Justicia eficaz para Alejo Valenzuela. No a la lista de crímenes irresueltos

OBSERVATORIO
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    Sea cual sea la motivación del asesinato del ex Regidor de Culiacán, se necesita la verdad de quién y por qué cometió el crimen. Aprisa, antes de que cobren vuelo las conjeturas que ya asoman en la pródiga imaginación de los sin justicia. Creíble, para cerrarles el paso a informes forenses elaborados al vapor como respuesta en falso a masas deseosas de Estado de derecho. Con carpetas de investigación y detenido(s) fundados en pruebas que impidan que esto acabe en otro fiasco ministerial-judicial.

    Para mayor zozobra de los sinaloenses, los crímenes de alto impacto no faltan en la agenda de por sí angustiante para la gente de esta tierra que no debiera ser distraída de sus actividades lícitas esenciales cada vez que un ciudadano pacífico cae, que braman las armas de grueso calibre en enfrentamientos entre criminales y militares o que rugen los motores de helicópteros de guerra sobre las azoteas de casas en barrios, colonias, cotos residenciales o comunidades rurales. A la obra colectiva de construcción de paz se le interrumpe asiduamente por la tenaz capacidad de los criminales para echarla abajo.

    A este sentimiento de impotencia y desamparo aportó el martes la muerte de Alejo Valenzuela López quien con su trayectoria de activista en varios partidos, más recientemente en Movimiento Ciudadano, obliga a preguntar si el móvil tiene que ver con su participación en la política. Las circunstancias en torno al fallecimiento le establecen a la Fiscalía General del Estado la urgencia de dar resultados y que eso de “iremos hasta las últimas consecuencias” deje de ser evasiva predilecta y trasmute a premisas funcionales para todos los casos de homicidios.

    El hecho de encontrar sin vida a Alejo Valenzuela en su domicilio de un coto residencial de Culiacán, con marcas en el cuerpo por quemaduras, y que un día después el automóvil de su propiedad sea localizado abandonado en otro sector residencial, aporta pistas valiosas para el esclarecimiento. Sólo si la FGE hace bien el trabajo, las cámaras de videovigilancia, huellas dactilares y evidencias dejadas en el domicilio de la víctima, serán útiles para que la justicia hará lo propio.

    Pero se necesita también que la fuerza articulada entre Policía, Ejército y Guardia Nacional contenga en la vía pública la circulación de individuos o grupos armados que se desplazan sin obstáculo alguno. Que entran a los centros comerciales y balean a quien sea por no franquearles el paso, expelen plomo contra la casa de un Juez, se apoderan de la calle con la venia de las armas de asalto, y sobre todo asesinan donde quieren y cuando les place, cúmulo autenticidades que sobrepasan lo planeado en las mesas de coordinación de la seguridad pública.

    El caso de Alejo Valenzuela no presenta evidencias del modus operandi de alta delincuencia como aquella que durante el proceso electoral de 2021 se movilizó para intimidar e inmovilizar a operadores de los partidos que integraron la alianza “Va por Sinaloa”. En aquel contexto él recibió amenazas de muerte, igual que otros priistas como Paola Gárate, Cinthia Valenzuela, Jesús Valdés, aunque el caso más conocido fue el del secretario de organización del PRI estatal, Alberto Salas, secuestrado un día antes de la jornada de votación y liberado al día siguiente.

    Pero se trata de un homicidio que bajo ninguna circunstancia debe considerarse un caso fortuito en el que se concatenan pruebas legistas para enmarcar el crimen en lo consuetudinario. No como la muerte de la ex Alcaldesa de del Municipio de Sinaloa que cayó a un canal y presuntamente pereció ahogada; ni de la reina de la ciruela de Concordia que un día desapareció y al siguiente fue hallada con su automóvil desbarrancado en la carretera determinándose en posible accidente. ¿No será que la delincuencia se especializa en hacer parecer como casualidad aquello que perpetra con todas las agravantes?

    Sea cual sea la motivación del asesinato del ex Regidor de Culiacán, se necesita la verdad de quién y por qué cometió el crimen. Aprisa, antes de que cobren vuelo las conjeturas que ya asoman en la pródiga imaginación de los sin justicia. Creíble, para cerrarles el paso a informes forenses elaborados al vapor como respuesta en falso a masas deseosas de Estado de derecho. Con carpetas de investigación y detenido(s) fundados en pruebas que impidan que esto acabe en otro fiasco ministerial-judicial.

    Se trata de otro caso bajo la cuenta regresiva de la impaciencia ciudadana al no recibir justicia pronta, fidedigna y por lo tanto libre de resquicios de evasión de la ley. Que el ataque a la vida de Alejo Valenzuela no se agregue a la enorme colección de casos jamás esclarecidos donde quedaron por cierto los expedientes de Ramón Rubio Valdez y Esteban López Beltrán, activistas de Morena en Municipio de Sinaloa asesinados en julio de 2021. En ese mismo catálogo de la inacción legal donde la influencer Magnolia espera a que se tome su tiempo la FGE para judicializar los delitos en serie cometido por el “médico” geriatra que les arrebató la existencia y la salud a varios.

    Por las víctimas, por las familias de éstas y por los crímenes de alto impacto que van quedando en el olvido, evitemos que Sinaloa siga siendo un grito al unísono en reclamo de justicia. Colosales signos de interrogación que delatan la congoja colectiva por el dolor de tragedias y enseguida la incapacidad de los sistemas de procuración e impartición de justicia en castigar a los responsables, recalcando tal ineficacia la inminencia del siguiente martirio, que es el de la impunidad.

    ¿Cuándo dejaremos de ser el conglomerado ciudadano siempre en llanto, por la pérdida de vidas humanas y el inminente toquido de la desgracia en las puertas de todos?

    Reverso

    Podríamos, en la impaciencia,

    Apostar que la Fiscalía,

    Podrá ganarle algún día,

    La carrera a la delincuencia.

    Voz de las víctimas

    Ya con el presunto asesino vinculado a proceso después de que los mismos vecinos lo detuvieron, los familiares y amigos de la joven Perla Scarlett, asesinada el 18 de junio en un mini súper en la Colonia Reforma de Mazatlán, se movilizaron el sábado por las calles del puerto en exigencia de que la Fiscalía y Poder Judicial realicen bien la tarea de dar justicia. Y sí, no les vayan a salir con otro “domingo siete” a ciudadanos que en lugar de confiar a ciegas en el ya avanzado esclarecimiento de este hecho de violencia, se adelantan a cualquier desvío de esos que toma la ley de súbito y en abono al mosqueo popular.

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