"Carboneras la comunidad a la que la contingencia no ha alcanzado"
CULIACÁN.- A escasos 13 kilómetros de la ciudad de Culiacán se encuentra la comunidad de Carboneras, un poblado popular en la región por su pan de mujer y sus quesos.
El pueblo se encuentra dividido por la carretera que baja de Sanalona, a la orilla de la misma es común encontrarse con puestos donde se vende variedad de pan de mujer. Conchas, empanadas y coricos son parte de la vendimia.
Los automóviles no paran, el flujo es elevado tomando en cuenta que la contingencia sanitaria por la propagación del coronavirus trajo consigo medidas más severas para minimizar los contagios, entre ellas el cierre de balnearios y espacios de esparcimiento a los que conduce el tramo que atraviesa Carboneras.
Entre los establecimientos destaca una pancarta.

Techado con lamina y presentando sus diferentes guisos, una cocina al aire libre invita a los que van de paso probar su sazón.
Ahí atiende Doña Mary, una mujer delgada y que luce cansada. Ya pasa medio día y la producción de tortillas hechas a mano, de la que ella está encargada, no cesa.
"No ha dejado de venir gente. Vienen normal", dice.
"El año pasado así estaba, desde el miércoles empezaron a venir"
Son conscientes de la pandemia y la contingencia sanitaria, por ello temían que las ventas se afectaran durante los días santos pero todo indica que no será así, explica Doña Mary.
Para llegar a Carboneras no existe un filtro de los implementados por la policía municipal en diferentes puntos donde se limita el acceso para evitar aglomeraciones, el flujo es libre.
"El pueblo no se a detenido", explica.
El horario de apertura y cierre del negocio donde trabaja sigue igual.
"Tenía yo miedo de que la patrona me dijera que no viniera, pero gracias a Dios sí vine", agradece mientras le da la vuelta a una tortilla de maíz que se está hinchando en el comal.
La vida en el poblado prevalece intacta, aún en tiempo de pandemia.
Se pueden ver jóvenes y niños en motocicletas recorriendo el espacio, y familias que desfilan en sus carros con rumbo desconocido.
"Si no nos movemos, no comemos", dice.
Las ollas negras de tizne se preparan para recibir otra ronda de ingredientes para después transformarlos en guisos. Doña Mary amasa más harina de maíz para los comensales que aún no llegan, pero 4 años de experiencia en este establecimiento le advierten que están por llegar... aún en tiempos de coronavirus.