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    Durante todo el prianato los núcleos sociales fueron abandonados, los programas sociales fueron recortados, o los que eventualmente se ponían en marcha, con bombo y platillo, eran puro oropel, pura pantalla sin contenido ni calado para paliar la lacerante pobreza que cada vez era más ostensible en amplios sectores de la población.

    Aunque el vaticinio de resultados electorales es cosa compleja, en las recientes elecciones para Gobernador, tanto en Coahuila como en el Estado de México, acertamos en nuestros pronósticos. En una crónica anticipada, refiriéndonos a dichos eventos, adelantamos los resultados en virtud del comportamiento de los partidos y las tendencias del voto ciudadano.

    Dejamos constancia, en nuestras entregas previas a la elección, que Morena iba a alzarse con una contundente victoria en el Estado de México, arrebatándole al tradicional Grupo Atlacomulco la joya de la corona electoral del País. Estábamos seguros del triunfo de la profesora Delfina Gómez Álvarez, excelente candidata y gran educadora. Morena, con esta victoria estratégica, ha apuntalado su futuro triunfo en la elección presidencial del año próximo. También, debido a la falta de unidad, predijimos que lamentablemente la izquierda no alcanzaría el triunfo electoral en Coahuila

    La inmensa mayoría de los electores tiene conciencia sobre cuál es el papel que le toca cumplir en la transformación de este País y, en consecuencia, emite su voto, sin titubeos, a favor del programa de bienestar y democracia. La ciudadanía ha tomado con mucha responsabilidad su rol histórico en la transformación que se viene operando en el contexto nacional, de eso no hay duda. Los ciudadanos están claros y hacen lo que les corresponde para favorecer el proceso de transición a la democracia.

    Desde el inicio del gobierno de la cuarta transformación, la política dio un vuelco, de mucha trascendencia, poniendo atención a las clases más desposeídas, a los damnificados del neoliberalismo. Durante todo el prianato los núcleos sociales fueron abandonados, los programas sociales fueron recortados, o los que eventualmente se ponían en marcha, con bombo y platillo, eran puro oropel, pura pantalla sin contenido ni calado para paliar la lacerante pobreza que cada vez era más ostensible en amplios sectores de la población. No se percibía ningún ánimo en los gobiernos neoliberales por buscar la forma de mejorar la situación que condenaba a la pobreza no sólo a los más pobres, sino a capas medias enteras, empobrecidas al mismo ritmo que los oligarcas engordaban sus bienes y bolsas.

    Hoy, las políticas oficiales multiplican las acciones tendientes a abatir las enormes desigualdades prevalecientes, lo que ha motivado un innegable apoyo de las masas populares al Gobierno. Existen hechos que corroboran lo que afirmamos de manera contundente: la cuarta transformación marcha por buen camino y no se detendrá hasta consolidar el progreso de México por este sendero de bienestar. Tampoco los ciudadanos se desvían un ápice de ese objetivo histórico, buscando que nuestro País se convierta en una tierra promisoria para todos, no sólo para unos cuantos. En cuestión de alcanzar sus metas, los ciudadanos no se detienen ni para agarrar aviada. Con entusiasmo apoyan al gobierno de la cuarta transformación, porque tienen plena certeza de que están haciendo historia, al sepultar y dejar en el pasado a un régimen autoritario, que sólo favorecía al gran capital, sobre todo extranjero. Hoy se han erguido con valentía cívica para enrumbar al País políticamente a una democracia participativa y a una economía de bienestar, con justicia social, sin taxativas.

    En México una nueva clase política ha tomado la estafeta en la conducción del País. Eso implica cambios verdaderos en todos los ámbitos del Gobierno. Estos cambios deben ir a fondo, con soluciones a las carencias de todo género que aún persisten. Los ciudadanos están hartos del gatopardismo y exigen que los cambios sean a fondo. Los ciudadanos no van a permitir que se escamotee la justicia, en el más amplio sentido del término, ese objetivo es inmarcesible, sin medias tintas.

    Tras largo tiempo de espera, la ciudadanía está ávida de empezar a ver, cada vez con mayor celeridad, hechos que los lleve lo más pronto posible a una vida con plena democracia, con mejores oportunidades de trabajo y educación, con mejores sistemas de salud y seguridad social. De ese tamaño son las expectativas que tienen los ciudadanos que han hecho suyo el gobierno de la cuarta transformación, encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien tiene la virtud de hablar con claridad y sinceridad al pueblo, sin falsas poses y demagogia.

    Los obreros, campesinos y clases medias saben cuando un gobierno cumple lo que promete; en tal caso no titubean en brindarle su apoyo incondicional, seguros que de esa manera propician una vida de floreciente bienestar para todos.

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