Junio 1, reto para Rocha y Sinaloa
Elección judicial: el enredo asusta

OBSERVATORIO
30/05/2025 04:02
    Ojalá que no, pero todo parece dispuesto para que resulte un sistema judicial que cierre la pinza del autoritarismo en México, sin que haya la Oposición fuerte e íntegra aunque sea para impugnar la votación.

    Existen dudas y certidumbres en lo que corresponde al Gobierno, desconfianzas y entusiasmos en el ánimo ciudadano, así como apetitos e inapetencias en los políticos, en lo concerniente a la elección de domingo para designar mediante el voto popular a los que estarán en la parte más alta de la pirámide del Poder Judicial Federal, tal vez para hacerlos más serviles al todopoderoso régimen de la Cuarta Transformación, o bien darle en blanco el cheque de la confianza ciudadana a la promesa oficial de robustecer la justicia con independencia y pertinencia.

    Por lo pronto, sean peras o manzanas, chocan entre sí las dos apuestas que marcan el primer proceso electoral realizado en México para renovar la integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues este 1 de junio resultará clarificado si los mexicanos reculamos hacia la dictadura o avanzamos a la reivindicación de la autonomía del sistema procesal. Asistimos o nos ausentamos en la encrucijada de cuya salud o achaques depende el progreso o regresión en constitucionalidad.

    La advertencia de expertos nacionales e internacionales en la materia es mayoritariamente en el sentido de la involución. Una vez fusionadas las instituciones gubernamentales y parlamentarias en el rehabilitado dogma de “el Ejecutivo ordena y el Legislativo obedece”, será poco probable que el segundo piso de la 4T, desde donde la Presidenta Claudia Sheinbaum quita y pone, acepte como resolutivo un modelo judicial autónomo con el auténtico libre albedrío de la Judicatura.

    Será una votación desdeñada por la gran masa comicial, a no ser que funcione el operativo donde la participación ciudadana, sin saber qué vota o cómo elige, legalice la teoría de la democracia preconstruida en los sótanos de la política cuatroteísta. En el mejor de los casos, ojalá que la gente salga a votar y que al tiempo corroboremos que la mayoría de los que resultaron electos son probos, insubordinados y con la Constitución como único credo.

    El Instituto Nacional Electoral, que lleva el control de esta votación inusitada, queda debiendo en cuanto a hacerle entender al ciudadano común y corriente cómo navegar sin naufragar en el intento en ese mar de nombres, números, cargos y demás bretes, más difícil de sobrellevar si los oponentes y los conformes le agregan lodo a un río de por sí revuelto. Al órgano comicial se le percibe forzado a hacer un proceso en el que no quería participar.

    Al final de cuentas, fortalezas y deficiencias aparte, la jornada electiva llegó a su cita con la historia y para el bien del País, y sobre todo por cuestiones de sobrevivencia o estertores de la 4T, que no vaya a resultar este ejercicio “democrático” como el cuento de Frankenstein y su monstruo donde el creador del esperpento acabó siendo víctima de su propio adefesio. Tenga cuidado la Presidenta con la misma sociedad que la puso en el cargo el 2 de Junio de 2024, multitud cívica que no quiere echarse el paquete de asestarle el tiro de gracia a la independencia entre poderes.

    Ojalá que no, pero todo parece dispuesto para que resulte un sistema judicial que cierre la pinza del autoritarismo en México, sin que haya la Oposición fuerte e íntegra aunque sea para impugnar la votación. Los partidos adversarios del régimen en funciones acudieron al equívoco de llamar a la abstención, evidenciándose en la derrota moral en la cual hasta temen que los ciudadanos recuerden los colosales fraudes electorales priistas, o los ultrajes a la voluntad democrática perpetrados por mandatos panistas.

    En lo estrictamente local, el único impacto tendrá que ver con la aportación de los morenistas en posición de servicio público para el éxito o fracaso que arroje la elección en Sinaloa, siendo mayor la responsabilidad que le toca al Gobernador Rubén Rocha. Si en 2024 el entonces Presidente Andrés Manuel López Obrador le encargó conseguirle mayoría abrumadora de votos a Claudia Sheinbaum, hoy es la Presidenta la que le asigna la encomienda la alta participación que legitime la democratización de la Corte.

    Veamos qué resulta. A Sheinbaum y la circunstancia de ser la primera mujer que ocupa el cargo de Presidenta de México no le conviene que en su biografía política resalte la mancha de la elección judicial con fines de sometimiento de tribunales y jueces a todo lo que se les ordene desde Palacio Nacional. Ya está frente al timón mexicano y lo menos que debe ofrecer es la resignificación de la democracia como mandato del pueblo y no como artículo plastificado que se moldea al capricho de tentaciones tiránicas.

    Reverso

    Así parezca fraude, la neta,

    Y porque votar es un embrollo,

    La gente vería bien el rollo,

    De que le den llena la boleta.

    Sequía sobre sequía

    Al contrario de la ley seca que se implementará el 1 de Junio y tomando en cuenta las pocas ganas de los sinaloenses por participar en una votación que les resulta equis, a los organizadores de la elección judicial les faltó creatividad porque habría enormes filas en las casillas si hubieran ofrecido un six de cerveza bien fría a cada ciudadano que soportando el inmenso calor, la escasez de agua para beber, y sacrificando una hora del descanso laboral se tomara la molestia de acudir a avalar la ocurrencia dominguera de la Cuarta Transformación. Dejar sin el líquido ambarino a la población electiva le puede significar al INE y candidatos quedarse pasado mañana sin recibir el voto popular.