Este año, la Unesco renovará su liderazgo. Audrey Azoulay (Francia) dejará la Dirección General, la cual ha ocupado desde 2017. Es la segunda mujer en ocupar esta posición en la historia de dicho organismo especializado de las Naciones Unidas; la primera mujer fue Irina Bokova (Bulgaria), su antecesora inmediata.
Con el final de este mandato se abre formalmente la sucesión y esto abre una gran ventana de oportunidad para México.
La persona que llegue a la titularidad no sólo definirá el rumbo de la institución, sino que será también un reflejo del equilibrio de poder internacional y del papel que podrá desempeñar ante los retos, tendencias y temas emergentes que definen el escenario global actual.
Un mundo que ha normalizado la violencia necesita urgentemente un compromiso contundente con la paz y ésta no puede ser duradera si las mujeres no están incluidas en la toma de decisiones. Los avances en materia de igualdad no se reflejan en la participación histórica de las mujeres en el ámbito multilateral. En casi 80 años de historia la Unesco sólo ha tenido dos directoras generales. El andamiaje institucional internacional es un reflejo de la visión patriarcal del poder.
Apoyar hoy a una mujer con capacidad probada para dirigir la Unesco no es sólo una cuestión de representación simbólica. Es reconocer que la diplomacia internacional necesita la presencia del 50 por ciento de la población del mundo en la toma de decisiones, nuevas voces y miradas, así como nuevas narrativas y liderazgos. Un mundo que enfrenta crisis humanitarias, conflictos armados, desinformación, crisis climática, desafíos con el uso de la IA, retrocesos en materia de defensa de los derechos humanos en general y de las mujeres en particular, retorno de liderazgos totalitarios y normalización de las violencias, le urge respeto por la diversidad, empatía, acuerdos, diálogos y comunicación que construya y tienda puentes multidimensionales. No puede permitirse seguir excluyendo a la mitad de la población de los espacios de decisión global y dejando de lado talento que puede hacer transformaciones y los cambios necesarios.
El mandato con el que fue creada la Unesco después de la Segunda Guerra Mundial es más necesario que nunca: construir la paz a través de la cooperación en educación, ciencia y cultura. Entre sus aportaciones más significativas están la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, la promoción de la educación para todas y todos, la defensa de la libertad de prensa y el establecimiento de estándares éticos para la ciencia, la tecnología y la IA, el compromiso con la biodiversidad, entre otras cosas.
México desempeñó un papel relevante en este organismo. Jaime Torres Bodet, reconocido intelectual y diplomático, fue uno de sus fundadores, el segundo director general de la organización (1948-1952) y uno de los impulsores de su agenda educativa. También hubo destacadas mexicanas en las reuniones preparatorias de la Unesco, como Elena Torres Cuéllar y Paula Alegría, quien fue Segunda Secretaria adscrita a la Oficina Permanente de México ante la Comisión Preparatoria de la Unesco.
Los últimos años hemos visto cómo México ha perdido presencia internacional y el liderazgo multilateral ha dejado de ser prioridad para el gobierno. La sucesión en la Unesco podría ser una vuelta de tuerca para esta realidad y podría ser una oportunidad para demostrar en los hechos su compromiso real con una política exterior feminista y respaldar el liderazgo de las mujeres en los espacios de decisión e impacto global.
Hoy, además, tiene la oportunidad en charola de plata porque hay una mexicana de clase mundial que podría ocupar la dirección general y que tiene no sólo las credenciales y el apoyo internacional para lograrlo sino el compromiso y el talento: Gabriela Ramos, actual Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco.
Su trayectoria internacional y diplomática habla por sí sola. Antes de esa posición fue durante 20 años Jefa de Gabinete de la OCDE y Sherpa y desde ahí promovió importantes reformas internacionales en materia fiscal, cambio climático, ética de la IA, educación, igualdad de género, entre otras. En México desempeñó distintos puestos como parte del Servicio Exterior Mexicano. Ha estado a la vanguardia de temas centrales de la agenda internacional contemporánea, tiene una altísima capacidad de interlocución con actores centrales de la política internacional, su comprensión de la multiculturalidad es necesaria en el mundo que vivimos, tiene una visión clara y de 360° sobre la situación del mundo y su liderazgo y carrera son una muestra de ello.
Respaldarla puede ser una muestra de congruencia por parte del Gobierno mexicano y del primer gobierno presidido por una mujer, Claudia Sheinbaum. Este apoyo representa la posibilidad de demostrar que la política exterior feminista de México es más que un discurso y retórica. Reafirmaría en los hechos a México como un actor global comprometido con el multilateralismo, la igualdad de género y le ayudaría a recuperar el liderazgo internacional; sería una muestra de que México puede participar en la gobernanza global en los temas clave de la agenda actual y demostraría que el gobierno mexicano es capaz de apoyar el talento y liderazgo mexicano más allá de los intereses partidistas.
Si México quiere recuperar su lugar en la escena global, demostrar su compromiso con la igualdad, el multilateralismo y jugar un papel clave en la construcción de un futuro sostenible, respaldar a Gabriela Ramos no es sólo una opción, es una decisión estratégica.
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La aurtora es internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo
@LaClau
www.mujeresconstruyendo.com
Animal Político / @Pajaropolitico