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Último adiós

Despiden los restos de Rosario Lilián, la mujer que murió en la lucha por encontrar a su hijo en Sinaloa

La rastreadora fue asesinada el 30 de agosto en La Cruz de Elota, después de salir de una misa en honor a su hijo desaparecido, Fernando, y en la conmemoración del Día Internacional de las Desapariciones Forzadas

LA CRUZ, Elota._ En la misma iglesia en la que hace pocos días asistió a una misa en honor a su hijo Fernando, desaparecido desde 2019, Rosario Lilián Rodríguez Barraza hizo presencia, pero esta vez eran sus restos y su familia llorando por las dos perdidas.

El sacerdote Carlos inició la misa dando unas palabras de consuelo, y destacando la lucha de esta madre, que nunca claudicó en la búsqueda de su hijo, pese a todos los obstáculos. Terminado el ritual religioso, sus restos fueron cortejados.

Afuera elementos del Ejército Mexicano y Policía Municipal la esperan, los que no estuvieron cuando Rosario salió aquel 30 de agosto, ahora sí hacen firme presencia por todos lados.

Un pequeño grupo de personas camina detrás de la carroza, sus familiares al frente, atrás conocidos y amigos, y más atrás unos hombres ya mayores van caminando acompañados de sus bicicletas.

La carroza pasa por un lado del Palacio Municipal, en los negocios y puestos del alrededor la gente por unos minutos deja en pausa lo que está haciendo y sale a observar el cortejo fúnebre.

En las caras de los familiares de Rosario se percibe la angustia, dolor e impotencia. El sudor les cubre sus rostros, llevan en sus manos la foto de ella, la abrazan como si no quisieran nunca soltarla.

De repente el silencio se rompe con el sonido de la banda, los músicos se incorporan al cortejo, y amenizan la triste despedida de Rosario Lilián. Las sombrillas sobresalen, ya que el calor pega y fuerte, y son varias las calles que quedan por transitar para llegar al panteón municipal.

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Al pasar hasta los hombres que estaban tomándose un trago en las cantinas, dejan el júbilo y sus bebidas para salir a observar el último recorrido de Rosario Lilián, en su pueblo La Cruz de Elota.

También sale el señor acomedido de una tienda que les ofrece unas botellas de agua a los familiares, porque ya los vio aturdidos por el calor.

Se avanzan las cuadras, ya casi se puede ver el panteón, alrededor ya está un operativo de vigilancia, en el interior elementos del Ejército Mexicano hacen guardia.

Los restos de Rosario Lilián ingresan al cementerio, al fondo ya está listo el lugar donde descansará. La familia llora y da su último adiós, mientras la música continúa de fondo y todos observan como bajan el féretro.

Tierra y cemento lo empieza a cubrir, ahí termina la lucha de una madre que lo dio todo por encontrar a su hijo.

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