Atisbos de mayor crueldad en Sinaloa
La narcoguerra: ¿informar u ocultar?
Hay en Culiacán otro modo con el cual el crimen organizado pretende la mayor repercusión del terror en la población, mediante la saña consistente en restos humanos que evidencian la mutilación de personas asesinadas y la colocación en sitios visibles para que algunos medios de comunicación y redes sociales hagan el resto en lo que respecta a la difusión de información intimidante. Si bien es cierto que la táctica del desmembramiento no es nueva, sí asusta la posibilidad de que se vuelva práctica común cuando Sinaloa avanza a los nueve meses de narcoguerra y la ciudadanía exige la pacificación.
Frente a dicha forma del narcotráfico para infundir horror, las secretarías de Seguridad Pública y Protección federal y estatal deberían comunicarle más a los sinaloenses en vez de reservar la información para uso de los aparatos de Inteligencia militar y policial. Al retener la información en los búnkeres del Gobierno se les da vuelo a conjeturas que sin filtros ni pruebas coadyuvan a hacer creer que la ruptura en el Cártel de Sinaloa vendrá con episodios más violentos y sanguinarios.
Se trata de cabezas humanas dejadas a la vista de todos en Culiacán, una el domingo por la calzada Heroico Colegio Militar, en la colonia Benito Juárez, cuando estaba a punto de iniciar la elección judicial, y otra ayer en la banqueta del Paseo Niños Héroes a la altura del Zoológico. El mismo 1 de junio, justo cuando se cerraba la votación para renovar a la Suprema Corte de Justicia, fue colocado otro cadáver sin dicha extremidad superior en una de las calles del sector Campiña, a un costado de una escuela privada.
Ayer el Gobernador se refirió a esos delitos que en menos de 72 horas redundan en la psicosis colectiva de la violencia y rebosan la capacidad de resistencia en las familias y sectores en permanente zozobra. Rocha Moya se concretó a informar que la Fiscalía General del Estado efectúa los estudios periciales para determinar características e indagatorias que correspondan.
El presentimiento social sobre el presente y el futuro desarrollo de la narcoguerra augura tiempos peores. Desde que inició el choque intracártel las decapitaciones han sucedido con tal intermitencia que se consideran actos violentos no concatenados, pero a partir de que el 25 de marzo fueron halladas partes del cuerpo mutiladas a un hombre asesinado, frente a una plaza comercial del sector Tres Ríos, y los hallazgos del 1 y 2 de junio, la congoja crece en la ciudadanía.
Sensacionalismos aparte, emerge la importancia de hacerles saber a los gobernados si la secuencia de crímenes de alta capacidad de turbación pública es un bucle de la misma guerra que afecta a Sinaloa desde el 9 de septiembre de 2024 o significa la injerencia de más grupos delincuenciales y mayor escalada del terror. Si el titular de la SSyPC nacional, Omar García Harfuch, y los participantes en la Mesa de Construcción de Paz en Sinaloa tienen o no el dominio de la situación deben clarificarlo en el objetivo de que la ciudadanía actúe en consecuencia de los riesgos que la acechan.
La sociedad requiere de datos fiables para instrumentar medidas al tamaño de las amenazas y evitar que los criminales la tomen desprevenida porque desde la narrativa oficial todo está en paz, no pasa nada. ¿Existen controles, sustentación y previsión en el Gobierno ante la presunción pública respecto a que nuevos actores y factores se agregan a las facciones que iniciaron la narcoguerra de Sinaloa? ¿La normalización de la violencia en el tejido social es la apuesta que equivale al sálvese quien pueda?
Con eludir la mención de ilícitos de alto poder intimidatorio, facilitando que los medios y las redes acudan a manejos carentes de la versión oficial, el Estado contribuye a la anarquía de la comunicación que reverbera la sensación de desamparo en la población que no la debe ni la teme en asuntos de criminalidad. Así, el mensaje masivo desprovisto de responsabilidad social y códigos de ética opera a favor del pánico común al ras de la paranoia.
Ojo entonces con la información vital que no fluye oportunamente a los sinaloenses mientras sí les llegan con puntualidad las noticias de la crueldad llevada a niveles que avisan de más barbaries inminentes. Las amenazas de la narcoguerra por más atemorizantes que sean es mejor que la gente las conozca antes de que pague las consecuencias por no haberlas previsto.
Gobierno que calla ayuda,
Con la táctica que silencia,
A que hiberne la violencia,
En la guarida de la duda.
El Índice de la Paz en México que será presentado hoy a las 10:00 horas en el hotel Marriot de Culiacán con el enfoque de “Jóvenes menores de edad en la crisis de seguridad”, aportará a conocer la auténtica realidad de Sinaloa en lo que corresponde a la acometida violenta y ojalá que les sea útil a autoridades federales, estatales y municipal para entender lo que dejan de hacer y lo que deben implementar en aminorar la percepción de desamparo en los sinaloenses. Analizarán Carlos Juárez Cruz, director del Instituto para la Economía y la Paz en México; Adrián López Ortiz, director general de Noroeste; Iván Velázquez, de SUMA IAP; Miguel Calderón Quevedo, del Consejo Estatal de Seguridad Pública; Saúl Meza, del Instituto Sinaloense de la Juventud; y Perla Anahí Zavala, directora de la Secundaria Emilia Obeso.