“La sociedad de los poetas muertos” es una película de 1989 dirigida por Peter Weir y protagonizada por Robin Williams, quien personifica a un profesor de literatura, John Keating, que llega a un prestigioso y conservador colegio sostenido por las columnas de cuatro básicos principios: tradición, honor, disciplina y excelencia.
El profesor Keating, con innovadora pedagogía, se gana a los inquietos y rebeldes alumnos enseñándoles, sobre todo, los grandes valores humanísticos, mediante el poema “Oh capitán, mi capitán”, de Walt Whitman, dedicado a Abraham Lincoln, y la frase “Carpe diem”, del poeta latino, Horacio, quien incita a no desperdiciar la flor y el vigor de la juventud.
Resucitamos este ilustrador recuerdo, debido a las ideas expresadas por el filósofo Byung-Chul Han, en su libro “Vida contemplativa”, que hemos venido comentando, quien se refirió a la escasa escucha que se practica en la sociedad actual: “El ruido provocado en la actualidad por la información y la comunicación, sin embargo, pone fin a la “sociedad de los que escuchan”. Nadie escucha. Cada quien se produce a sí mismo”.
Como se ha repetido, vivimos en una sociedad en la que no hay lugar para la pausa contemplativa, todo se tiene que producir con inmediatez. La inactividad es despreciada porque no produce bienes de consumo, aseveró Chul Han:
“Son raras las inactividades en una época de apuros en la que todo se ha tornado tan a corto plazo, tan de corto aliento, tan corto de miras. Hoy se impone por todas partes la forma de vida consumista en la que toda necesidad debe ser satisfecha de inmediato. No tenemos paciencia para una espera en la que algo pueda madurar lentamente. Lo único que cuenta es el efecto a corto plazo, el éxito veloz”.
¿Practico la atenta escucha?