Delirio de persecución del Gobierno mexicano

    Resulta muy grave la manera en que el Presidente López Obrador presentó a estas organizaciones ciudadanas que recibieron recursos financieros de la USAID, como si fueran terroristas o enemigos públicos. Utilizar el poder del Estado para estigmatizar a instituciones civiles que realizan críticas al Gobierno es un acto que atenta contra los principios constitucionales que garantizan a todo mexicano la libertad de expresión y asociación.

    jorge.ibarram@uas.edu.mx

    -

    El problema con las conferencias mañaneras de López Obrador es que, cuando al Presidente se le acaban los temas, suele recurrir a polémicas para mantener encendido el debate y la confrontación con quien cataloga como sus rivales.

    En esta ocasión, AMLO presentó en su foro matutino una lista de organizaciones de la sociedad civil que recibieron donaciones de la USAID, como si esto fuera prueba del financiamiento norteamericano a grupos opositores que buscan desestabilizar al Gobierno mexicano.

    Bien sabe el Presidente, y si no lo sabe él, sus asesores lo sabrán, que la USAID es una agencia de cooperación internacional para el desarrollo, como la que tienen la mayoría de los países desarrollados y de renta media.

    Las agencias de cooperación son organismos establecidos para brindar ayuda técnica y financiera a las regiones más vulnerables o que están más rezagadas en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo establecidos en común acuerdo por la comunidad internacional.

    México, por ejemplo, tiene su propia agencia de cooperación, la AMEXCID, cuya área de influencia prioritaria es Mesoamérica y el Caribe, donde se ponen en marcha programas para alcanzar la integración regional y el desarrollo compartido.

    Sin duda uno de los esfuerzos más nobles de la última ronda de globalización fue la instauración de un sistema de cooperación internacional, mediante el cual los países reconocen la interdependencia para gestionar los grandes desafíos de la humanidad.

    Anteriormente, se creía que los problemas como la pobreza o la inseguridad eran asuntos que les competía tratar a las naciones de manera aislada. También se asumía que los únicos actores encargados de atender estos problemas eran los estados mediante políticas centralizadas de gobierno.

    Hoy, en la era de la modernidad reflexiva, se tiene plena conciencia que los riesgos globales son incontenibles geográficamente y por eso se vuelve necesaria una acción de tipo cosmopolita que involucra múltiples actores trabajando de manera coordinada.

    El funcionamiento de la cooperación internacional se basa en acciones que tienen como propósito coadyuvar entre gobiernos, organizaciones y comunidades en la atención a los problemas globales más apremiantes, como la reducción del hambre, la pobreza, la corrupción, el cambio climático y la educación.

    Así pues, se entiende que no solo los gobiernos, sino cualquier organización de la sociedad civil es susceptible a recibir financiamiento para la puesta en marcha de sus proyectos, siempre que sus objetivos estén alineados a las metas de la agenda internacional para el desarrollo.

    Esto desde luego no evita que las principales potencias del mundo utilicen la cooperación como un poder blando para incidir en las agendas de países donde tienen puestos ciertos intereses de seguridad nacional. Sin embargo, es una exageración pensar que esto viola por completo la soberanía, o que los países receptores del financiamiento son víctimas pasivas sin posibilidad de reacción.

    Por ejemplo, todos los gobiernos mexicanos, incluido el actual, han aceptado la “injerencia” norteamericana en asuntos que tienen que ver con el combate al crimen organizado y el control de las fronteras. México a cambio ha sido beneficiado con apoyo para impulsar su desarrollo.

    En este sentido, la USAID es una agencia que siempre ha estado presente de una u otra forma en las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos. En algunas ocasiones le brinda apoyo directo al Gobierno mexicano, y en otras ocasiones financia iniciativas ciudadanas, instituciones educativas y culturales para impulsar temas prioritarios para ambos países.

    Por eso resulta muy grave la manera en que el Presidente López Obrador presentó a estas organizaciones ciudadanas que recibieron recursos financieros de la USAID, como si fueran terroristas o enemigos públicos.

    Utilizar el poder del Estado para estigmatizar a instituciones civiles que realizan críticas al Gobierno es un acto que atenta contra los principios constitucionales que garantizan a todo mexicano la libertad de expresión y asociación.

    Es además una estrategia de propaganda en la antesala de la contienda por la Presidencia, que pretende desacreditar a los contrincantes, haciéndole creer a la opinión pública que el Gobierno mexicano está a punto de recibir un golpe de Estado orquestado desde el extranjero, cuando solo se trata de acciones enmarcadas en la cooperación internacional.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!