A tus 492 años, te queremos, Culiacán
Lo que no sabemos es cómo decírtelo

OBSERVATORIO
    Salimos a buscarte y te encontramos, Culiacán, en aquellos episodios cuando pareciera que se extravía la civilidad en su totalidad, y al recuperarte ofrecemos la palmada y frase precisas para levantarte el ánimo. En ocasiones hasta te mentimos para evitar herirte más de lo que estás, diciéndote que eres nuestra guarida segura, que saliste del ranking mundial de la violencia o que tu gente vive pacífica así se trate de la paz de los sepulcros que invade a tantos. Es que te llevamos en la sangre, la que todavía corre por las venas o la derramada por los inocentes.

    Cuando Enrique Sánchez Alonso imaginó a Culiacán como bella tierra de ensueño plasmó la eterna quimera por la cual tanta gente ha luchado a lo largo de casi cinco siglos, desde que el conquistador Nuño Beltrán de Guzmán fundó la ciudad en 1531, hasta 492 años después que la actual generación más allá de habitarla, defiende a la entrañable Perla del Humaya. Y sí, ¿por qué no?, es un orgullo ser de esta tierra bañada por tres ríos.

    Este podría ser un buen momento para hacerle ver a nuestra patria chica que la queremos, así, aun con las cicatrices que le recalcan el crimen organizado y los malos gobiernos que para nada le han mermado la dignidad propia que corresponde a la huella de los conquistadores, de hace casi cinco siglos, y al hecho de ser la señorial capital de Sinaloa, desde 1830, fundación y liderazgo que obligan a aquilatar el pasado para proyectar al municipio al mejor futuro posible.

    Romper la barrera originaria del saco amniótico que en ocasiones aprisiona los sentimientos y nos hace poco expresivos a la hora de patentizar muestras de cariño, para declararle a Culiacán cuánto apego le tenemos, partiendo de la única limitante de no saber cómo decírselo. Disrumpir con el “te quiero” a flor de labios sin fijarnos en que quizá resulte el gesto arisco influenciado por experiencias citadinas que marcan, pero arrumaco al final de cuentas que le sea agradable a la cuna y al nido culiacanense.

    Te amamos, Culiacán, porque aquí aprendemos a reír juntos y a llorar entre todos. Unidos nos estremecemos frente a la amenaza e igual nos cohesiona la sensación de que el peligro ha pasado. La fiesta es unísona y la desgracia es también por consenso. Nunca dejamos solo al otro ni en las buenas ni en las malas y aunque a veces el silencio parezca indiferencia, realmente es la inexistencia de palabras adecuadas para expresarle al prójimo lo que sentimos al verlo tocado por la desventura.

    Salimos a buscarte y te encontramos, Culiacán, en aquellos episodios cuando pareciera que se extravía la civilidad en su totalidad, y al recuperarte ofrecemos la palmada y frase precisas para levantarte el ánimo. En ocasiones hasta te mentimos para evitar herirte más de lo que estás, diciéndote que eres nuestra guarida segura, que saliste del ranking mundial de la violencia o que tu gente vive pacífica así se trate de la paz de los sepulcros que invade a tantos. Es que te llevamos en la sangre, la que todavía corre por las venas o la derramada por los inocentes.

    Te seducimos con la música de tambora; el escarlata del surco repleto de tomates; las mujeres más hermosas e íntegras que pudieran existir; hombres de buena voluntad con jornadas productivas de sol a sol; camarones, aguachiles y callos de hacha que por si acaso no fueran afrodisiacos sí son el manjar envidiado por fuereños y lugareños, y las imperdibles carnes asadas y cerveza helada con que comienza la latente barbarie culichi. La machaca, el chilorio y el chorizo domesticados al grado de que el paladar los considere parte de tu origen, ciudad cosmopolita. El infaltable beisbol donde los desencantos trasmutan a camaradería, así vaya perdiendo el equipo de casa.

    Pero a veces también te ponemos en manos de malos políticos que te atormentan, saquean y traicionan en nombre de la ley que no puede ser otra que la de los malévolos ralentizados en sus fechorías por la justicia que viene a paso de tortuga. Igual has sido rehén de la alta delincuencia que con balas horada tu historia y tu decoro, la vida de tus hijos e induce el terror en la coexistencia en tus calles y plazas. Que hiere para siempre a las madres que deambulan en ti preguntando dónde están sus tesoros perdidos. Plomo y miedo dispersado en dos jueves negros que trasmutan a semanas y meses bajo la víspera de fuegos cruzados.

    Imposible homenajearte sin honrar tus valles, montañas y costas; tus intensos aguaceros que a cántaros lavan el suelo dejándolo listo para nuevos comienzos e inclusive los estiajes que recuerdan, y tal vez reclaman, la fragilidad en que elegimos estar por el abusivo despilfarro de lo que una vez nos proveíste en abundancia. Tus maíces y cannabis, los extintos arrozales y las legumbres y frutas que escriben tu verde historial de esperanzas. El rastro arqueológico de tus colonizadores; la mezcla de razas y costumbres en tus territorios. Los parques con iguanas, ardillas y aves como centinelas; la no rendición de tu centro histórico ante el dominio de lo moderno.

    Pese a todo, feliz 492 aniversario, Culiacán. Así, sin signos de admiración que denoten el sincero abrazo por la fecha ni símbolos de interrogación que pongan en entredicho la pertinencia del festejo. Vales mucho más que el tiempo cumplido; tu esencia está en la vivencia de cada uno que en ti reside y el inventario de hazañas colectivas imborrables en tu memoria y combustible hacia el gran porvenir.

    Hoy te cantamos al son que nos toca tu trío de ríos, como lo propone “El Negrumo”, abrazándote desde la sierra hasta el mar. Al envolvernos en tu atmósfera festiva recapitulamos la historia y fundamentalmente reflexionamos, ciudad y estirpe insignia, cómo deseamos que podamos entre todos ofrecerte un gran futuro.

    Reverso

    El rojizo rubor de tomates,

    Y ríos que alegres danzarán,

    Serán este día acicates,

    Para que permanezcas, Culiacán.

    Que empiece la fiesta

    A cargo del Alcalde Juan de Dios Gámez, ayer arrancó la cartelera de festejos del 492 aniversario de la fundación de Culiacán, con un fin de semana que ofrecerá eventos gastronómicos, artísticos, científicos, deportivos y culturales que cierran el domingo con el Gaxgo Tour 2023 abierto a ciclistas, runners y público en general. Excelente pretexto para refrendar la pertenencia a la ciudad en que vivimos.

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