En 1977, se publicó un libro del sacerdote, escritor y académico mexicano Joaquín Antonio Peñalosa, que llevaba por título: “Humor con agua bendita”, donde abordó, con inteligencia y frescura, una síntesis equilibrada entre inteligencia, respeto y carcajadas.
De hecho, fue miembro del Seminario de Cultura Mexicana y de la Academia Mexicana de la Lengua, entre otras asociaciones a las que perteneció.
En verdad, la broma y la ironía no están peleadas con la religiosidad, reflexión, diversión y buen tono. Hay personas inmensamente grandes (y no nos referimos a su tamaño corporal) y extremadamente sencillas; personas cuya estatura intelectual o moral está muy por encima de nosotros, pero que no pierden el piso, porque verdaderamente les interesa conocer, platicar e intimar con quienes tienen al lado o enfrente.
Mientras se preparaba para el viaje a Mongolia acompañando al Papa Francisco, el escritor español Javier Cercas le preguntó a Lorenzo Fazzini, director de la Librería Editora Vaticana, cuántas personas trabajan en El Vaticano. Como la pregunta cogió a Fazzini dando una mordida a un pedazo de pizza, Cercas recordó una conocida anécdota de Juan XXIII cuando le plantearon la misma cuestión. El llamado “Papa bueno”, respondió con una gran dosis de humor: “Más o menos la mitad”.
Es proverbial, también, la cercanía y sencillez del Papa Francisco al dialogar con los reporteros de la fuente vaticana que lo acompañaban en sus viajes apostólicos. Cercas comentó que la reportera mexicana Valentina Alazraki fue la primera informadora en cubrir 150 viajes papales. Durante un viaje a Emirato Árabes, a bordo del avión, el Papa la celebró con una tarta con los colores vaticanos y una vela del número cero. Guiñando un ojo, el Pontífice le dijo: “Para preservar el secreto de la edad”.
¿Combino humor, seriedad y respeto?