rfonseca@noroeste.com
rodifo54@hotmail.com
Los dos términos que conforman el título de esta columna pueden parecer extraños, antagónicos e irreconciliables. Sin embargo, la frontera que une a ambos conceptos es muy sutil y vecina, como aseguró el escritor Juan Villoro en la segunda sesión del curso “Gabriel García Márquez: de la crónica a la ficción”, que se realizó en febrero de 2021, en Xalapa, Veracruz:
“La épica apuesta por un tono heroico, grave y serio, y Gabo lo fusiona a la perfección con la ironía en obras como Cien años de soledad”, subrayó Villoro, digno hijo del filósofo Luis Villoro, transterrado a México por la guerra civil española y que el 5 de marzo cumplirá nueve años de fallecido.
Si atendemos a la etimología de estas voces, épica es un género literario que originalmente se transmitió oralmente o se cantaba, posteriormente se comenzó a escribir. Ironía, por su parte, significa disimulo o pregunta que se formula fingiendo ignorancia. Proviene del verbo antiguo ειρω: yo digo y fue muy utilizada por Sócrates con su método mayéutico.
Para comprender mejor el vocablo ironía, recordemos que Sócrates afirmó no saber nada; sin embargo, esta postura se puede comparar con un espejo colocado delante del interlocutor para hacer notar el error en su interpretación y, así, invitarlo a que reconozca su equivocación sin necesidad de hacer gala del propio saber y conocimiento.
El escritor Thomas Mann señaló que no debe existir contradicción entre objetividad e ironía, sobre todo en el terreno del arte: “De ella hablo cuando hablo de la objetividad irónica de la épica. No deben ustedes pensar en frialdad y falta de amor, burla y sarcasmo. La ironía épica es más bien una ironía del corazón, una ironía amorosa; es la grandeza llena de ternura por lo pequeño”.
¿Utilizo correctamente la ironía?
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.
