Siempre que surge el tema del Jardín Botánico de Culiacán, hay polémica. Pareciera que en Culiacán solo hay dos posiciones al respecto, a favor o en contra. Particularmente, considero que el desconocimiento de lo que ahí existe y por qué existe es en realidad el problema. De esto, todos somos responsables y por ello quiero exponer mi opinión.
Hablar del Jardín Botánico de Culiacán es hablar del Ingeniero Carlos Murillo Depraect, fundador e impulsor de este lugar. En 1986 se inauguró y comenzó este proyecto en permanente construcción. Los jardines botánicos son lugares con vida que nacen, crecen y se reproducen. He visitado infinidad de veces este lugar y en cada visita que hago descubro algo nuevo en él. Es un parque público que resguarda diecisiete colecciones botánicas que requieren de cuidados especiales donde se incluyen más de mil especies botánicas del mundo, más de trescientas especies en conservación bajo riesgo de desaparición. Todo ello en solo diez hectáreas cómodamente visitables.
Además, el Jardín Botánico no solo exhibe, también conserva y reproduce principalmente las especies de flora de la región, mediante su Banco de Germoplasma y su Herbario donde resguardan cientos de miles de semillas que el mismo jardín produce. Este lugar es el principal promotor de la tan urgente recuperación de la flora regional en nuestras ciudades. Tiene un centro de investigación y un programa educativo permanente dirigido principalmente a la niñez sinaloense. Y en otro orden de ideas, pero sin desentonar, el jardín Botánico contiene también una colección de veintiún obras de arte (y otras en proceso) que guardan un sutil equilibrio con su contexto natural. El jardín y las obras de arte se fusionan con la discreta y bella obra de la arquitecta Tatiana Bilbao para hacer de todo el parque una sola pieza de arte disfrutable en cada paso que das al recorrerlo.
La manzana donde se ubican las diez hectáreas que conforman el Jardín Botánico la comparten con otro gran espacio verde de treinta hectáreas aproximadamente denominado Parque Ecológico. Ambos espacios los divide el andador Río de Janeiro que, en mi opinión, se ha convertido en la calle más accesible, diversa y dinámica de la ciudad de Culiacán. En este lugar sucede todo tipo de acontecimientos culturales, recreativos, deportivos y familiares. Podemos ver convivir más de diez actividades deportivas y recreativas diferentes a lo largo de sus cuatrocientos metros de recorrido. Es un lugar de encuentro de amigos de todas las edades. Es un lugar de prácticas deportivas, de fotografías de graduados, de paseo de perros, de picnics, de bazares, de romances, etc. Este andador lo enmarcan dos largas filas de árboles Banyan (Ficus Benghalensis) a los que todavía les falta crecer a pesar de que fueron sembrados hace quince años aproximadamente y ya lucen gigantes. Todavía recuerdo la expresión del ingeniero Murillo al describirlo: “verán cuando esto árboles crezcan lo que significarán para este lugar”. Lo soñó, lo visualizó y hoy Culiacán entero puede disfrutarlo. Quizá fue el último proyecto que conoció en vida, un legado invaluable.
Dadas las características especiales que un jardín de esta magnitud requiere, el gobierno del estado de Sinaloa optó por realizar un convenio con la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa (organización de asistencia privada) para que esta administre y sostenga el lugar. Actualmente, más del cincuenta por ciento del recurso que se requiere para el mantenimiento del parque proviene de aportaciones privadas, principalmente donativos. Es así como se puede mantener el lugar, además de una serie de actividades y eventos que generan recurso para invertir en su mantenimiento. Se cuestiona el cobro de veinte pesos por la entrada al Jardín Botánico. Irrisoria cantidad comparada con lo que el lugar nos ofrece. Poco se dice que hay un día de entrada libre (martes) todas las semanas. O que gente de tercera edad, niños y jóvenes estudiantes pagan solo la mitad. Lo indiscutible es que toda la manzana sigue y seguirá siendo propiedad pública.
De la obra recientemente cancelada, el llamado Sendero, solo espero que pronto se recapacite al respecto y el proyecto se realice. Es una intervención más para la consolidación del mejor espacio público de Culiacán. Sendero es la propuesta de un nuevo andador iluminado, reforestado y equipado que vendría a darle más seguridad al área central de Parque Ecológico.
Algunas voces calificaron este proyecto de “ecocidio” o de un “proceso de privatización”. Desde mi punto de vista es una inmejorable oportunidad de incrementar actividades -deseables y urgentes en la actualidad- como las que el andador Río de Janeiro hoy nos ofrece. Particularmente reconozco las décadas de esfuerzo y crecimiento que la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa ha invertido en este lugar que goza de infinidad de reconocimientos internacionales y que es de todos y para todos los culichis. Voto por este y todos los proyectos que están convirtiendo a este lugar en la Manzana Verde de Culiacán.