Endulzan la vida en medio de la adversidad: Mitzia y Alex, la familia que encontró en el cheesecake una forma de salir adelante
En la cocina de su casa, entre moldes, batidoras y el aroma a azúcar, Mitzia Duarte, de 28 años, prepara los postres que se han convertido en sustento y esperanza para su familia.
Su emprendimiento, nacido en agosto del año pasado, ha crecido entre dificultades económicas, crisis de seguridad y el amor por sus tres hijos, entre ellos Nicole, una niña de 8 años que vive con parálisis cerebral infantil.
“Empezamos vendiendo en Plaza Forum los mini pasteles de tres leches, y después hicimos los cheesecakes. Luego nos fuimos a vender a Altata, y ahí nos ha ido mejor”, cuenta Mitzia. A su lado está Alex, su esposo, quien la apoya en la distribución de los postres.
Los postres que ofrecen, cheesecakes tradicionales de dulce de leche y lotus, se preparan en casa y se venden por pedidos o en fines de semana en Altata, donde los visitantes ya los reconocen.
“A veces la gente desconfía porque no tenemos un local, pero los hacemos con mucho amor, aquí en nuestra casa”, dice Mitzia.
Uno de sus primeros productos fue el “churro cheesecake”, una mezcla de texturas que combina masa de churro, relleno de queso crema y una capa crujiente cubierta de betún.
“Fue con lo que empezamos, luego nos enfocamos en el puro cheesecake”, recuerda.
Aunque el negocio ha logrado sostenerse, no ha sido fácil. Las olas de violencia en la ciudad y la falta de espacios seguros para vender han afectado sus ingresos.
“Cuando se pone feo, no podemos ir a vender, y los postres se quedan hechos. A veces tenemos que irnos a la plaza, pero la gente no siempre compra si no ve un local”, explica.
A eso se suma la rutina diaria de cuidar a sus tres hijos: Ángel, de nueve años; Nicole, de ocho; y Dorian, de cinco.
“Es complicado porque me tengo que dividir en muchas partes. Tengo que hacer los postres, llevarlos a la escuela, regresar, ir por ellos. Nicole va todos los miércoles a Silla Activa, en el CREE, y pues tengo que estar al pendiente de todo”, relata.
La historia de Nicole marcó un antes y un después en su vida. Nació a los seis meses de gestación, y al año de edad los médicos confirmaron el diagnóstico de parálisis cerebral.
“Yo quisiera verla caminar. Ella nunca ha caminado. Solo se desliza con su andadera aquí en la casa. En la escuela usa silla de ruedas. Es difícil porque mira a los demás niños y quisiera bailar, correr... y yo como madre, pues se me hace muy difícil”, confiesa.
Pese a todo, la familia ha encontrado en la repostería una forma de resistencia y unión. Alex se encarga de la parte técnica, mientras Mitzia organiza los pedidos, prepara la mezcla y cuida de los niños.
“Entre los dos siempre estamos viendo qué podemos hacer, qué podemos vender. No sé ni en qué momento empezó todo, pero ahorita ya estamos vendiendo otra vez”, comenta.
Su negocio funciona principalmente a través de pedidos por WhatsApp, instagram mediante el perfil Mitzia Bakery y ventas directas. Entre semana atienden encargos en Culiacán, y los fines de semana se trasladan a Altata, donde los turistas disfrutan sus cheesecakes frente al mar.
“Que se den la oportunidad de probar nuestros postres, nuestros cheesecakes. No se van a arrepentir, están muy ricos”, invita Mitzia, con el orgullo de quien sabe que cada pastel no solo lleva azúcar y crema, sino también horas de esfuerzo.