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"TUS HIJOS"

"Hipercelebración, asunto de los padres"

"Tanta celebración, por todo y por nada, fuera de proporción, da origen a una gran problemática"
30/06/2017 16:34

Llega el momento del fin de cursos y para muchas familias hay motivos para celebrar: sus hijos están graduándose de un grado académico. Sí, efectivamente es un logro culminar los estudios y los adultos celebran cualquier evento en la vida de los niños, eventos que en muchas ocasiones es algo normal y que no requiere celebración para nada.

Se celebra cada fin de etapa educativa (así sea salir de la guardería o el curso de manualidades), las estaciones del año, fiestas que ni corresponden al país, se celebra lo religioso, también lo civil y cada día hay nuevas fiestas… se celebra todo y parece que cada semana es motivo de celebración.

Cuando se celebran los eventos de los hijos son los padres quienes deciden cómo celebrarlo, pues son los encargados de financiar todo lo que tiene que ver con la crianza: alimentación, educación, vestido, salud y diversión, mas parece que últimamente se les está yendo de las manos y saliendo de proporción, rayando en la hipercelebración, un fenómeno social causante de estrés e insatisfacción.

Pero el estrés no solo aparece cuando los padres celebran los eventos de sus hijos, también puede aparecer cuando los hijos son invitados a eventos, como cumpleaños, comunión, fiestas de graduación y otros eventos infantiles que se hacen por todo lo alto… Y además de la fiesta, también hay que pensar en los regalos que hay que llevar y en qué atuendo usar en cada evento, por supuesto.

Se celebra a los hijos por aprobar un examen o porque han recogido su habitación, pero ¿celebrar también las responsabilidades con fiestas y regalos? ¿Qué está pasando? Muchos padres incluso, al querer celebrar a gran magnitud un evento, ya sea cumpleaños, la “graduación” del preescolar o cualquier otro evento de los hijos, pueden sentirse agobiados, estresados e incluso con ansiedad ante tantos compromisos y gastos económicos que conlleva el festejo, pero, ¿realmente es necesario todo esto?

* Con información de Etapainfantil.com

Celebraciones que se van de las manos

Hasta no hace mucho tiempo las celebraciones consistían en juntar a la familia, a los amigos, en casa… de forma económica y los niños lo pasaban en grande, y los adultos también. Sin necesidad de extravagancias. Ahora, parece que las fiestas infantiles tienen que tener payasos y castillos inflables, que las comuniones se celebran como bodas, que los cumpleaños pueden ser viajes a centros de ocio, ir a la nieve porque los niños han aprobado el primer trimestre, regalazos por portarse bien... pero hipercelebrar todos los actos sociales infantiles puede ser un problema.

 

Efectos negativos de la hipercelebración

Además de la economía de las personas y de cómo se puede resentir al celebrar tanto y sin realmente motivos, también se resienten las personas emocionalmente porque tanta celebración agota. Pero por si fuera poco, también hay otros efectos negativos en tanta celebración que debería hacer pensar a las personas si realmente es necesario tanta celebración o poner al menos, fin a esto. Celebrar cumpleaños y momentos puntuales está bien, pero celebrar todo absolutamente, puede que no sea lo más correcto para nuestros hijos ni para nuestro bolsillo.

 

El valor de lo que realmente importa

Cuando se celebran tantas cosas, los niños pueden perder el valor de las cosas. No sabrán dar valor a lo que realmente es importante y la satisfacción por las celebraciones puede incluso perderse. Es importante que los padres entiendan que las celebraciones sirven para dar importancia a un evento en concreto, no a todo absolutamente.

Su felicidad no depende de ti

La felicidad está dentro de uno mismo, no en factores externos. Sí, se vale crear condiciones para la felicidad, pero no hay una fórmula mágica, hay que enseñar a los hijos a que no se debe esperar que otro nos haga felices. Uno mismo es el máximo responsable de la propia felicidad. Si no te creas tu felicidad, nadie más lo hará por ti. Unos padres fuertes saben esto y enseñan a sus hijos a encontrar la positividad en situaciones negativas. Puedes ser feliz incluso cuando todo el mundo está en tu contra.

Concepto erróneo de felicidad

Los niños necesitan herramientas para que se construyan como personas exitosas y con las hipercelebraciones piensan que cuánto más y más tienen, más felices son. Y la realidad que la felicidad se basa en el disfrute del aquí y ahora, en disfrutar de lo que se tiene sin importar cuánto hay. La unión con las personas queridas es más importante que cualquier cosa material.

 

Equilibrio

Lo ideal sería celebrar las cosas de forma corriente, educando para vivir tanto en lo bueno como en lo malo. Los fracasos son una parte importante de la vida de las personas porque nos ayuda a entender los errores para mejorar en el futuro. La vida es mucho más que celebraciones cada semana y esos valores lo deben aprender los niños para que en el futuro no se den un buen tortazo con la realidad.

Si le das todo a tu hijo se convertirá en un niño no sólo malcriado sino que pensará que tiene el derecho de tener todo lo que pida sin esfuerzo, se volverá egoísta, déspota y seguramente una persona superficial. Ver una sonrisa en la cara de un hijo/a es algo que todos los padres quieren ver, pero es mejor educarles correctamente para conseguir que se conviertan en personas con buenos valores y de éxito.

 

Los niños se vuelven egocéntricos y materialistas

Parece que la fiesta con más cosas y más regalos es mejor. Se pierde el valor humano de las cosas y lo que realmente importa en la celebración: el vínculo emocional. Además, los niños piensan que son el centro de todo sin importar lo que hay a su alrededor, haciéndoles egocéntricos y materialistas. Además, los niños acaban pensando que son merecedores de todo de forma inmediata y sin necesidad de merecerlo en muchas ocasiones. Esto hará que dejen de ser responsables de sus acciones e incluso de su vida, pudiendo llevarles por un camino de caos.

 

RIESGOS

- Y tanta celebración, además de provocar serios efectos en la economía doméstica, trasmiten a los hijos algunas creencias que pueden tener perniciosos efectos:

- El exceso de “festejos” centrados en lo que los niños hacen (que realmente en la mayoría de los casos no hacen nada), los sitúa en una posición egocéntrica, y debes recordar que los hijos no son el centro de la familia.

- Con tanta celebración protagonizada por los hijos, los colocas en pedestales y, desde lo alto, terminan creyendo ser merecedores de todo y de manera inmediata. Cuando se dan cuenta que tienen “los pies de barro”, es posible que sientan temor a hacerse responsables de su vida y caigan en descontrol.

- La hipercelebración les trasmite a los hijos que la “felicidad” es el objetivo de la vida. Y la felicidad de los hijos no debería ser el objetivo de la educación. El objetivo es darle herramientas a los hijos para que se vayan construyendo como personas, proceso en el que encuentran situaciones, personas, momentos de eso que llamamos felicidad.