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Pandemia

El Covitario que nunca le dijo que no a un enfermo en Culiacán

En una de las lomas de la Colonia Rosario Uzárraga, al oriente de Culiacán, la doctora Martha Alicia Torres ha construido un lugar único para atender sin costo a personas infectadas por el Covid

La doctora Martha Alicia Torres Reyes muestra el lugar como quien recibe una visita, con una sonrisa y mucho orgullo. Pasa del mediodía, lo mismo atiende llamadas, que gritos con urgencia, dudas medicas o administrativas. No para desde las ocho de la mañana y seguramente seguirá al mismo ritmo hasta las ocho de la noche.

En esa propiedad de la Colonia Rosario Uzárraga, con calle pavimentada, pero entre pendientes pronunciadas, Torres Reyes, la coordinadora de Salud Municipal del Ayuntamiento, ha tenido que usar el espacio para los juegos de sus nietos y hacer una extensión del covitario ahora con la tercera ola de la pandemia.

Esta es la sala de sueroterapia”, dice con naturalidad, rodeada de una decena de pacientes infectados por el coronavirus en un cuarto de obra negra, sin techo, con suelo de tucuruguay y el ambiente empujado por un par de ventiladores de pedestal.

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Aquí están los estables, los graves, los inestables, que llegan con respiración baja, los ayudamos con oxígeno, con concentradores que el Alcalde nos dio”.

A este domicilio, Calle Cuitláhuac 3563, a diario llegan desde temprano casi un centenar de personas que buscan ser atendidas por males relacionados al coronavirus.

“Hay algunos que vienen sólo a la valoración médica, aparte los que viene a sueroterapia, en general digamos unos 80, 90 pacientes, a diario”, dice Torres Reyes.

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Yo trabajo martes y jueves y sábado en la noche en el Hospital Civil, martes y jueves se reduce número, pero cerramos a las ocho de la noche”.

“Este es un espacio que se acondicionó para mis nietos, pero que a raíz de todo esto, tuve que quitarles los juegos, el brincolín y todo eso, y lo acondicionamos para dar la atención. Ha tenido mejoras, el Ayuntamiento nos ha apoyado mucho”.

Hoy, el covitario tiene a una veintena de médicos y voluntarios, le abren un expediente a cada visitante, llena formularios, hacen cuestionarios y atienden casi de inmediato. Todo parece estar en orden, pese a la demanda.

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“Este espacio es de una sobrina, pero a raíz de esta tercer ola que nos triplicó el trabajo, muchísimo se nos vino, entonces pues ya no teníamos dónde pasar los más estables, en dónde dar la sueroterapia; aquí hay hasta adolescentes, yo me niego a atender jóvenes, pero hay padres que me insisten, y no queda otra más que atenderse, porque yo les digo que yo no soy pediatra”.

La doctora afirma que llegan pacientes de todos estratos, pero sin duda abundan los que están más necesitados.

“Mucha gente muy necesitada, la verdad que sí, y ahora con la gran difusión que se ha venido dando, hemos recibido apoyo, donaciones de medicamentos, y a lo que vemos con necesidad, pues a ellos se los damos, parcialmente se les surte la receta”, afirma.

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“Aquí estamos los compañeros, y compañeras trabajadores, que fueron pacientes, que nos tocó atenderles a la familia y en agradecimiento, porque no les cobré nada, vienen a ayudar”.

-- ¿Se le han enfermado trabajadores aquí atendiendo?

“Sí, se les da el mismo tratamiento, la incapacidad, y cuando salen negativos se reincorporan a trabajar. A su servidora ya le dio dos veces”.

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Dinorah y su pelea contra el Covid, no vivió nada parecido

Entre el personal que ayuda a la doctora Martha Alicia Torres está Dinorah Bernal, quien ya cuenta con cinco años en la coordinación y 21 de ejercer la medicina.

Ella fue una de las trabajadores que se infectó ayudando a los demás en octubre de 2020, desarrolló neumonía leve, perdió 14 kilos y el olfato aún no lo recupera.

Es horrible comer, estar comiendo y que la comida no te sepa a nada”, dice.

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“En cuanto yo sentí la tos y el dolor de espalda supe que tenía Covid, exactamente el Día del Médico, íbamos a tener un desayuno por el Día del Médico y ya le dije a la doctora para que me mandara hacer una tomografía. Sentía dolor de espalda y tosecita, unos días antes me había dado fiebre y dolor de cabeza, entonces, como quien dice, yo ya tenía los focos rojos”.

Recuerda haber acudido al mismo covitario, siguió su tratamiento aislada y no pasó mayor complicaciones, hasta que que pudo regresar.

Admite que pese a que ella le tocó atender a cientos de chicas que ejercer la prostitución, y realizan varios exámenes en la coordinación para expedir los permisos, nunca tuvo tanto trabajo que ahora con la pandemia.

Ahorita está vacío esto”, dice y señala el lobby del covitario, donde hay media docena de personas conectadas a concentradores de oxígeno.

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“Esto era un mundo de gente hace tres o cuatro días, ahorita se está controlando, porque se están dando fichas, pero antes nos quedábamos hasta que salía el último paciente. La gente desesperada, pobrecita, pero ahorita ya está más tranquilo.

-- Ustedes atienden a quien llegue, no solo trabajadores del Ayuntamiento o familiares, ¿verdad?

Si llega alguien, casi a punto de desmayarse, que no puede respirar, imagínate, no se le va a decir váyase a otro lugar, se le da la atención, se estabiliza y si ya el paciente quiere acudir a una institución, o puede, tiene la manera de ir a otro médico, pues se va, pero se van quedando, y van pasando la voz, van pasando la voz, y fue así como se fue haciendo.

-- ¿Y ustedes nunca le dijeron que no a alguien?

No, claro que no, hasta la fecha todavía.

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