Gran alianza política por Sinaloa
Dos guerras: futurismo y narcos

OBSERVATORIO
05/08/2025 04:02
    Los sinaloenses estamos empeñados en resolver la crisis humanitaria en la que nos metió el narcotráfico, sin fuerzas ni ganas para dirimir cuestiones de índole proselitista. La proliferación de apetitos de poder, de aspirantes que brotan como hongos en la tierra humedecida por la sangre, resulta ofensiva, indolente; es un agravio para las familias que lloran a sus muertos y buscan a los desaparecidos. Nadie nos preocupamos ni ocupamos ahora por determinar la proyección del voto.

    Emparejar el conflicto preelectoral local con la crisis de la seguridad pública que deriva de la guerra librada dentro del Cártel de Sinaloa constituye la abominación de agregarle crispación y confusión a una sociedad de por sí imposibilitada a identificar entre aquello que le es útil para administrar los miedos, o lo que pertenece a la anarquía como método de inducir la toma desesperada de decisiones en la atmósfera densa por el humo de las balas. Por desgracia, a la aun inconclusa alianza social por la paz le sobrevendrá pronto la urgencia del pacto en favor de treguas políticas.

    Sean de las siglas partidistas que sean, es extraño no ver a los precandidatos formados en las filas de los pacificadores y sí marchar por adelantado en las columnas del oportunismo político, midiendo garras y dientes con las fauces del monstruo de la violencia. La colosal impertinencia de instalarse en la memoria de los sufragantes mediante la petición del voto cuando la gente no piensa en otra cosa que exigir seguridad pública.

    Resulta tan ominosa la hipótesis de la balcanización de Sinaloa dividiendo a la sociedad en seguidores o simpatizantes de uno u otro candidato o partido, como infausta es la propuesta de que la tranquilidad y legalidad sean reimplantadas por el extermino doméstico en la organización del narcotráfico. El oscurantismo postulado por la política o el crimen no son la solución sino la agudización de los males que hoy nos aquejan indistintamente.

    Los sinaloenses estamos empeñados en resolver la crisis humanitaria en la que nos metió el narcotráfico, sin fuerzas ni ganas para dirimir cuestiones de índole proselitista. La proliferación de apetitos de poder, de aspirantes que brotan como hongos en la tierra humedecida por la sangre, resulta ofensiva, indolente; es un agravio para las familias que lloran a sus muertos y buscan a los desaparecidos. Nadie nos preocupamos ni ocupamos ahora por determinar la proyección del voto.

    Ese ímpetu debería gastarlo la candidatocracia en tomarse de la mano de miles de familias que sufren los diferentes modos de pérdidas en medio de guerras. Finalmente la elección será definida con la negativa del voto a los políticos que en la barbarie no vieron a ciudadanos caídos y lastimados, percibiéndolos en cambio como carne de cañón que en situación de debilidad son propensos a la demagogia.

    El apremio consiste en respaldar unánimemente las iniciativas que sean fiables para salir del brete en el que coexistimos, pero a la vez mantener la inteligencia y capacidad de dirimir en lo que respecta a celadas tendidas para adentrarnos más en el terror y desamparo. Al asumirlo todo como fracaso, instalarnos como inquisidores de terceros y solapadores de las particulares malas intenciones, asumimos el peligro de que el canto de las sirenas nos conduzca a peores salvajismos.

    Y sí. Se ven mal las candidatas y candidatos de los diferentes partidos al mostrar sus avideces frente al 6 de junio de 2027, no tanto porque quieran situarse en lo alto de los indicadores de preferencia electoral sino debido a al traslape de búsqueda de votos en el contexto de la narcoguerra. ¿A qué sinaloense le interesaría en la presente coyuntura perfilar el sufragio cuando la prioridad consiste en resistir a la barbarie que toca a las puertas de todos?

    Por favor, dejen de alucinar. Por un momento hagan de lado sus aspiraciones que son legítimas, pero también resultan imprudentes ya que Sinaloa llama a superar los cismas y preponderar el gran acuerdo en construcción de paz verdadera y sostenida, abanderando las fundamentales propuestas y estrategias sin voltear a distinguir de dónde vienen y sí escudriñar en la viabilidad y pertinencia.

    Háganlo, candidatas y candidatos, pensando que con el hecho de reencarrilar a Sinaloa en los rieles de la civilidad y Estado de derecho podrán recibir, en caso de que el voto democrático les favorezca, la titularidad del Ejecutivo Estatal en situación de gobernabilidad, sin que estorben en el timón político el crimen y su poder fáctico.

    Reverso

    ¿Para qué otra guerra falaz,

    Por la codicia que le resta,

    A la emergente propuesta,

    De recuperar juntos la paz?

    Brillos de fe

    Si en la oscuridad de casi un año de narcoguerra no sabemos distinguir los tenues destellos de luz como la reducción paulatina aunque todavía insuficiente en homicidios dolosos, la mejoría en la percepción de seguridad en Mazatlán, las acciones para que Sinaloa tenga una mejor Policía, la eficacia de operativos logrados por la enorme presencia de fuerza pública federal, la toma del control de la seguridad en la autopista Mazatlán-Culiacán por parte de la Guardia Nacional y el acercamiento del Gabinete de Seguridad Nacional con sectores sinaloenses, entonces caeríamos en el error de perder los atisbos de esperanza, por más sutil que ésta sea, prosiguiendo en caída libre por el tobogán del escepticismo. Volvamos a creer que al final de cuentas es la negra noche la que nos permite contar con amaneceres maravillosos.