¿Una nueva policía secreta en Estados Unidos?
Un análisis de ICE bajo la administración de Trump
Han pasado 10 años desde aquel 16 de junio de 2015, cuando Donald Trump bajó por la escalera dorada de su edificio en Nueva York para anunciar sus intenciones de competir por la Presidencia en 2016. En el primer discurso donde abandonó su vida como socialité y estrella de televisión para transformarse en un actor político, dejó clara su preocupación principal. “Cuando México manda a su gente, no manda a la mejor. Envía a gente con muchos problemas y traen drogas, crimen y son violadores”, afirmó Trump aquel día. La retórica antinmigración del nuevamente Presidente de los Estados Unidos y el resto de su partido no ha parado.
La migración y el control de esta continúan en el centro de la agenda pública estadounidense. Según Pew Research, para febrero de este año el 48 por ciento de la ciudadanía considera que la migración es un grave problema para el país, mientras que el 12 por ciento de los votantes la declaró su preocupación principal al emitir su voto en las elecciones pasadas. Sin embargo, la preocupación que este tema genera en el imaginario estadounidense es principalmente especulativa. A pesar de la insistencia de Trump de que los inmigrantes han generado una escalada significativa en la cantidad de crímenes violentos cometidos en Estados Unidos, la evidencia se ha encargado de reiterar una y otra vez que esto simplemente no es real. Esto ha creado una especie de Uróboro discursivo: la administración debe perseguir a los migrantes porque están en el centro de la agenda y los migrantes están en el centro de la agenda porque la administración los colocó ahí. El cuerpo encargado de cumplir esta función es Immigrations and Customs Enforcement (ICE), que en los últimos meses ha vivido un aumento importante de su presupuesto, sus responsabilidades y perfil público, hasta el punto de convertirse en uno de los protagonistas mediáticos de la nueva administración.
y más presupuesto
ICE se creó en 2002 junto con el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Department of Homeland Security), mismo al que rinde cuentas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y comenzó a operar en 2003. En su concepción, el cuerpo policial tenía dentro de sus funciones el combate al crimen transnacional y la localización, aprehensión, detención y deportación de inmigrantes indocumentados. Durante las administraciones de Obama y Bush, el organismo se encargaba de investigar y perseguir principalmente a personas acusadas de crímenes serios, pero durante el primer mandato de Trump el personal fue duplicado y cambió la directiva para que la agencia detuviera a cualquier persona de la que se sospechara una estancia irregular en el país. Hoy, durante el segundo mandato del nuevamente Presidente, la agencia ha adquirido una serie de responsabilidades sin precedentes en la historia de nuestro país vecino.
Según el Project 2025 -un documento ideado por la Heritage Foundation, que establecía algunas de las acciones necesarias que debía realizar el Partido Republicano de ganar las pasadas elecciones, con el fin de consolidar la supremacía del poder ejecutivo- ICE debía cumplir con una cuota de 3 mil arrestos diarios, o más de un millón anuales. El cumplimiento de este número es extremadamente complicado. El brazo policiaco de ICE sólo cuenta con alrededor de 6 mil 100 agentes, por lo que esta cuota supondría que cada uno debería arrestar a 182 personas al año. Esto implica dos cosas: en primer lugar, no todos los detenidos serán “criminales”, como indica la misión original del organismo, y que será imposible cumplir con este número de no aumentar considerablemente el poder y las responsabilidades del cuerpo.
Una orden ejecutiva firmada por Trump en su primer día como Presidente da a ICE la posibilidad de hacer arrestos en lugares que se consideraban como protegidos. A partir de esto, han empezado a llevarse a cabo redadas en lugares con una importante presencia migrante. El cuerpo anunció que estaría proveyendo seguridad en un estadio en Miami durante un partido de futbol de una competencia internacional de la FIFA. Hace unos días, ICE intentó a entrar a un estadio antes de un juego de beisbol de los Dodgers de Los Ángeles, pero el equipo negó el acceso a sus instalaciones. La expansión de su poder ha devenido en arrestos injustos, incluso llegando a detener a ciudadanos estadounidenses. La administración afirma que está intentando perseguir a los criminales, pero solo el 8 por ciento de las personas tienen algún antecedente de haber cometido un delito grave.
Para cumplir con todas estas funciones se necesitan fondos. Tras sólo cuatro meses en el poder, el Departamento de Seguridad Nacional estaba a punto de quedarse sin fondos para el año fiscal debido a su alto gasto. Kristi Noem, titular del instituto, fue acusada de “gastar sin control” por el Senador demócrata Chris Murphy durante una audiencia en el Congreso. Para contrarrestar eso, la controversial Big Beautiful Bill propone aumentar el presupuesto destinado a las detenciones de ICE de 3.4 mil millones a 12.4 mil millones de dólares, un incremento del 365 por ciento como parte de un presupuesto prospectivo total de 45 mil millones para la retención de inmigrantes. Además, el plan presupuestal otorgaría a la agencia más de 8 mil millones para contratar a 10 mil agentes más. Este presupuesto, que en total representa un gasto de 53 mil millones de dólares, representaría un aumento del 446.39 por ciento de los 9.7 mil millones que había solicitado el organismo para el año fiscal en curso.
La nueva fuerza de ICE no es una casualidad. El organismo está siendo utilizado por Donald Trump para consolidar su poder y proyectar una imagen de rudeza y fuerza a cualquier persona que busque oponerse a él y su plataforma. El cuerpo ahora opera vehículos blindados y granadas aturdidoras. Debido a esta evidente militarización, sus redadas recuerdan a las operaciones militares del ejército estadounidense o a las misiones del FBI.
Esto ha generado un incremento en su perfil público. En Google Trends podemos percatarnos del interés en el tema desde que la empresa comenzó a recopilar información en 2004 (gráfica).
La agencia no es una que se ubique dentro del imaginario estadounidense regularmente. Cuando Trump no estuvo en el poder, la agencia no fue relevante para los usuarios de Google, representada por una escala de popularidad de búsqueda en el sitio que va del cero a 100. Mientras el Mandatario se encuentra en la Casa Blanca, es uno de los temas más buscados, con una proyección que indica que el interés seguirá aumentando. Asimismo, los medios han reportado más sobre ICE que nunca en la historia. Según información del repositorio Newspapers.com, de la creación del organismo en 2003 hasta 2024 se promediaban 13 mil menciones en periódicos estadounidenses del término Immigration and Customs Enforcement. En el último año estas palabras han aparecido más de 22 mil veces en los medios escritos de este país.
Pero esta presencia en los medios y en las mentes de la ciudadanía no es ninguna casualidad. La actual administración ha hecho un esfuerzo publicitario importante para hacerle saber al público que las deportaciones masivas están en marcha. Desde pósters al estilo del Tío Sam, videos de cientos de migrantes siendo arrastrados hacia las cárceles de Bukele en El Salvador, hasta personalidades de televisión mostrando las redadas de ICE en sus programas. Esto responde a una estrategia doble: hacerle ver a su base que está dispuesto a hacer lo necesario para arreglar el “problema” (según su propia retórica) de la migración y, al mismo tiempo, intimidar a sus detractores.
Lo más grave es que el cuerpo militarizado no sólo está siendo utilizado como una herramienta mediática, sino también como una violenta herramienta política. Las funciones del organismo ya no sólo se limitan a la migración. Ahora, al más puro estilo de la Stasi o la Gestapo alemanas, ICE persigue a disidentes políticos. Ejemplos bastan, pero los más preocupantes son el arresto de Brad Lander, candidato a Alcalde y contralor de Nueva York, por exigir ver una orden de arresto de un migrante que había sido aprendido en una Corte federal; el arresto del Senador Alex Padilla por interrumpir una rueda de prensa de Kristi Noem (directora del Departamento de Seguridad Nacional), o la detención y retención de Mahmoud Khalil, estudiante extranjero que estaba en Estados Unidos de forma legal y líder de opinión, por vociferar posturas contrarias a las del régimen.
Quizá sería precipitado acusar a ICE de haberse convertido en una policía secreta en la definición tradicional de la palabra, pero lo que está claro es que se encuentra en el camino. Un cuerpo que hasta ahora opera con impunidad y a total discreción del mandatario, que persigue a sus disidentes y que requiere de que los ciudadanos reporten a sus vecinos para cumplir con todas sus funciones presenta muchas similitudes con otros cuerpos del pasado. Aun así, todavía deben seguir las órdenes del sistema de justicia estadounidense, el cual ha logrado que liberen a Khalil y que regresen a Abrego García de El Salvador, entre otros logros. Las cortes federales deberán mantenerse vigilantes para evitar que Estados Unidos siga la ruta de los regímenes policiales y autoritarios del Siglo 20.
–
El autor es Mauricio Rojsen, politólogo por la Universidad Iberoamericana y coconductor del pódcast Hablemos de EU. Es especialista en la política y el sistema electoral estadounidense y ha participado en cobertura de estos en varios medios.