En Sinaloa, la gestión del agua no puede basarse en la esperanza sino en estrategia y gobernanza, exponen
CULIACÁN._ La gestión del agua en Sinaloa debe dejar de sostenerse en la esperanza de que “llueva lo suficiente” y transitar hacia estrategias basadas en datos, gobernanza y medición responsable, planteó Marco Díaz.
El especialista en temas de divulgación expuso lo anterior en su ponencia “Sinaloa: construyendo un futuro con agua”, presentada este sábado en el conversatorio “El futuro del agua en Sinaloa. ¿Hacia dónde y cómo?”.
Señaló que, pese a que Sinaloa dispone de uno de los sistemas de presas más grandes del País, la entidad continúa entrando a cada ciclo agrícola con incertidumbre respecto al volumen disponible.
“Mientras sigamos administrando el agua, con incertidumbre, seguiremos sembrando incertidumbre. La gestión del agua no puede basarse en la esperanza de que ‘ojalá llueva’. Necesitamos estrategia, gobernanza, medición y decisión a responsables”, expresó.
Díaz recordó que la sequía se ha mantenido en distintos niveles durante los últimos tres años, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua.
Indicó que al 1 de diciembre pasado, las 11 presas del sistema Sinaloa promediaron 41.7 por ciento de almacenamiento, ligeramente por encima del año anterior; sin embargo, advirtió que no es suficiente para garantizar estabilidad en el abastecimiento agrícola, urbano e industrial.
La infraestructura estatal, expuso, es al mismo tiempo una fortaleza y una vulnerabilidad, pues según estimaciones del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, solo 35 de cada 100 litros que se liberan desde una presa llegan efectivamente al cultivo.
“Perdemos 65 litros en el camino, ¿dónde se pierde el agua? En la presa, en canales, en las tomas, en las parcelas. La eficiencia hídrica debe ser un acuerdo estatal, no una recomendación técnica que se archiva”, afirmó.
El especialista subrayó que más del 90 por ciento del agua disponible en Sinaloa se destina al sector agrícola, pero que el consumo humano debe ser prioridad absoluta.
Añadió que las juntas de agua potable operan con infraestructura envejecida, redes deterioradas y limitaciones financieras que provocan fallas constantes en el servicio urbano.
“Si no corregimos esto, el problema no será cuánto podemos sembrar, sino cuánta agua podremos beber”, señaló.
Respecto al sector industrial, explicó que este depende de la certidumbre en calidad y disponibilidad del recurso para invertir.
Si el Estado no garantiza ambas, advirtió, las empresas optarán por trasladar sus proyectos a otras regiones.
Díaz llamó a reflexionar sobre las fallas estructurales en la ejecución de la política hídrica como la falta de medición confiable, procesos opacos, dependencia del temporal y decisiones con criterios políticos.
“Seguimos enfrentando crisis cada año, ¿por qué seguimos dependiendo tanto de la lluvia cada año, como hace 40 años o más?”, dijo.
“La respuesta está en asumir un papel en México solidario, no táctico, no reactivo, sobre la marcha... Desde cómo operamos las presas... desde cómo funciona un módulo de riego hasta cómo opera una junta de agua potable, desde una parcela, hasta una casa, desde la educación básica, hasta la industria”.
Planteó como áreas de oportunidad la tecnificación agrícola real, la cosecha de lluvia, el tratamiento y reúso de agua, la planeación basada en escenarios climáticos de largo plazo y el fortalecimiento de la cultura del agua.
También urgió a pasar de la omisión a la corresponsabilidad social.
“Reconocer el problema es el primer paso, entenderlo es el segundo. Lo que hagamos o dejemos de hacer en los próximos años definirá si Sinaloa supera su liderazgo agrícola y garantiza el consumo humano y si puede ofrecer condiciones competitivas”.