Pasividad en la protección a periodistas y defensores de derechos humanos en Sinaloa

    A Rubén Rocha se le subieron muy pronto los humos a la cabeza. Desde que asumió el poder, se le percibe soberbio y prepotente con los medios de comunicación, que en muchos aspectos representan el último batallón crítico que tienen enfrente los morenistas. El Gobernador suele sonreír para las fotos que realizan por encargo las agencias de publicidad, para retratarlo como un gobernante cercano a la gente. Pero fuera de cuadro se muestra intolerante ante la más mínima confrontación de ideas, mucho más cuando se le pone en evidencia.

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    jorge.ibarram@uas.edu.mx

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    Con una actitud muy tibia y hasta pasmosa se deja ver la directora del Instituto de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos del Estado, Jhenny Judith Bernal Arellano, cada que se presenta una agresión en contra del gremio de comunicadores.

    En esta ocasión fue un ataque directo a un reportero del medio Los Noticieristas, por parte de un agente de la Policía Estatal, que encañonó y propinó amenazas al periodista, con la intención de arrebatarle el instrumento de trabajo con el que hacía unas grabaciones.

    Un acto de prepotencia inadmisible que luego fue secundado por el propio Gobernador del Estado, que ante los cuestionamientos, soltó uno más de sus discursos de agresión, a los que ya se ha venido acostumbrando, porque no hay quien le ponga un alto.

    A Rubén Rocha se le subieron muy pronto los humos a la cabeza. Desde que asumió el poder, se le percibe soberbio y prepotente con los medios de comunicación, que en muchos aspectos representan el último batallón crítico que tienen enfrente los morenistas.

    El Gobernador suele sonreír para las fotos que realizan por encargo las agencias de publicidad, para retratarlo como un gobernante cercano a la gente. Pero fuera de cuadro se muestra intolerante ante la más mínima confrontación de ideas, mucho más cuando se le pone en evidencia.

    En su última semanera se descontroló por completo, lanzando diatribas contra los medios, porque, según él, distorsionan la opinión pública para perjudicarlo. Una total falta de respeto para los reporteros, columnistas y presentadores de noticias que seguirán ahí, informando, incluso después de que culmine su mandato.

    Mientras, la directora del Instituto encargado de velar por la seguridad de periodistas y defensores de derechos humanos, tolera todo. Jhenny Judith Bernal Arellano ha quedado a deber. No se percibe a la altura de las circunstancias, y eso a pesar de que la sociedad civil le ha brindado, en reiteradas ocasiones, un voto de confianza, con la intención de no hacer trastabillar a este organismo de reciente creación.

    No basta con acercarse al periodista afectado para preguntarle cómo está, qué se le ofrece, ahÍ estamos para lo que se le ofrezca. La directora debe plantar cara al Secretario de Seguridad, al Jefe de la Policía y al Gobernador. Debe presentar una denuncia ante la Fiscalía contra todos ellos, la Ley se lo permite. Ella misma está obligada a hacerlo.

    De qué sirve tener al frente a una persona que no es capaz de alzar la voz, que no se atreve a hacer ningún pronunciamiento público incómodo. Que ni siquiera tuvo una respuesta enérgica contra el recorte de 50 por ciento en el presupuesto que se tenía previsto para la operación del Instituto.

    El gremio de periodistas y defensores de derechos humanos necesita un verdadero liderazgo. Es hora de actuar. Sigue el voto de confianza. No por mucho tiempo.

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