En cuanto a la política interna del Gobierno federal, vamos por buen camino. No pasa lo mismo en el ámbito internacional, vemos claroscuros que no satisfacen las exigencias de los pueblos, guerras y crisis en diversos puntos del planeta. La humanidad se encuentra en constante zozobra en diversos lugares del mundo.
Lo hemos dicho y lo reiteramos: confiamos en que los conflictos se desactiven gracias a la diplomacia, que se arribe, por medio de acuerdos políticos, a la concordia entre los gobiernos en conflicto. Decía Carl Clausewitz, un clásico de la teoría militar, que la “guerra era la extensión de la política por otros medios”, cuando se cierran las salidas políticas y se amplifican los diferendos estallan las guerras. Eso debe de evitarse, para no permitir que los pueblos sufran esos estragos y se agrave su crisis de por sí difícil de imaginar.
Urge una solidaridad internacional en el Medio Oriente, para exigirle al gobierno sionista de Netanyahu que cese su guerra de “limpieza étnica” en Gaza y levante el bloqueo que impide la entrada de ayuda humanitaria al pueblo más martirizado de la historia contemporánea. Por fortuna, esta semana el gobierno de China, en una audaz maniobra aérea, dejó caer en Gaza toneladas de alimentos, agua y ayuda humanitaria. Y los gobiernos de España y Andorra, oficialmente, se pronunciaron por levantar el bloqueo que sume en el sufrimiento al pueblo palestino.
Los pueblos de Medio Oriente son pueblos ricos en recursos naturales, pero eso mismo los vuelve susceptibles a las acechanzas permanentes sobre su suelo por parte de los poderosos. Palestina, que ahora está en el centro de la agresión del gobierno sionista de Israel, es un estado milenario, con una gran riqueza histórica y cultural, pues en su territorio se ubica la ciudad de Jerusalén, centro de culto para cristianos y musulmanes; y Belén, origen de uno de los cultos más extendidos del planeta.
La historia contemporánea en el Medio Oriente ha sido, en buena medida, una historia de intervención. Los países poderosos han tumbado gobiernos legítimamente electos, usando pretextos banales o incluso falaces para invadir a esos pueblos. Y, con el mayor descaro, una vez logrados sus objetivos, han declarado estos invasores que lo que dijeron no tenia fundamento, todo fue un montaje para lograr sus fines; a ese grado han llegado para apoderarse de las riquezas naturales de esos pueblos. La ambición hegemónica de las potencias no tiene límite, cuando se trata de lograr sus propósitos expansionistas en el mundo globalizado.
Seguimos viendo el martirio en Gaza, donde la agresión israelí no tiene límite, con el fin de expulsar al pueblo palestino de sus tierras que por siglos han poseído. Hoy el sionismo de Israel lleva a cabo una estrategia de “tierra arrasada”, tratando de expulsar a ese martirizado pueblo de Gaza, y apropiarse de su territorio, mientras son masacrados niños, ancianos, mujeres diariamente por parte de ejército de Israel, el mejor pertrechado en esa región. La ONU tiene que realizar una más activa campaña y detener esa guerra de barbarie que Israel, con la complicidad del Presidente Trump, realiza en Medio Oriente.
Esperemos que esa pesadilla termine y que los pueblos avancen en consolidar la paz verdadera y permanente en todos los confines del mundo, y que la humanidad logre la paz y no vuelvan nunca más las agresiones entre las naciones. Esa es la aspiración suprema de la humanidad, alcanzarla es una utopía, cuando menos hay que pensarlo como una posibilidad realizable, frente a tanto desfiguro.
México se prepara para llevar a cabo un evento histórico: la elección de jueces y magistrados y ministros de ese importante poder de la Unión. No dejemos pasar la oportunidad de cumplir, como ciudadanos, con el deber cívico y concurrir a las urnas, este 1 de junio, a depositar nuestro sufragio y elegir a los mejores juzgadores del Poder Judicial.
El pueblo nunca se equivoca, es sabio en sus decisiones y el 1 de junio que viene lo va a demostrar plenamente para beneplácito de todo el pueblo.