¿Quién echó a perder la 4T en Sinaloa?
Morenistas besan la mano del verdugo

OBSERVATORIO

    Tratar de culpar a Mario Delgado Carrillo de la alianza de facto entre el Movimiento Regeneración Nacional y el Partido Sinaloense se convirtió ayer en la estrategia de la izquierda local para sacar adelante la candidatura de Rubén Rocha Moya con las menores salpicaduras posibles. A las horas de que se anunciara la mancomunidad política que es como el agua y el aceite, la operación “límpiese quien pueda” se practicó a lo largo y ancho de Sinaloa, entre la vergüenza y la obediencia.

    Unos escondidos en la pena ajena, otros enmudecidos por no hallar las palabras precisas, y los demás ofreciendo caras sonrojadas, en el proceso de justificar el reencuentro de dos proyectos que se repelen entre sí, los morenistas se quedaron sin argumentos. Tratando de ubicar la alianza con el PAS en el punto medio entre lo puro y lo ruin les resultó inútil todo intento por normalizar lo que saben que es anómalo.

    La presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, Graciela Domínguez Nava, le endosó al dirigente nacional de Morena la responsabilidad del acuerdo con el PAS para ir con candidatos comunes en alcaldías, diputaciones locales y Gubernatura, mientras que la Diputada federal Merary Villegas Sánchez dijo no coincidir con la decisión de Mario Delgado pero se refugió en el intersticio de la disciplina, el mismo donde anida la pusilanimidad.

    Sostienen el rechazo al PAS, afirma Villegas Sánchez, pero “tenemos que cuidar nuestro movimiento para cumplirle a la gente en temas tan importantes como el combate a la corrupción y austeridad”. “Es el partido quien resolvió y si se equivocó o fue un acierto eso está por verse en los resultados del proceso electoral y entiendo que hay inconformidad en muchos”, sostiene Domínguez Nava.

    ¿Entonces quién mató a la 4T en Sinaloa? Mario Delgado, señor. Aquel que llegó a dirigir el partido de Andrés Manuel López Obrador gracias al fraude inducido para tumbar el liderazgo de Porfirio Muñoz Ledo es el único responsable de dejar en ridículo al Presidente que en las ocasiones que vino a Sinaloa denunció delitos y sospechas que involucran a los hoy aliados. ¿Olvidaron aquel discurso de “quién pompó, quién pompó” que AMLO le dirigió a Cuén Ojeda en febrero de 2015?

    Gracias a los malos oficios de Mario Delgado la gente intuye que el sábado comenzó en Culiacán la estrategia para entregarle la elección de Gobernador a la coalición que integran los partidos PRI, PAN y PRD, ya sea por acuerdo en las cúpulas consistente en tronar la transformación de Sinaloa, o por la resistencia de los electores a avalar lo que el dirigente de Morena selló a espaldas de los sinaloenses. Y sí vino a unificar a los morenistas, pero reagrupándolos en el deslinde hacia la alianza común que, igual que en “el curioso caso de Benjamin Button” nació senil y sin cordura.

    Ese fue el rayo que hizo añicos la credibilidad. El relámpago de bochorno que hizo posible que todos los cuadros políticos de Morena en Sinaloa se escuden en la “institucionalidad” para no contradecir al líder nacional, aunque por aparentar lealtad tengan que probar las inmundicias que éste les da. Antes indignos que valientes, hacen suya la política del avestruz.

    El miedo se apoderó de los que hace días gritaban a los cuatro vientos que se atravesarían para evitar eventual bloque rochista-cuenista. La cobardía que encontró pretexto en el temor a enfrentar al empoderado PAS les llegó puntual como coartada para tapar militancias de hule y convicciones fruncidas. Al mismo tiempo la fingida repugnancia por el pacto consumado se ubicaba muy cerca de la forzada aprobación provocada por el ansia de no quedar fuera de la nómina gubernamental.

    Pero algo se gana en las batallas perdidas y en este Waterloo de Morena proceden a transparentarse convicciones que son acomodaticias a cualquier molde de ignominia en nombre de una victoria electoral fraguada en el disparate. No obstante que está bajo la mirada azorada de los electores, esta vez sí se vale transar, humillar, engañar y hasta besarle la mano al verdugo, al fin y al cabo que el proyecto de la Cuarta Transformación bien que lo vale.

    Por estas razones es que sorprende el silencio que guardan los antes enardecidos críticos de las mafias de poder que patrocinó el PRI durante medio siglo. Ajustan a sus conveniencias e intereses aquello que a todas luces es lo mismo que combatieron antes de que la política les diera a tragar una sopa de su mismo albañal. Les repugna. Dicen “fúchila y guácala”. Cuando pueden van a la sentina a vomitar. Pero son institucionales, afirman, para no reconocer que en realidad son medrosos.

    Nada nuevo bajo el cielo de las concertacesiones. Sólo cambian los actores en la enésima representación de la corrupción corporativizada, siempre y cuando la patrocinen y solapen entre iguales.

    Reverso

    En cuanto intervino Mario Delgado

    Y armó la anormal alianza,

    Se le borró a la esperanza,

    La sonrisa que había esbozado.

    Respirar por la herida

    Acostumbrado a residir placenteramente en las cloacas del poder, a Jesús Estrada Ferreiro le alegra la alianza Morena-PAS y llama a los inconformes a que no la hagan de fatalistas, que sean sensatos y no se peleen con alguien que los puede ayudar a ganar. Y ya de plano por déficit crónico de sensatez le aplica a la circunstancia sinaloense la frase de López Obrador que es toda una joyita: “amor con amor se paga”. ¿Entonces por qué no le ofrece igual de abrazos a Gerardo Vargas Landeros?

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