"Maestros de aula y vida"
Siguiendo con la temática de considerar al maestro como un ser humano y a la vez personaje que trasciende las fronteras de la escuela, resalto la importancia del mismo, sin demérito de otras profesiones.
De todas las profesiones a las que se tiene acceso, sea para dedicarse o por necesidad de sus servicios profesionales, la del docente es la de mayor trascendencia social.
Ésta perdura en el tiempo y logra efectos de corto, mediano y largo alcance. Eso se encuentra a la vista de cualquier persona.
Y mire usted apreciado lector, no es una aseveración sin fundamento, producto de una actitud zalamera o de un cumplido anticipado del Día del Maestro, tampoco de restarle importancia a otras actividades profesionales.
No se trata de escatimarle importancia al médico, el cual, previene y cura enfermedades que pueden quitarle la vida a cualquier mortal.
El doctor, en la medida de sus posibilidades y conocimientos, puede arrancarle de los brazos de la muerte a un ser querido, o en su caso, proporcionar una mejor calidad de vida ante las enfermedades tratables, pero incurables.
La capacidad profesional del galeno es fruto de largos años de preparación y en su formación contó con la guía y apoyo de maestros experimentados. Sus habilidades y experticia son invaluables para la salud humana.
Para los auxilios espirituales se encuentran los sacerdotes o ministros de cualquiera de las diversas congregaciones religiosas.
Admirables en ellos su vocación y entrega en procurar el apoyo espiritual en los momentos de mayor desolación y cuando es puesta a prueba la solidez de las convicciones humanas.
En esos momentos, el apoyo resulta necesario y gratificante. Años de estudio y dedicación, con la ventaja de sentir a su lado la presencia de un gran maestro, cuajan en su formación. Proporcionan grandes beneficios sin duda.
Ahora bien, para estar a la moda de la tecnología, se puede agregar una de las profesiones de actualidad: la informática, cuyo desconocimiento vuelve a la persona un analfabeto tecnológico.
Al respecto, podemos afirmar que no existe actividad alguna que no esté influida por la tecnología informática.
El aporte de las computadoras a la vida diaria, facilitando, ordenando, clasificando los datos y comunicando, es de un valor social incalculable. Sus efectos están a la vista.
Podemos agregar la profesión del investigador profesional de las más disímiles áreas disciplinares, cuya ardua labor creativa y pacientes horas de trabajo, han hecho posible los más grandes descubrimientos en beneficio de la humanidad.
Nos referimos a los investigadores de los grandes institutos o universidades, pero también, en forma mucho más amplia consideramos también a los inventores, los cuales, por azar o por curiosa observación, han logrado hallazgos de especial trascendencia; para una vida mejor. De esto todos somos testigos e, incluso, beneficiarios.
Podríamos seguir engrosando la lista de profesiones en un ejercicio inacabable, sin embargo, y sin demérito de la importancia de cada una de ellas, es importante dar paso a la profesión docente y proponer los argumentos pertinentes al respecto; sobre todo para justificar ante las profesiones arriba enlistadas las características específicas que le otorgan el peso social y de gran trascendencia a la función de aprender o enseñar y en un sentido más amplio, la tarea de formar para la vida, para una mejor sociedad, formando hombres útiles al resto de los hombres.
De todas las actividades productivas de los seres humanos, la de educar, es la de mayor trascendencia para vivir en sociedad.
Educar a los seres humanos como condición para preservar una “civilizada” convivencia social, es una tarea que los docentes tienen como horizonte permanente.
Comienza desde los primeros años de vida y en sentido estricto nunca debe de terminar.
Algo que sin duda refleja este efecto en las personas, es cuando se ve a alguien realizando alguna acción indebida y se le reprende diciéndole “acaso eso te enseñan tus maestros” o en sentido más general, “eso te enseñaron en la escuela” se trata pues, de un reclamo que refleja y reconoce el papel de la escuela y de los maestros.
Por si fuera poco, ese señalamiento es utilizado en cualquier época de la vida. Nadie está exento de recibirlo o externarlo.
Por otra parte y abonando a lo mismo, se puede aseverar que un maestro al igual que un padre de familia, nunca deja de serlo.
En términos generales, siempre se es maestro, aunque eso haya sido años atrás.
De igual forma que se presentó el ejemplo anterior, puede agregarse el siguiente: al encuentro de alguno de nuestros maestros solemos exclamar: “ahí va mi maestro”, lo mismo que si lo fue de primaria, secundaria, preparatoria o profesional; el maestro nunca deja de ser reconocido como tal.
Es poco común escuchar referirse al maestro como mi ex maestro. La omisión del prefijo (ex) no es economía del lenguaje, sino más bien un acto de reconocimiento a la figura del docente.
Las enseñanzas aportadas por los maestros a lo largo de nuestras vidas escolares van más allá de los contenidos curriculares propuestos por las autoridades educativas, son también enseñanzas que permiten formar al ser humano, en alguien cuya actividad es de gran utilidad para todos los integrantes de la sociedad.
Aporta también, pautas de conducta, valores éticos y morales, formas de actuar en la vida, habilidades para resolver con éxito problemas, referentes para la solidaridad y, sobre todo, sensibilidad social. Como basamento en la formación de los profesionistas están las enseñanzas de sus maestros.
Todas estas cualidades provienen de la labor cotidiana de los docentes, quedan incorporadas las más de las veces inconscientemente; sin embargo, se encuentran presentes en el médico, en el ingeniero, en el ministro religioso, en el investigador: porque a todos ellos los formó un maestro.