"Motricidad fina: Estimulación temprana para despertar"
La psicomotricidad se define como la psicología del movimiento, hecho que pone de manifiesto que el cuerpo está conectado con la mente y que, por lo tanto, las acciones que realizamos van acompañadas de un pensamiento.
El control sobre la motricidad fina permite la coordinación de los huesos, los músculos, los tendones y los nervios, para producir movimientos pequeños y precisos. En estos movimientos intervienen en áreas vitales, como el cerebro, la médula espinal, los nervios periféricos, los músculos y las articulaciones; de ahí, la importancia de estimular la motricidad desde el principio.
Aunque parezcan procesos sencillos, debemos saber que, por ejemplo, la mano se encarga de registrar nuestros movimientos neuropsicoemocionales y realiza más de 5 mil micromovimientos.
En sus primeros meses de vida, el bebé irá desarrollando el movimiento de las manos hasta conseguir un preciso control de la motricidad fina y alcanzar el considerado acto motor más fino que realiza el hombre: la escritura.
La manipulación que llevan a cabo las manos es la función fundamental en la organización neuromotora, así como en el desarrollo cognitivo, motor, sensitivo, afectivo y relacional del niño.
* Con información de Mibebeyyo.com
¿QUÉ ES LA PSICOMOTRICIDAD?
La psicomotricidad tiene en cuenta el aspecto social, intelectual, motor y afectivo del niño. A través de los ejercicios de psicomotricidad, tales como saltar, correr o jugar a pelota, los pequeños adquieren conciencia de su propio cuerpo a la vez que aprenden conceptos sobre su entorno: arriba y abajo, delante y detrás, izquierda y derecha, etc. Todo ello beneficia el desarrollo físico y cognitivo de los niños, a la vez que potencia su estimulación.
La psicomotricidad se debe tener especialmente en cuenta durante los primeros seis años del niño. A lo largo de este período, el pequeño tiene una gran plasticidad del cerebro, ya que es cuando se forjan las conexiones neuronales.
La psicomotricidad, a través del movimiento del cuerpo, permite estimular estas conexiones para que se generen en mayor cantidad. Por este motivo, resulta tan importante que los niños se muevan y practiquen actividades de psicomotricidad, especialmente durante sus primeros años.
El desarrollo de la motricidad fina en la infancia
- Un bebé recién nacido ya realiza algunos movimientos instintivos con sus manos. Éstas suelen estar casi siempre cerradas debido al reflejo neonatal de prensión, es decir, una contracción refleja de los músculos flexores. Se cree que este reflejo sirve de preparación a la presión voluntaria que se desarrolla más tarde.
- Entre los dos y cuatro meses de vida, el bebé empezará a desarrollar la coordinación del ojo con la mano. Es cuando ven un objeto e intentan cogerlo una y otra vez, hasta que con la práctica, consiguen agarrarlo.
- A partir del quinto y sexto mes, ya coge los objetos que ve con las dos manos, aunque todavía con torpeza, pues utiliza toda la mano, en lugar de servirse del movimiento de los dedos, tan característico de la motricidad fina. En este momento, la presión palmar es más eficiente y más fuerte. Y en el séptimo mes, el bebé agarra, mueve y también suelta los objetos cuando quiere. También es capaz de dirigir la mano hacia el lado opuesto de su cuerpo; así por ejemplo, el bebé ya puede agarrar un objeto que está al lado izquierdo de su cuerpo con la mano derecha.
- Entre los ocho y nueve meses, el desarrollo de la motricidad fina sigue a paso agigantados. El bebé empieza a agarrar pequeños objetos con los dedos, hasta que, aproximadamente, entre los 10 y lo 15 meses, sea capaz de hacer el movimiento de pinza con el índice y el pulgar. Este acto de motricidad fina le permitirá asir objetos muy pequeños que requieren más precisión.
- A partir de los quince meses, los niños ya son capaces de pasar una página de un libro, coger objetos con firmeza así como alimentarse a sí mismo con cuchara. En este punto ya han adquirido la motricidad fina pese a que los dedos todavía conservan rigidez.
- Al año y medio, los niños perfeccionan su habilidad motora garabateando y utilizando el lápiz cada vez con más precisión. Entre los tres y los cuatro años ya saben utilizar las tijeras, copiar formas geométricas, escribir letras mayúsculas, abrochar botones grandes y hacer formas con plastilina, entre otros.
- Con cinco años, un niño ha perfeccionado su motricidad fina y, además de dibujar, también es capaz de cortar, pegar y trazar formas, abrochar botones más pequeños y también escribir oraciones. El abanico de actos propios de la motricidad fina es ya bastante amplio a los cinco años, pero todavía se enriquecerá con más precisión, coordinación, resistencia, fuerza y rapidez, durante los años sucesivos de crecimiento.

BENEFICIOS
La psicomotricidad tiene muchos beneficios para los niños cuando se sabe desarrollar desde la primera infancia.
- A nivel motor. El niño toma conciencia de su propio cuerpo y adquiere un esquema de él. Además, gracias a la psicomotricidad, el niño aprende a dominar el movimiento corporal, lo que le permite tener un control de su cuerpo: coordinación, equilibrio, etc.
- A nivel cognitivo. La psicomotricidad facilita el aprendizaje infantil y mejora la memoria y la capacidad de atención del niño. Introduce en el niño conceptos espaciales (arriba-abajo, izquierda-derecha, cerca-lejos) y le ayuda a reforzar conocimienots sobre el tamaño, forma y color de las cosas.
- A nivel socio-afectivo. La psicomotricidad sirve de canalizador, ya que el niño puede descargar tensiones y beneficarse así de un mejor equilibrio de las emociones. Además, se potencia el juego grupal, las relaciones con los compañeros y la autoestima del pequeño, permitiéndole enfrentarse a sus miedos.