En la columna anterior reflexionamos un poco sobre el ruido y el silencio. Señalamos que vivimos en una sociedad demasiado ruidosa y falta de silencio; sin embargo, habrá que reconocer que el mucho silencio también puede provocar ruido.
No obstante, para no perder el hilo de lo abordado, volvamos a conceder la palabra al escritor Erlin Kagge, quien -como lo mencionamos- tituló una de sus obras El silencio en la era del ruido.
Kagge indicó: “Muchos de los problemas de nuestra sociedad tienen su origen en el ruido. No hay más que ver la industria de las apps: Snapchat, Instagram, Facebook, Twitter... Todo el ruido que generan solo hace que la vida de las personas sea más difícil; hacen que la gente se sienta más sola, más inquieta, más frustrada, que piense que su vida es triste. Y todo ello está basado en esa necesidad de ruido”.
Precisó que las nuevas generaciones muestran desamparo, soledad y desconcierto cuando no se encuentran atrapados en la telaraña de las redes sociales: “Las investigaciones muestran que muchos jóvenes experimentan miedo y ansiedad cuando desconectan de sus redes; cuando, por ejemplo, su teléfono se queda sin batería o no hay wifi”.
Abundó que todos estos aparatos y móviles nos están secuestrando la capacidad de mantenernos en silencio: “El ruido del tráfico, las alertas del móvil e incluso el zumbido de nuestros propios pensamientos... el silencio parece inalcanzable”.
Sin embargo, el escritor noruego puntualizó: “silencio no significa necesariamente «ausencia de ruido», sino que es un recurso al alcance de cualquiera y en cualquier lugar: en medio del desierto, pero también en la ducha o en la pista de baile, es posible experimentar la quietud perfecta. Y esta permite el autoconvencimiento y la admiración ante el mundo”.
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