El dolor desde adentro: relato de una enfermera
La llegada de la pandemia al País y a Sinaloa es algo para lo que cualquier trabajador de la salud no estaba preparado.
Alba Félix Quintana, de 36 años, ha trabajado en la primera línea de combate contra el Covid-19 en la IMSS de Culiacán desde que inició la contingencia de salud.
“La pandemia nos pegó muy fuerte, porque no sabíamos a qué nos enfrentábamos, cómo los pacientes estaban y cómo reaccionaban a la enfermedad, fue muy difícil para todos nosotros, porque casi la mayoría que estábamos en primera línea éramos puras mujeres... fue muy difícil y muy estresante”.
Cuenta que lo primero que hicieron cuando supieron sobre la llegada de este virus desconocido, es que mediante videos recibieron información de cómo utilizar, ponerse y quitar el equipo de protección para evitar contagiarse de Covid-19.
Baja un poco su cubrebocas y señala una ampolla que se le creó en la parte superior de su nariz, por las largas jornadas de trabajo en las que tenía que estar con equipo de protección, y dice que de inicio el material de protección se fue adquiriendo por parte de los mismos trabajadores.
“... aguantar ocho horas sin comer, sin ir al baño, sin poderte mover nada de tu cara, por el riesgo de poder contagiarte, eso es muy difícil”, comentó.
Recordó como en los primeros días después de ocho horas de trabajo salía rumbo a su casa, en su carro traía todo un kit de limpieza para hacer un ritual antes de subirse, y al llegar a su hogar, otro ritual para ingresar y estar con su familia.
Ella, a pesar de estar diariamente con contagiados, todo el tiempo mantuvo contacto con su familia por tener una hija a la cual atender, y que gracias a sus protocolos sanitarios no se ha contagiado ni ningún integrante de su familia.
“Me daba mucho miedo que no me limpiara bien o no me desinfectara bien y poder yo enfermar a mi mamá, porque mi mamá es fumadora crónica y si se me enfermaba a lo que yo miraba en el hospital era de que no iba a salir, esa era mi preocupación”, comentó.
‘La hipoxia feliz’Durante la plática recuerda cómo fue el momento en que le tocó atender a uno de los primeros pacientes contagiado por coronavirus.
“Me decía, ‘no me dejes’, ‘no te vayas de aquí’, ‘quédate aquí conmigo’, y ahí estuve con él, se tuvo que intubar a los dos días, pero es muy triste, y te deprimes mucho porque quieres ayudarlos y no puedes porque no hay cómo tratarlos”.
Lamentablemente cuenta que este paciente falleció, ya que se complicó su situación.
Detalló que al principio muchos de los pacientes presentaban lo que internamente las enfermeras le llamaban la ‘hipoxia feliz’, ya que registraban una saturación muy baja, pero no sentían ningún malestar, lo que les causa una falsa idea a los pacientes de que están mejorando, pero súbitamente pueden llegar a perder la vida.
“Es una enfermedad muy engañosa, en un momento puede cambiar, tú te puedes sentir bien en este instante y te das la vuelta y cambia completamente”, dijo.
Este paciente, dijo, tuvo la oportunidad de hablar con su esposa para despedirse y que ella supiera algo de él y cómo estaba en ese momento.
“Cuando se podía se les apoyaba con el teléfono... cuando se puede nosotros les pedimos los números y les marcamos a los familiares para que ellos hablen con ellos”, comentó.
Sobre el proceso de luto que ahora se vive en la pandemia donde muchas familias no se pueden despedir de sus seres queridos, Alba señala que “al principio los cremaban de inicio, entonces uno cuando bajaba veías a los familiares que estaban llore y llore, muy mal muy tristes porque no se despedían”.
Con nostalgia recuerda una situación especial donde una señora internada por Covid-19, muy grave, pero que se mantenía viva a sorpresa de los médicos, por lo que pensaron que lo que ella quería era tener contacto con su familia, despedirse de ellos.
La despedida
Entonces de manera especial se pidió permiso, porque no está permitido el acceso de la familia, y se les dio un equipo de protección a sus hijos para que pudieran verla.
“La señora se acercó a la puerta y se despidió de sus hijos, fue la única vez que se pudo hacer eso, pero con permiso de los directivos, y ella se pudo despedir de sus hijos... y a las horas falleció la señora, ella lo que quería era despedirse”.
También, dijo, hay otros casos de pacientes cuando están a punto de ser intubados, y están en condiciones, los médicos les permiten hacer videollamadas para que puedan hablar con su familia, ya que los parientes de las personas que fallecen por coronavirus sólo vuelven a verlos cuando tienen que identificar el cuerpo sin vida.
“Pero eso ahora ya cambió mucho, en algunas funerarias ya te dejan velarlo aunque sea unas horas, al principio no, era directo al crematorio y la misma gente se quedaba con la incertidumbre de si falleció o no falleció, si era o no era, porque no podían verlos, los protocolos cambiaron mucho”, comentó.
La enfermera cuenta que en su caso su contacto con los pacientes contagiados que llegan a hospitalización, busca mantener un acercamiento con ellos, les habla por su nombre y les explica cada atención que les está realizando.
“Todo movimiento que le hacemos, por lo menos yo, les hablo y les digo; ‘te voy a mover, no te enojes’ o les digo ‘échale ganas, te está esperando tu familia’, yo les hablo, yo les platico... a mí me gusta mucho manejar a los pacientes intubados, moverlos, darles de comer, platicarles”.
Alba detalla que son contadas las compañeras enfermeras, que al igual que ella, trabajan en primera línea de combate contra Covid-19 y no se han contagiado.
Le ha tocado ver con tristeza cómo sus demás compañeras se iban enfermando, y algunas perdieron la vida por esta enfermedad que contrajeron realizando su trabajo diario.
“Muchos sobrevivieron y muchos fallecieron, mitad y mitad... fue muy difícil, si lidias en ese momento con las emociones, pero cuando me iba del hospital yo salía llorando, no me miraban mis compañeras, pero yo me iba en mi carro y me iba a mi casa y yo iba llorando, iba desesperada, ya los últimos días a principios de 2021 sentía cómo me sofocaba y sentía presión en el pecho y me puse a llorar en el hospital”, comentó.
Para sobrevivir ante las emociones que la pandemia y su trabajo le han dejado y el impacto en su vida, Alba dice que se han enfocado en orar y pedirle a Dios todos los días para tener las fuerzas necesarias para seguir con esta labor, y poder levantarse todos los días y brindar atención a los enfermos y también para estar bien para su familia.
Cuidados totales
Los pacientes que llegan por contagio de coronavirus son atendidos en equipo por parte de las enfermeras cuando recién ingresan, si es que llegan a ser intubados tienen que estarles dando atención y moverlos para que no se les formen llagas, se bañan, se alimentan, se cambian, se asean, en algunos casos hasta se les rasura el rostro, señala.
La enfermera mencionó que muchos pacientes llegan con miedo, por temor a no salir del hospital, pero también muchos de ellos al ver la mejoría en algunos de los casos cambian de opinión y agradecen la atención prestada por parte de los trabajadores de la salud.
Aprendizaje
A más de un año de estar trabajando en una área de atención a pacientes Covid-19, Alba dice que esta experiencia le ha dejado mucho aprendizaje, que le enseñó a valorar la vida, y dar gracias a Dios todos los días de que estás vivo, ya que muchas personas no se cuidan, también le enseñó a ser más humana.
“Me enseñó a ser más humana en todos los sentidos, porque te destruye y te vuelve a componer y te vuelve a destruir, y levantarte todos los días y volverte a construir como persona y darle esa humanidad a las personas que te rodean, porque es complicado por todo el estrés que pasaste un año completo estar en esa área”, comentó.
Para ella, el hecho de amar lo que hace es lo que le brinda las fuerzas para seguir día con día realizando esta labor, porque fue la única profesión que no dejó de trabajar los 365 días del año “24/7”.
En el punto más alto de contagios por Covid-19, cuando se brindaba atención a una gran cantidad de personas, la enfermera dice que le causaba coraje y frustración ver cómo las personas seguían saliendo de sus casas y no tomaban los cuidados debidos, mientras ella y sus compañeras encerradas en el hospital con largas horas de jornada de trabajo.
“Era un coraje tremendo, ya no sabías si salías llorando, estresada, eran muchos sentimientos encontrados, tú estabas acá. Por ejemplo, cuando fue el pico más fuerte nos llegaban hasta seis personas con paro cardíaco, teníamos que correr, una para acá otra para allá, no nos dábamos abasto, era muy desesperante que salíamos y la gente como si nada, sin cubrebocas o andaban en fiestas”, comentó.
Ante esto, envió un mensaje a la población pidiendo que la gente siga cuidándose, ya que esto es algo que va a continuar y no se sabe hasta cuándo terminará, y aunque haya vacuna y parte de la población la haya recibido, no significa que la pandemia haya acabado, ya que ella también recibió su vacuna y fue algo que le alegró mucho, pero sigue y continúa con los cuidados al máximo.