Esther Soto expone en Culiacán cómo la muerte de su hermana derivó en una lucha por la movilidad segura
La vicepresidenta de la Federación Iberoamericana de Víctimas contra la Violencia Vial, Esther Soto, compartió en Culiacán su testimonio sobre la muerte de su hermana Gabriela, atropellada por un camión del transporte público en Oaxaca, y cómo ese hecho detonó una lucha jurídica y ciudadana que hoy encabeza desde el colectivo Gabi Bici Blanca.
Durante su ponencia “Del dolor a la acción”, en el foro “Memoria y acción por las víctimas de siniestros viales”, organizado por Mapasin, Esther Soto relató que el 18 de diciembre de 2020 marcó el inicio de un proceso que transformó su vida.
Ese día, su hermana Gabriela Soto García, pedagoga y ciclista habitual, fue atropellada por un autobús de la línea Zaachila-Yoo en Oaxaca mientras regresaba de su trabajo.
El conductor, dijo, venía excediendo los límites de velocidad y “echando carreritas” con otro vehículo.
Pese a que Gabriela quedó con vida tras el impacto y alcanzó a pedir que se activara el 911, los servicios de emergencia tardaron entre 15 y 20 minutos en llegar y no enviaron una ambulancia con las capacidades necesarias.
“Es ahí en donde Gaby le dice, mi nombre es Gabriela Soto, necesito que activen un 911, voy a caer en coma. Estoy empezando a perder el conocimiento, me está costando mucho trabajo mantenerme despierta”, recordó Soto.
El chofer, aseguró, bajó del camión, vio a Gabriela consciente y después huyó.
“Esta persona que pudo haber sido el primer respondiente, esta persona que pudo haber ahorrado los 15, 20 minutos y qué tal vez le habrían dado la oportunidad a mi madre de decirle adiós a su hija. Porque tal vez Gabi no iba a sobrevivir, pero le habrían permitido decir adiós”, expuso.
Soto describió también el trato que recibió de autoridades y representantes de la empresa transportista: desde comentarios como “esto pasa todos los días, entierre a su hermana y siga con su vida”, hasta negativas para recibir la denuncia y revictimización directa hacia ella.
“Ese día entendí la violencia institucional. Me di cuenta de que estaban normalizando el homicidio de mi hermana”, señaló.
En medio del duelo y de las trabas burocráticas, nació la exigencia pública de justicia que derivó en el colectivo Gabi Bici Blanca, enfocado en visibilizar siniestros viales, colocar bicicletas blancas en memoria de víctimas, ofrecer acompañamiento legal y tanatológico, e impulsar políticas públicas.
Soto recordó que su insistencia permitió que la carpeta de investigación avanzara hasta llegar a juicio, pese a resistencias de la empresa y la fuga inicial del conductor.
“No es justo lo que está sucediendo, porque me parece indignante que la mínima parte de las víctimas tengamos esta reparación, tengamos este acceso a la justicia. Y como se lo dije al Juez, es el derecho a la justicia, para mi hermana y es el derecho a la verdad para mi familia, para saber qué sucedió esa mañana”, apuntó.
La activista subrayó que el País vive una crisis de violencia vial que no se asume plenamente, y que ha sido la sociedad civil, incluyendo familiares de víctimas, la que empuja reformas como la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial.
“Es un duelo duro, agotador que te invalida muchas emociones y descubres otras como la ansiedad, como la depresión, como el estrés postraumático, la revictimización te llenas de un montón de preguntas”, dijo.
Ante estudiantes, funcionarios y colectivos locales, Soto concluyó que su labor busca evitar que otras familias atraviesen por el mismo camino.
“Sí ese 18 de diciembre él no le había visto, ese día y a partir de todos los días todos iban a conocer a Gabi y todos iban a saber de mi hermana”.