Tenía tatuado a Noroeste: Blanca Estela Inzunza Gastélum
Hace 30 años que Estela, una joven guamuchilense, aceptó una propuesta de trabajo para ayudar a asentar una sucursal de Noroeste en su municipio, Guamúchil; en principio lo hizo para sacar adelante a su pequeña hija, sin siquiera imaginar que marcaría profundamente su vida en lo personal, profesional, incluso dejándole un fuerte impacto emocional.
“Llega a enamorar la actividad porque aprendes demasiadas cosas... estar en un periódico, en diferentes áreas, eso no te lo da ninguna profesión, en absoluto, tiene que ser en la práctica donde aprendes diferentes cosas, donde hay diferentes personas, diferentes profesiones y pues si uno aprende de cada uno de ellos, pues qué mejor”.
“A mí me enamoró porque de repente te encuentras con que todos los días es diferente, todos los días conoces gente, todos los días haces algo diferente en este trabajo, no es rutinario para nada”, recordó emotiva, agradecida y con una sonrisa proveniente de aquellos recuerdos que parecían recorrer breve e intensamente su memoria.
Contadora de profesión, en sus inicios dentro del periódico ayudó a dar forma a la sucursal, desde la contratación de personal hasta la gestión de las remodelaciones requeridas para aquellas nuevas instalaciones, mostrando siempre el compromiso ético, laboral y personal con todo aquel que interactuó con ella en el proceso y, en general, en sus 30 años de estadía en el periódico.
Y el proceso fue ameno, en parte, porque ese compromiso, respeto y filosofía de trabajo encajaban con lo que ella sentía y defendía, generando una conexión tal que la marca y valores de Noroeste quedaron impregnados en su familia.
“Yo siempre hice ‘match’ con el sentido de ética del periódico, porque a mí eso siempre me ha gustado y así va a ser toda la vida... Trabajar conjuntamente con un sentido justo, ético, profesional, inclusive cómo marcó a mi hija, cómo marcó a mi familia, eso es un crecer en todos los sentidos de la vida... Para mí, Noroeste significa todo lo que yo pude anhelar profesionalmente y, yo crecer como persona para dar a los demás, lo logré con Noroeste”.
Luego de 22 años en Guamúchil, con un amplio recorrido dentro del sector publicitario del periódico, llegó a ella una oportunidad más, una puerta que abrió quizá inconscientemente para partir hacia Culiacán; de primeras fue complicado el cambio de un municipio pequeño hacia la capital del estado, pero su experiencia y dedicación le facilitaron el trabajo una vez más.
“Cuando me dijeron ‘queremos que te vayas a Culiacán’ a mí me halagó mucho, porque pues ¿a poco no van a poder encontrar otra persona? Me valoraban a mí por la manera que yo estaba trabajando allá... Ni siquiera pregunté a qué departamento voy, a qué puesto voy, pero como conocía todos los departamentos y, para mí, el puesto no hace a la persona, ni uno se tiene que identificar con un puesto, sino que uno hace el puesto, uno le pone el toque al puesto, uno le pone el toque personal con el que trabaja”.
Pero estar en Noroeste no solo significó un crecimiento para Blanca Estela, sino que su atención con quienes le rodearon, siempre benefició a tener buenas sensaciones y relaciones entre quienes más que sus compañeros, pasaron a ser sus amigos cercanos.
“Muchos que estaban, que estuvieron conmigo trabajando en Guamúchil, en todos queda implícito, me agradecen que yo les haya dado una formación, una cultura de trabajo... Yo siempre los animaba “es que tú puedes dar más”, o sea, darles a ellos una visión de que ¿qué más puedes hacer tú? y que tú puedes ser capaz de elaborar algo más”.
Con vista a posteriori, los gratos momentos y experiencias vividas en el periódico crearon una conexión tan profunda, inquebrantable, que repetiría sin dudar.
“Yo le diría a esa persona de hace 30 años que tomó la mejor decisión de su vida, profesionalmente, de estar en Noroeste, que de esa manera iba a crecer, se iba a desarrollar, iba a sacar adelante a su hija, iba a ser el parteaguas para cerrar un ciclo de vida como lo cerré, con las mejores condiciones de salud, de vida, sentimiento, orgullo... Yo me siento muy orgullosa de ser parte de Noroeste... Cuando yo vi “50 años de Noroeste”, dije “yo soy parte de Noroeste, porque estuve 30 años”.
Los recuerdos emotivos abarcan incluso su despedida del periódico, la cual rememoró como si hubiera sido reciente, pues queda en su memoria el escuchar a su hija contar cómo vio crecer a su madre a la vez que ella se superaba para salir adelante.
“Mi hija expuso que yo no tenía la camiseta puesta, que su mamá tenía tatuado Noroeste... hizo una exposición muy bonita donde decía que me veía, que había empezado con una máquina de escribir enorme, luego ella se emocionó mucho cuando dejamos la máquina, dejamos la calculadora con el rollito de papel, recordó que yo pagaba la nómina en unos sobres amarillos... A ella le emocionaba mucho que yo había traspasado muchas barreras”.
Escuchar a su hija narrar cómo vivió los cambios en la tecnología y en la forma de trabajar de Blanca Estela, le hizo darse cuenta del impacto que representó Noroeste más allá de una oportunidad laboral, como un giro completo en su vida, señal de que esos 30 años valieron la pena desde el primer minuto.
Aun cuando los caminos de Blanca Estela y Noroeste tomaron rumbos diferentes, las conexiones y buenos sentimientos mutuos se mantienen intactos ante el pasar de los años, pues asegura que muchos de sus ex compañeros la siguen recibiendo como lo que es y será, como parte de la grata y extensa historia del Periódico Noroeste.
“Yo le diría a esa persona de hace 30 años que tomó la mejor decisión de su vida, profesionalmente, de estar en Noroeste, que de esa manera iba a crecer, se iba a desarrollar, iba a sacar adelante a su hija, iba a ser el parteaguas para cerrar un ciclo de vida como lo cerré, con las mejores condiciones de salud, de vida, sentimiento, orgullo... Yo me siento muy orgullosa de ser parte de Noroeste... Cuando yo vi ‘50 años de Noroeste’, dije ‘yo soy parte de Noroeste, porque estuve 30 años’”.
Blanca Estela Inzunza Gastélum
Ex Gerente de Publicidad