"Flexiones de brazos: La técnica que te convertirá en un mejor padre"
Deseret News
"Debí aceptar el hecho de que tengo mucho para mejorar si quiero ser un padre excepcional y superar las expectativas que mi maravilloso padre fijó para mí"... Este padre encontró la solución.
Siempre me fue bien en la escuela y en el trabajo, obtuve calificaciones altas y superé expectativas. Me causa amargura que no me vaya bien.
Por eso me cayó como un balde de agua fría darme cuenta de que apenas cubro las expectativas como padre.
Si alguien tuviera que calificar mi desempeño, no creo que me ponga más de una C, como mucho una B. Si bien no era un fracaso total como padre, debí aceptar el hecho de que tengo mucho para mejorar si quiero ser un padre excepcional y superar las expectativas que mi maravilloso padre fijó para mí.
Por lo tanto, a fines del año pasado me impuse la difusa meta de mejorar como padre.
Con el paso de las semanas, noté lo impaciente y negativo que me comportaba con mis hijos. Me di cuenta de cuánto debía cambiar, lo que me resultó deprimente.
Estaba paralizado. Era una situación similar a cuando me propuse el objetivo bajar de peso el año anterior.
Como soy creyente, durante la Navidad me dediqué a meditar y rezar pidiendo ayuda para convertirme en una persona más gentil y agradable. Un día, en el trabajo, hice un pequeño descubrimiento, encontré la respuesta a mis plegarias. Asistí a una sesión de capacitación durante la hora del almuerzo (a las que nunca voy porque prefiero intentar superar las expectativas de rendimiento) y aprendí un concepto nuevo para mí: el desafío de las flexiones de brazos.
La idea del "desafío de la flexión de brazos" (propuesta por Stephen Guise), es comenzar por el objetivo más pequeño y alcanzarlo cada vez que te lo propones por al menos un mes hasta que hayas incorporado el hábito. Por ejemplo, si quieres aumentar la actividad física, comienza con una flexión de brazos por día. O sea, acuéstate en el piso y haz al menos una flexión de brazos. Puedes hacer más si quieres pero haz al menos una por día durante un mes.
Este principio también se aplica a objetivos que no están relacionados con la salud. Durante esa reunión a la hora del almuerzo, escribí mi objetivo para mejorar como padre, algo que sabía que iba a poder cumplir todos los días. Mi objetivo era decir una cosa agradable o positiva por día a cada uno de mis hijos durante al menos un mes.
Ese día, mientras manejaba de regreso a casa, me puse a pensar en mis hijos y en qué le diría a cada uno. Comencé por cosas simples, como "Qué lindo te quedó ese dibujo" o "Te quiero porque te gusta jugar al ajedrez conmigo." Me propuse alcanzar mi objetivo en la primera interacción con cada chico, o bien a primera hora de la mañana o apenas llegara del trabajo.
No era mucho, pero a menos di el primer paso.
Con el paso del tiempo, y mientras cumplía con mi objetivo nada especial, noté que algo especial estaba sucediendo: me iba convirtiendo en un mejor padre. Hubo días en que no hice ningún comentario negativo o desagradable a ninguno de mis hijos. Pero la mayoría de los días, fui más positivo que negativo. Al término del mes, noté una mejora en mi rol de padre por muy pequeña que fuera. Y mis hijos también la vieron.
Un día, mi hija de 4 años se acercó a un amigo nuestro y le dijo "Mi papá es muy bueno. Todos los días nos dice lo que adora de cada uno… Pero nunca le escuché decirle a mi mamá que la quiere."
Evidentemente, debo seguir haciendo flexiones de brazos.