El temor
a la muerte

ÉTHOS
02/11/2022 04:00
    La muerte, desde antiguo, ha constituido un enigma y tabú para el ser humano, que ha intentado horadar el misterio que lo desborda, pero se declara incapaz para descorrer el velo que cubre ese instante supremo, lo que le transmite miedo y llena de temor. La fe viene a cubrir ese vacío, pero tampoco brinda consuelo a muchas personas.

    rfonseca@noroeste.com

    rodifo54@hotmail.com

    La muerte, desde antiguo, ha constituido un enigma y tabú para el ser humano, que ha intentado horadar el misterio que lo desborda, pero se declara incapaz para descorrer el velo que cubre ese instante supremo, lo que le transmite miedo y llena de temor. La fe viene a cubrir ese vacío, pero tampoco brinda consuelo a muchas personas.

    Ante ese momento absoluto, místicos, filósofos y poetas han tratado de ofrecer unas palabras que mitiguen el sabor del absurdo sinsentido. Epicuro, por ejemplo, decía que era irracional temer a la muerte:

    “Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros. Porque todo bien y todo mal residen en la sensación, y la muerte es privación del sentir. Por lo tanto, el recto conocimiento de que nada es para nosotros, la muerte hace dichosa la condición mortal de nuestra vida; no porque le añada una duración ilimitada, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada hay, pues, temible en el vivir para quien ha comprendido rectamente que nada temible hay en el no vivir”.

    Cuando existimos, precisó Epicuro, la muerte no está presente, y cuando ella está presente nosotros ya no existimos. Por tanto, “es necio quien dice que teme a la muerte, no porque le angustiará al presentarse, sino porque le angustia esperarla”.

    Muchos siglos después, Schopenhauer subrayó: “a la voluntad de vivir le está siempre asegurada la vida, y mientras ella aliente en nosotros, no debemos preocuparnos por nuestra existencia, ni aun ante el espectáculo de la muerte... Nacimiento y muerte pertenecen por el mismo título a la vida y se mantienen en equilibrio entre sí como condicionados recíprocamente o, si se nos permite esta expresión, como polos del fenómeno total de la vida”.

    ¿Temo el momento de mi muerte?