México ganó en futbol a Panamá sufridamente y con muchas críticas, pero lo hizo. Con el nombramiento fallido del historiador Pedro Salmerón como Embajador en ese país, perdió y por goleada. Aunque, más que México, quien sufrió la derrota fue el Presidente López Obrador... Si la aceptación de Quirino Ordaz como Embajador de México fue, finalmente, un triunfo político y diplomático del ínclito macuspeño, el rechazo panameño al presunto acosador Salmerón fue un rotundo fracaso.

    México ganó en futbol a Panamá sufridamente y con muchas críticas, pero lo hizo. Con el nombramiento fallido del historiador Pedro Salmerón como Embajador en ese país, perdió y por goleada. Aunque, más que México, quien sufrió la derrota fue el Presidente López Obrador.

    Si la aceptación de Quirino Ordaz como Embajador de México fue, finalmente, un triunfo político y diplomático del ínclito macuspeño, el rechazo panameño al presunto acosador Salmerón fue un rotundo fracaso.

    Los canaleros no han dejado el tema en el rechazo al protegido de López Obrador porque el Presidente mexicano atizó el fuego descalificando a la Canciller de Panamá, Erika Mouynez, al motejarla como inquisidora y actuar por cuenta propia, al margen de su Presidente. Las réplicas panameñas a AMLO se han venido en aluvión, y las de ex diplomáticos mexicanos, como las de la ex Embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, han sido muy severas.

    La postura de Agustín Gutiérrez Canet, ex diplomático mexicano y esposo de la señora Bárcena, como las de otros ex diplomáticos, periodistas, académicos y políticos de Oposición también han sido de reclamos y fuertes señalamientos al inquilino de Palacio Nacional. Canet dice que “la diplomacia mexicana, que alguna vez fue orgullo nacional, es un desastre, atrapada entre la soberbia presidencial y la pasividad diplomática del canciller”. Después agregaría en entrevista de radio con José Cárdenas, que la política exterior de México había “perdido el decoro”.

    Los errores garrafales de López Obrador en el manejo diplomático han minado su presencia en el concierto internacional, y más específicamente en el latinoamericano, los cuales forman parte de una ola de tropiezos al inicio de año.

    En términos de popularidad López Obrador había terminado muy bien 2020, al grado de que sus críticos se exasperaban con la población mexicana, a la que calificaban de ingenua, ilusoria, manipulable, etcétera, por conceder tan alta aceptación al Presidente. Sin embargo, las primeras encuestas de enero de 2021, como las del diario El Financiero, muestran una drástica disminución de 9 puntos en relación al 69 por ciento de diciembre pasado.

    Ahora bien, si vemos que el inicio de febrero ha sido lamentable para la 4T, contando tan solo el mal desempeño de la economía, la enfermedad cardiaca del Presidente, los traspiés diplomáticos y, sobre todo, el reportaje sobre José Ramón López Beltrán y su esposa Carolyn Adams, los pronósticos para febrero no se vislumbran alentadores.

    Los anticuerpos políticos de López Obrador han demostrado ser abundantes y fuertes, han resistido a lo largo de tres años caídas y golpes que pocos mandatarios resistirían. Su desempeño ha sido tan poco afortunado para los críticos que sorprende que aun navegue sin grandes averías en su popularidad. Sin embargo, habrá que ver si supera la tormenta que desató Carlos Loret de Mola con el reportaje periodístico que revela una supuesta corrupción del hijo mayor del presidente. Por lo pronto, mediáticamente, el periodista yucateco ha incendiado las redes y las columnas de la opiniocracia.

    En el trabajo periodístico de Loret de Mola, cuya reputación no es de ninguna manera intachable- tan solo recuérdese cómo fabricó el caso Florence Cassez- pueden observarse elementos convincentes, como el posible conflicto de interés entre López Beltrán, su esposa y un alto ejecutivo de la empresa Stella Holdings, la cual ha sostenido contratos con Pemex, que facilitó una casa de su propiedad a la esposa del hijo del Presidente mexicano. Este hilo debe investigarse a fondo; pero ¿por qué reclamarle al hijo de López Obrador que tenga un estilo de vida que no comulga con el de su padre? ¿O por qué echarle en cara al líder de la 4T que su hijo viva con lujos?

    Si se demuestra que ese modo de vida se paga con sobornos debe ser sancionado severamente, pero ¿por qué López Beltrán no sigue los dictados éticos que predica su padre hay que criticar el discurso ideológico del Presidente? Es absurdo. En todo caso que le critiquen que falló en inculcar los valores de la austeridad a su hijo. Si López Beltrán quiso casarse con una señora rica y que él comparte sus lujos, pues es su decisión muy personal. Podremos decirle a López Obrador que su hijo ignora su credo franciscano y que no tiene autoridad valórica sobre su hijo -al menos en el estilo de vida-, pero ahí no hay ninguna violación a las normas públicas.

    Es evidente que, en este caso, hay mucha manipulación de Carlos Loret de Mola. Éste debe centrarse en demostrar que hay conflicto de interés entre López Beltrán y el gobierno de su padre, y si él y su esposa con dinero ganado ilícitamente compraron una casa de un millón de dólares y un carro de lujo, y no en denostar al Peje porque su hijo vive como rico.

    No obstante, es este segundo aspecto el que más se está explotando mediática y políticamente, porque se le asocia con facilidad al affaire Casa Blanca de Peña Nieto y La Gaviota, el cual fue el inicio de la debacle del mexiquense.

    En fin, lo cierto es que el inicio de año no ha sido nada bueno para AMLO. Ya veremos qué tanto impacta en su popularidad, la cual se verá reflejada en las próximas encuestas.

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