivel local”, recuerda.
Noroeste, dice, fue uno de los principales referentes que tuvo desde joven, porque ahí se denunciaba la falta de democracia, el control de los órganos electorales, la compra y coacción de votos, y eso lo marcaron como ciudadano y profesionista. Y encontró que Noroeste daba expresión a todas esos hechos y voces, de derecha, izquierda, centro. Era desde entonces un medio plural.
“Noroeste era esa ventana de comunicación con la cual yo me identifiqué y pues llegué a coleccionar periódicos, toneladas de información, hasta las ediciones extras que entonces se editaban”.
Trabajar en Noroeste, su sueño
Como estudiante de Comunicación, su sueño era trabajar en medios como Proceso, el semanario icónico de grandes plumas como las de Julio Scherer, Vicente Leñero, Miguel Ángel Granados Chapa y otros. O como El Norte, de Monterrey; y en Sinaloa, Noroeste.
Al egresar de Comunicación, se produjo en el país la gran crisis de 1995, que trajo cierres de empresas y desempleo masivo. En esos años, por ejemplo, cerró Noroeste Mochis. No había trabajo. Ingresó a una segunda licenciatura, esperando pasaran las tempestades y se abrieran oportunidades.
Cursaba el quinto semestre de Economía cuando vio en el periódico una convocatoria para concursar una plaza de reportero.
“Yo no tenía conocidos ni relaciones, y dije ‘de aquí soy, es mi oportunidad’, hice el examen, a los días me hablan y me dicen que fui seleccionado. Imagínate mi alegría”, dice emocionado.
“Fue lo máximo, mi historia laboral en Noroeste inicia el 10 de octubre de 1997, y al día siguiente, yo ya estaba con notas de primera plana, de ocho columnas, en la contraportada. Entonces el periódico tenía secciones en tabloide y estándar, en los dos formatos”.
Eran años en que Manuel Clouthier Carrillo era el Director General e Ismael Bojórquez Perea el Jefe de Información, y quienes, al verle potencial, le dieron pronto asignaciones importantes, entrevistas de fondo, las “fuentes principales”: Ayuntamiento, Congreso, Gobierno del Estado.
“Muchas notas de portada, elaboraba hasta ocho, 10 notas diarias, traía mucha adrenalina, hambre de periodismo, y eso me conectó muy pronto con Noroeste. Todavía vivíamos una época dorada del papel, del periódico impreso, que tenía mucha influencia y credibilidad en la opinión pública”, señala.
Eran finales de los años 90. Su meteórico ascenso lo llevó a cubrir el final del sexenio de Renato Vega Alvarado, marcado por la crisis económica y la inseguridad.
Con él le tocó experimentar uno de los primeros actos de intolerancia hacia la prensa. El Mandatario aventó un manotazo, mientras él lo seguía, para entrevistarlo.
“Yo era novato. No lo vi en ese momento como una agresión, no lo dimensioné así, yo era muy incisivo, cuestionador. Recuerdo que ese día había una reunión de seguridad con el gabinete federal, había mucha cerrazón informativa, los reporteros nos juntamos para pedir una entrevista, para ello nos pusimos en la pluma del acceso a Palacio de Gobierno y él, molesto, se baja de la camioneta, da unos pasos hacia los jardines, yo le sigo cuestionando, y es cuando avienta el manotazo y se cae la grabadora”, recuerda.
“Entonces se consideró una agresión del Gobernador al reportero, yo en realidad ya pensaba que el reportero no debía ser la noticia, el protagonista de los hechos, sino un intermediario, entre autoridades y lectores, una posición neutra”.
Para 1998 ya era un reportero con muchos premios de periodismo del certamen interno, porque Noroeste tenía ese incentivo para sus reporteros, y un Premio Estatal de Periodismo, que era honorífico, no dinero, un reconocimiento, a ocho meses de iniciar su carrera. “Noroeste en la línea de marcar esa distancia entre el periodismo y poder público, creó premios internos como un incentivo para evitar la cooptación de sus reporteros. Llegué a acumular muchos, en todos los géneros, crónicas, entrevistas, noticias, reportajes”.
Luego se le asignó la campaña de Juan Millán, del que recibió varios reclamos por sus notas y crónicas.
A Beltrán Estrada le tocó documentar en Noroeste la historia de Sinaloa y de sus gobernadores, desde Vega Alvarado, Juan Millán, Jesús Aguilar, Mario López Valdez hasta Quirino Ordaz. Con todas sus expresiones, en distintos momentos y estilos.
Época dorada del periodismo impreso
Le tocó vivir la “época dorada” de Noroeste, en el periodo de Clouthier Carrillo, cuando empezaron a institucionalizarse procesos en la empresa editorial.
“Se empieza a pensar en grande, se da la construcción de edificios en Mazatlán y Culiacán, se elabora el Código de Ética, se establece la figura de Defensor del Lector, un Manual de Estilo, impulso a la investigación; y estamos hablando de lo más avanzado que existía en el periodismo profesional, ético, con responsabilidad social, que te daban brújula hacia dónde debías ejercer tu profesión, que nosotros abrazamos con compromiso y pasión”.
Esta visión le permitió hacer periodismo de investigación, no había límites, realizando trabajos de investigación en Querétaro, Michoacán, Nayarit, México, como en su momento lo requirió, para hacer periodismo de contraste.
Le tocó cubrir y entrevistar a incontables personalidades de la política, la empresa, la religión; la icónica visita de Juan Pablo Segundo a México, a académicos e intelectuales que dieron luz sobre la transición a la democracia, cuando se pasó de un régimen de Estado de 71 años de control a uno de alternancia democrática.
“Cubrimos y le dimos mucho juego a esas voces disidentes del sistema a través de crónicas, entrevistas, reportajes”.
En Noroeste, le tocó también liderar proyectos editoriales importantes, como el suplemento Palestra, un gran ejercicio de periodismo de opinión, análisis, de contraste, explicar los roles que jugaban los protagonistas del poder, los intereses ocultos, mucho antes de que se abriera la izquierda con los temas de actualidad y temas poco tocados, como los matrimonios igualitarios, la equidad de género, la crisis de inseguridad pública, el periodismo económico.
También encabezó el Noticiero Noroeste, primer noticiero digital de un medio de comunicación, donde le tocó empezar de cero, aprender el ADN del noticiero web.
El mayor reto que le tocó enfrentar, dice, fue salir de Noroeste.
“Es el momento profesional más doloroso de mi vida periodística, tomar la decisión de competir por una responsabilidad pública, nunca me preparé mentalmente para irme, fue una circunstancia atípica, había un tema de muchas deudas, precariedad económica, incertidumbre, zozobra”, confiesa.
“La necesidad de sobrevivir como ser humano fueron los retos que enfrentamos en los últimos años en Noroeste, muy golpeados, tomar esa decisión cuando no eres una persona sola, eres ciertamente una parte importante como cabeza de familia te obliga a tomar una decisión”.
Noroeste fue para José Alfredo Beltrán su segunda casa, una gran escuela en la que conoció personas excepcionales.
“Silvino Silva Lozano, Manuel Clouthier Carrillo, Refugio Haro, Rodolfo Díaz Fonseca, personas de solvencia moral, ética; las enseñanzas de Ismael Bojórquez y otros personajes como Adrián López Ortiz, Guillermina García”.
“Noroeste ha sido un periódico que ha logrado sobrevivir a una infinidad de tempestades, ahí están los 50 años de historia, es el medio de mayor credibilidad en segmentos importantes de la opinión pública y espero que vaya por otro medio siglo, que sobreviva y perviva por mucho tiempo”.
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