Alexis, el repartidor que trabaja para cumplir los sueños de su hijo
CULIACÁN._ El ocaso ya marca la hora de resguardo en Culiacán, pero Alexis espera que caiga la siguiente orden, sentado en una banca de un parque casi vacío.
Junto a él, su motocicleta y la mochila que utiliza para repartir comida por aplicación.
Lleva un año trabajando como repartidor. Antes estaba en una empresa de botanas, entregando producto en tiendas. Salió por una oportunidad que no resultó y terminó sobre una moto, recorriendo la ciudad de punta a punta.
Dice que tener un hijo implica una responsabilidad mayor y que hay que echarle ganas para poder sustentarlo, para comprarle ropa o para esos pequeños gustos, como las pizzas y juguitos de chocolate que tanto le gustan a su pequeño.
“A echarle ganas, para comprarle cosas a él como ropa, si pide algo de algún paseo, o de que quiere porque le gustan mucho las pizzas y ‘cómprame una pizza, cómprame una pizza’. Está chiquito pero sabe de todo”, dice entre risas.
Su hijo tiene 3 años y en octubre cumplirá 4. Ya lo preinscribieron a la escuela y empezará pronto. A veces, cuando Alexis llega a casa en alguna pausa, lo escucha pedirle que lo lleve a la tienda.
Trabaja ocho horas diarias, de lunes a sábado. Sale a las 08:00 de la mañana, vuelve a casa por breves momentos durante el día y termina la jornada a las 08:00 o 09:00 de la noche.
“Mi esposa y yo trabajamos, pero si yo trabajara solo, no nos alcanza”, confiesa.
Aunque ha buscado otros empleos, no ha tenido suerte y en su andar por la ciudad, trata de mantenerse alerta.
“Desde que sale uno se le encomienda a Dios, de que nos vaya bien en el trabajo y que no le pase a uno nada”, expresa.
“Uno anda trabajando pendiente, pero donde mira algo ya se va por otra parte o algo así... Ahorita ando trabajando aquí porque he buscado trabajo pero no hay. No he conseguido, sí he buscado”.
Alexis todavía no sabe cómo pasará el Día del Padre, pero lo que tiene claro es que no hay regalo más grande que llegar a casa y ver correr a su pequeño hacia él.
El sol sigue bajando detrás de los edificios, tiñendo el cielo de naranja. Alexis mira la pantalla de su celular. Aún no cae el siguiente pedido. Suspira, se acomoda en la banca, y espera.
“Ser papá es lo más bonito que he sentido yo. Uno le da cariño al hijo todo el tiempo y el hijo también, es lo más bonito”, confiesa.