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"Columna Semanal"

"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA: Obediencia es virtud"

"Nuestros hijos deben aprender a obedecer como uno de los primeros aprendizajes, desde chiquitos hasta formar el hábito."
08/06/2017 14:41

Sicóloga Yolanda Waldegg de Orrantia

Nuestros hijos deben aprender a obedecer como uno de los primeros aprendizajes, desde chiquitos hasta formar el hábito.
Como cualquier hábito, hay que ser constantes, exigentes, no es que quieran o tengan ganas, tampoco es que papá y mamá tengan tiempo de estar checando, o paciencia para exigir o pereza para dejar pasar.
En algún momento: “porque lo mando yo” cuando están en plan rebelde, en otras ocasiones dando explicaciones de por qué es conveniente que se haga, a la medida de la capacidad del hijo, que no pueden ser grandes razonamientos para un bebé, pero entenderá que la casa se ve más bonita ordenada, que ayudará mucho a su mamá y así no se cansará y podrá jugar más con él o que puede causar que alguien se caiga y se haga daño.
Es importante lo de dar razones porque no queremos convertirlos en robots, queremos que hagan lo que se les manda, pero convencidos de la necesidad y el bien que se persigue para que no solo cumplan, sino que lo hagan bien, en lugar de contentarse con el mínimo indispensable para justificar la obediencia.
Queremos que el razonamiento sea parte de esta obediencia y si no entienden, pregunten y los padres respondan y aclaren, porque es conveniente que se haga lo que mandan, si el razonamiento no entra en esta virtud, lo que tendremos será personas fácilmente manipulables y terminarán obedeciendo las órdenes en el juego de la ballena o a cualquier líder no necesariamente bueno.
No tengamos miedo de ser firmes y mandar y prohibir, los niños necesitan batallar y sentir frustración y aprenderlo en casa con amor y buenos modos, (se supone), porque así es la vida y siempre tendrán a alguien a quien es necesario obedecer, aunque sea a los semáforos y las leyes.
Hacer creer a los hijos que lo más importante en la vida es vivir cómodamente es un error, hay que trabajar y esforzarse, los pequeños no son el centro de la familia, no debemos obedecer al niño cuando dice o quiere algo, hacemos muchachos frágiles y débiles, si se les resuelve todo, entonces no sabrán manejar la frustración, se deprimen por todo y se quieren suicidar.
Hablando de la relación obediencia-autoridad entre padres e hijos, no está gobernada estrictamente por la virtud de la obediencia, sino por la virtud de la piedad, que pide, para los padres, el honor y servicio debidos y saberlo nos puede ayudar a reconocer la importancia que tiene ayudar a los hijos a aprender a obedecer a las autoridades ajenas a la familia (que es el campo específico de la obediencia).
Es lógico entonces que la autoridad-servicio de los padres, sea correspondida con una obediencia por amor.
Y, en cambio, la autoridad conferida de otras personas sea complementada por una obediencia de justicia.
Entonces cuando están chiquitos es el momento de enseñarlos a obedecer por motivos elevados, que adquieran el hábito antes de llegar a la adolescencia.
No se trata de que obedezcan sin más, tienen que obedecer bien, no una obediencia más o menos ciega que produce los mismos frutos deseados de paz y orden, pero que tiene un peligro grande cuando no apela a la conciencia de la persona, cuando ya son adolescentes esto es un gran peligro.
Qué hay que cuidar en esto de la obediencia: que no se queden en el mínimo indispensable para decir que obedecieron, en lugar de cumplir generosamente haciendo, incluso, más de lo que se pide, que no es difícil de lograr cuando se ha aceptado y hecho propia la necesidad de lo pedido.
Que no le saquen el bulto o esquiven para no tener que obedecer o engañen con excusas, apoyándose a veces en la autoridad de otra persona, como nos toman la medida, esto no es difícil, pero sí es signo de que no entendieron o no han hecho propia esa necesidad de lo que se les pide, necesita más explicación, más motivos fuertes.
Y, sobre todo, ponerse de acuerdo los padres en lo que se exige para no desautorizarse mutuamente.
Que no intenten convencer a la persona que manda que lo haga otro en su lugar o intenten persuadir de que realmente no hace falta hacer eso.
Que cumpla pensando en el mérito y luego presuma de lo que hizo.
Que obedezca, pero critique a la persona que da la orden (cuidado papás en desautorizar a los maestros).
Que diga que va a cumplir y no lo haga.
Que busquen a hermanos o compañeros para formar equipo de oposición.
Entonces si no nos ponemos de acuerdo los padres, si dejamos pasar el tiempo y no educamos en esto, en la adolescencia será motivo de muchos malos ratos, si no somos constantes, perseverantes, ordenados, tampoco lo lograremos y habremos fallado en nuestra responsabilidad de autoridad-servicio.
Los hijos tienen derecho a tener esa autoridad que les guíe, no es de querer, es de justicia.