“La Máquina Loca” es un antro rasposo y de mala muerte que está ahí nomás, “bajo el Puente de Nonoalco”. Regenteado por el estoico y noble Tito Junco, en él baila, inolvidable y frenéticamente, Ninón Sevilla. La película a la que me refiero es la delirante obra mayor cabaretera Víctimas del Pecado (Fernández, 1950) y la cámara, esa otra “máquina loca”, es manejada por Gabriel Figueroa (1907-1997).
Esta es una de las tantas escenas que vemos en el arrebatador documental Miradas Múltiples (La Máquina Loca) (México-Francia-España, 2012), segundo largometraje del realizador televisivo Emilio Maillé (capítulos de Las Minondo, teleserie XY. La Revista). Esta cinta, que vi fuera de competencia en Guadalajara 2013, llegó a estrenarse en el circuito cultural de la Ciudad de México aunque, previsiblemente, la película nunca llegó a Culiacán. No se preocupe: si el buen cine no llega a esta ciudad, usted puede acercarse al buen cine, por lo menos a través de la red. Miradas Mútlipes se encuentra diponible, en streaming, en el sitio de Filmin Latino (www.filminlatino.mx).
Emilio Maillé no se ha quebrado la cabeza para realizar uno de los mejores documentales mexicanos de los últimos años. Logró entrevistar a 30 de los más grandes cinefotógrafos contemporáneos, les pidió que hablaran de Gabriel Figueroa y, con la ayuda del editor Octavio Iturbe, ilustró estas conversaciones con imágenes de Distinto Amanecer (Bracho, 1943), Flor Silvestre (Fernández, 1943), Pueblerina (1948), Los Olvidados (1950), El Ángel Exterminador (1962) y decenas de cintas más fotografiadas por Figueroa.
El resultado es fascinante: una antología de miradas de Figueroa, sí, pero también una antología de miradas hacia la obra de Figueroa, articulada por artistas de la talla de Haskell Wexler, Vittorio Storaro, Giuseppe Rotuno, Philippe Rousselot, Darius Khondji y muchos otros más.
Por supuesto, además de Figueroa, los cinefotógrafos aprovechan para hablar de otras cosas: de su maravilloso oficio, de la revolución digital, del uso del color y, como no queriendo, hasta de los “malos” directores con los que han trabajado (“No sabían hacer cine”, dice Raoul Coutard maliciosamente, sobre la Nueva Ola francesa). Uno de los mejores documentales cinefílicos que usted verá en este año. O en cualquier año.
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