"Don Ramiro Pérez, un luchador de por vida"
Con un agresivo cáncer en los pulmones, con su particular bastón y sombrero de paja, don Ramiro Pérez Rodríguez acudió en diciembre a la posada del Movimiento Somos más que 53. Ahí llamó a los maestros jubilados a no claudicar en la lucha por su fondo de vivienda, lamentó ya no poder acompañarlos en la batalla, ya que su cáncer lo estaba dejando muy mermado físicamente, un mes después falleció a lado de su familia.
"A él lo llamaban 'El loco', por ponerse a pelear contra lo que fue el sindicato y el Gobierno del Estado, que en este caso los que manejaban todo era Cobaes, él comenzó en el 2011... muchos de ellos cuando escuchaban a mi papá de que si quieren apoyarlo se empiezan a reir y le dicen no Ramiro estás loco, como crees, a ellos no les vas a ganar, y así se le quedó, 'El loco' de Ramiro", cuenta.
Con más de 40 años de descuento por el concepto de vivienda que jamás recibió, Ramiro se sentía timado por la sección sindical, es por eso que inició un proceso legal, mismo que ganó, pero que el Gobierno Estatal se amparó, sin embargo, Ramiro no fue el único que se sintió traicionado por sus líderes sindicales y muchos jubilados más comenzaron a unírsele en la lucha demandando al Gobierno del Estado por no darles una respuesta respecto a su fondo de vivienda.
Ramiro siempre pidió explicaciones de qué había pasado con sus aportaciones, mas nunca se las dieron.
En 2017 inició un movimiento llamado "Somos más que 53" mismo del que el señor de 70 años en ese entonces formó parte.
Como él, eran muchos los jubilados que reclamaban su fondo de vivienda; un día, el señor logró entrar a una sesión privada de una comisión legislativa que en ese entonces discutían la implementación del programa de Uniformes y Útiles Escolares.
No era su movimiento, no era su lucha, pero si algo tenía el señor Ramiro es que le molestaban las injusticias. Ese día aprovechó para pedirles a los diputados que fueran más empáticos, y que no discutieran problemáticas de la ciudadanía a puertas cerradas.
"Le voy a agradecer tanto al Secretario de Educación, a los señores Diputados, nos escuchen, porque ya estamos cansados; hemos ido con el Gobernador, hemos ido a muchas instituciones, y da coraje, porque yo traigo coraje ahorita, porque para poder entrar aquí con ustedes tuvimos que luchar, tuvimos que batallar con los de la puerta", reclamó el 9 de de mayo del 2017.
Ramiro acudía a todas las luchas, sobre todo las que se daban en el Congreso del Estado, nada nunca lo detuvo. El cáncer pulmonar que se le detectó en julio del 2017 no mermó su sed de justicia, y aún con todos los tratamientos que siguió al pie de la letra, seguía peleando por lo que era de él.
"Se le complicó la enfermedad por tanta presión, tanto movimiento que él hacía, él nunca dejó de luchar, mi papá iba a las reuniones, iba a Culiacán... él hacía todo lo que el médico le decía, pero el decía también que el movimiento era una obligación legal que tenía y que no iba a dejarlo nunca", platica su hijo.
A Ramiro se le debía su fondo de vivienda y los 17 días por el concepto de gratificación de Cobaes.
El panorama era complicado, la sección sindical que debía protegerlos los amenazaba diciendo que si no retiraban su demanda, no se les pagaría.
"Muy sencillo hijo (le dice al reportero), que retiren la demanda, y entran en el grupo de los no demandantes, llamó Fernando Sandoval Angulo, Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación a los jubilados demandantes el 26 de octubre del 2017".
Con todo y eso su ímpetu de lucha no claudicaba, pero su cuerpo sí, ya le era complicado ir a las reuniones, ya no podía caminar muy bien. Su cuerpo le dijo basta.
Al final, Walter, su hijo, comenta que a su padre se le quedó debiendo tres cuartas partes de su fondo de vivienda, y el concepto de gratificación de Cobaes.
La lucha por justicia
El 17 de enero del 2018 falleció don Ramiro, murió con la tranquilidad de saber que luchó a más no poder, pero con la tristeza de saber que no fue suficiente. Pudo conseguir un poco de lo que se le debía, y no, nunca fue cuestión de dinero, siempre, sobre todas las cosas, fue cuestión de justicia, asevera su hijo.
"Él decía que no le interesaba lo económico, él decía que quería que se hiciera justicia, no solamente para él, sino para todos los compañeros que han dejado su vida en los salones de clases y que al final de cuentas el Gobierno del Estado y Cobaes pues les dieron una patada", lamenta.