El reverso de la moneda

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    Jamás había habido un Presidente en la historia de México que hubiese hecho una embestida tan brutal y sistemática contra los medios y sus colaboradores, llamándolos mentirosos, vendidos, chayoteros, servidores de la mafia del poder, hipócritas, entreguistas y corruptos, por mencionar sólo algunos adjetivos.

    Casi desde el inicio de su sexenio López Obrador ha insistido de manera periódica en que él ha sido el Presidente más atacado de la historia, al menos desde Francisco I. Madero.

    Lo ha dicho de diversas maneras: “...estoy pensando en lo que le hicieron a Madero, el apóstol de la democracia, que todos lo medios del antiguo régimen se le lanzaron, fue una campaña feroz ... tachándolo de loco, de espiritista, y era la prensa que venía del antiguo régimen muy subvencionada”; “Soy el Presidente más atacado en los últimos 100 años. Diario son ataques. Es un timbre de orgullo, porque quiere decir que vamos avanzando”; “Es una lluvia, una tormenta de mentiras. Los medios de información ... son medios de manipulación con honrosas excepciones y para tener una dimensión histórica nunca ... en más de un siglo se había atacado tanto a un Presidente como ahora, nunca”.

    Ya hace tres años Luis Estrada, director de SPIN, mostró que ésta era una más de sus mentiras y que en un comparativo 2008-2014-2020 tanto Calderón como Peña Nieto habían recibido el mismo o mayor número de críticas.

    De lo que nunca se habla es del reverso de la moneda. Digámoslo claro. Jamás había habido un Presidente en la historia de México que hubiese hecho una embestida tan brutal y sistemática contra los medios y sus colaboradores, llamándolos mentirosos, vendidos, chayoteros, servidores de la mafia del poder, hipócritas, entreguistas y corruptos por mencionar sólo algunos adjetivos.

    Comparto con el lector una lista de los más mencionados directamente en la mañanera, aunque muchos otros han sido aludidos al menos una vez cada quince días.

    Medios:

    - Reforma, 1,009 = 4.2 veces por semana

    - Universal, 681 = 2.84 veces

    - Proceso, 253 = 1.05 veces

    - Imagen Noticias, 225 = 0.94 veces

    - Animal Político, 85 = 0.35 veces

    - Nexos, 48 = 0.20 veces

    Comentaristas:

    - Carlos Loret, 553 = 2.3 veces por semana

    - Krauze, (no distingue entre Enrique y León), 361 = 1.5 veces

    - Héctor Aguilar Camín, 270 = 1.1 veces

    - Ciro Gómez Leyva, 251, = 1.05 veces

    - Joaquín López Dóriga, 199, = 0.83 veces

    - Carmen Aristegui, 196, = 0.82 veces

    - Raymundo Riva Palacio, 126, = 0.5 veces

    Organizaciones de la sociedad civil:

    - Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, 204 = 0.85 veces por semana

    - Artículo 19, 77 = 0.32 veces

    - Claudio X. González de Unid@s, 534 = 2.23 veces

    López Obrador ha asegurado una y otra vez que a pesar de ser el Presidente más atacado de la historia y de ser víctima de los excesos que se realizan en los medios de comunicación él garantiza la libre expresión y su respuesta es “la libertad no la censura”. No es así.

    La censura tiene muchas caras. Quizá no se de cuenta de que la palabra de un Presidente es cosa seria y conlleva un peso muy distinto al del ciudadano común, que los medios y quienes en ellos trabajamos estamos, entre otras cosas, para vigilar a los gobiernos y comentar sobre sus políticas públicas y que sus críticas, casi siempre infundadas, tienen un efecto inhibitorio. Tampoco parece darse cuenta que el sector de los medios de información no cuenta con el aparato del Estado para revelar datos personales y violar su privacidad, ordenar auditorías e inhibir a anunciantes y donantes provocando mayores dificultades en su trabajo.

    Sin implicar que el Presidente haya tenido que ver con el suceso, ni siquiera ha tenido la delicadeza de dejar de mencionar al periodista Ciro Gómez Leyva después del atentado que sufrió el pasado 15 de diciembre.

    La libertad de expresión también tiene muchas caras. Entre ellas, “crear condiciones que permitan a los periodistas desarrollar su labor” y “no interferir con el trabajo de los periodistas ni con la línea editorial de los medios, no establecer mecanismos de censura directa o indirecta y no obstruir el acceso a la información pública”. No pareciera que esta administración se apegue a estos estándares.

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