Después de 25 años de historia, abren cápsula del tiempo en Culiacán
CULIACÁN._ En 1999 un grupo de jóvenes tuvo la idea de hacer una máquina del tiempo y dejar sus recuerdos sepultados durante 25 años y este día, por fin pudieron abrir lo que alguna vez desearon que pasara, descubrir qué les preparo su yo del pasado.
Fue Marco Vinicio Almeida el fundador de la idea, pues al vivir un tiempo en Monterrey y observar que otras personas hacían algo similar, decidió intentarlo por medio del Club Rotaract para la ciudad de Culiacán.
“Pensé que era una buena idea que podíamos traer aquí a la ciudad de Culiacán y a través del Club Rotaract poderla compartir con muchas personas y que pudiéramos tener juntos la oportunidad de guardar un pedacito de historia, un poco de recuerdos, se sentimientos, de emociones dentro de un contenedor que tenemos acá a un costado”, dijo.
Mencionó que todos en aquel entonces querían dejar algo de ellos en la historia y poder mostrar a las siguientes generaciones que un grupo del siglo pasado tuvo la inquietud de mostrar las vidas cotidianas de unos cuantos jóvenes.
La sepultaron en el Parque Gabriel Leyva, que está por la avenida Álvaro Obregón y delante del Hospital Civil, con todos los paquetes en un tinaco que fue cubierto con cemento una placa de aquel entonces. El parque lo remodelaron y la gente cambió, pero la máquina siguió ahí, esperando algún día poder revelar sus secretos.
“Esta fue una aventura que vivimos juntos hace poquito más de 25 años. Viviendo en la ciudad de Monterrey vi que a otras personas hacían un proyecto similar a este, donde pretendían guardar unas cavidades, en cápsulas selladas, parte de la historia de personas de otras ciudades, empresas y de ciertas comunidades”.
“Todos los que participamos en aquel momento llevamos un poco de nuestros recuerdos, de nuestras emociones. Hace 25 años éramos un poco más jóvenes que hoy, más sin embargo, el día de hoy después de algunas semanas de haber tenido contacto con los chavos del Club Rotaract Culiacán Oriente, pues nos emocionamos bastante, era algo que habíamos platicado ya entre nosotros como compañeros, como amigos”, mencionó.
Agregó que los jóvenes de ese club se volvieron más que compañeros y amigos, con el tiempo su vínculo se hizo sólido y se convirtieron en familia.
“El Club Rotaract aportó a que nosotros sembráramos una amistad permanente por muchos años, por muchos años de vida y un compañerismo y amistad que ha sido difícil borrar con el tiempo”, agregó Marco Vinicio.
Estaban todos de nuevo en el mismo espacio de hace 25 años, pero ya habían envejecido, tenían hijos y ellos compartían su entusiasmo, de alguna manera la cápsula los hacía parte del destino de sus padres.
El tiempo había pasado y todos lo sabían, porque cuando llegó el momento de abrir el tinaco sepultado, los ojos ansiosos de los presentes los delataron. Comenzaron a agruparse en frente de la cápsula y uno de los miembros de la actual generación del Club Rotaract, se colocó un cubrebocas, guantes y comenzó a descender por el tesoro de las memorias.
Uno a uno los paquetes cubiertos por bolsas negras con los nombres de los dueños fueron saliendo, mientras las risas y el festejo de los presentes lo hacían más ameno. Las personas estaban ansiosas por saber qué era lo que habían guardado estos jóvenes ahora adultos hace tiempo.
Eréndira Bautista Guevara es una de los miembros del club de 1999 y contó que ella guardó fotografía de su familia y su novio de entonces, deseando en aquel momento que todos algún día se pudieran reunir de nuevo, y se cumplió.
“Yo puse una camiseta que mandamos a imprimir en aquel entonces en Rotaract, también metimos una fotografía y hubo una fotografía muy, muy especial para mí, que es de mi familia principalmente y gracias a Dios, mis padres todavía están conmigo, están aquí”.
“Otras de las fotografías que metimos fue la primer foto que nos tomamos mi novio y yo en ese entonces, en ese entonces era mi novio, y feliz porque estamos aquí otra vez ya con nuestras dos hijas”, dijo.
Comentó que actualmente su novio, ahora esposo, y sus amigos del club se les hacía lejano la llegada del 2024, pero los años les alcanzaron y ahora sus hijas les tocará esperar hasta el 2050 para saber qué les dejó su yo joven.
“Es una sensación de nostalgia, muchos sentimientos encontrados. Nosotros veíamos este proyecto pues, muy lejano, decíamos ‘pues cómo hasta el 2024, 25 años’, pero bendito Dios, aquí estamos”.
“Nunca pierdan la fe, que se cumplen los sueños y que hay que seguir pues, en este, que sigan esta tradición... es algo hermoso, es algo que, por experiencia, sí se pueden cumplir los sueños”, expresó Bautista Guevara.
Muchos se fueron del lugar y pocos se quedaron para realizar la siguiente máquina del tiempo, que esperará hasta el 2050 para poder repetir esta historia, ver qué cosas, cuáles objetos dejaron las personas del 2024 para conservar en el tiempo.
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.