La vida es trazada por decisiones personales e incluso decisiones del destino. Esta semana se dio a conocer la historia de Emiliano, un niño de 12 años, quien perdió la vida por haber recibido tres balazos y no sobrevivir a dichos impactos de bala. En redes sociales se compartió la noticia y se señaló que el motivo por el cual había sido baleado fue por defender a su madre de un secuestro, pero esto fue desmentido por la propia madre.
Lo que Usted lee le puede ocasionar un impacto, pero nada como el video que se compartió de Emiliano gritando que no quería morir, mientras era atendido por vecinos de lugar, quienes buscaban auxiliarlo; lamentablemente perdería la vida por el impacto de dichas balas al ser atendido en un hospital horas después.
En redes sociales también se compartió que el hospital no contaba con los insumos suficientes para atender y curar las heridas de Emiliano, esto fue desmentido por Carlos Manuel Merino, Gobernador de Tabasco, quien señaló que había sido un ataque con saña.
Por su parte, la madre de Emiliano a través de redes sociales agradeció a quienes estuvieron en el último adiós a su hijo, señaló que soñaba con ser ingeniero, que cursaba el primer año de secundaria y que pedía justicia divina para quienes le quitaron la vida. Pidió también respeto y discreción para no causar más morbo y dolor en esta situación.
A ciencia cierta quizá no sabremos qué fue lo que pasó que ocasionó que el niño recibiera esos tres balazos, no creo que haya sido una decisión personal de Emiliano, pero sí una decisión personal de quienes lo balearon.
Esperemos que se realice una investigación que nos dé claridad sobre lo ocurrido, pero, especialmente, que se castigue a los culpables, esto debería de ser el mínimo satisfactor, de lo contrario en alguna parte estaríamos fallando como sociedad. Si este tipo de situaciones las seguimos normalizando (al igual que estamos normalizando el que avienten “ponchallantas” en las calles de Culiacán), no es normal, no debe ser normal y rotundamente debemos señalarlo: un niño no debe de morir por recibir tres impactos de bala, un niño de 12 años debe de estar emocionado por terminar la educación primaria o en su caso emocionado por ya estar cursando la educación secundaria.
Las sociedades no se descomponen completamente de un día a otro, pero este tipo de “hechos”, si se ignoran o normalizan, terminarán por descomponer aún más nuestra sociedad.
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