Lizet Norzagaray, la dramaturga sinaloense que le ha dado voz a la juventud
A sus 27 años de edad, la dramaturga Lizet Norzagaray ha logrado destacar en el ámbito de la literatura de Sinaloa, esto al contar con una trayectoria que abarca la publicación de su propio libro, la colaboración con autores para la elaboración de una selección de narrativa sinaloense, así como la creación y dirección de distintas obras de teatro. Actualmente se distingue por promover la lectura en niños de campos agrícolas.
Originaria de Guasave, se crió junto a sus padres en un campo agrícola, luego se mudaron a un campo cercano al sector de Aguaruto y, posteriormente, la familia decidió instalarse en dicha colonia.
Su interés por la escritura surgió durante su adolescencia, al redactar sobre su dificultad para expresar sus sentimientos y para relacionarse con los demás; además, el escribir para sí misma le permitía sentir que se comunicaba con otra persona.
“Siento que escribía para platicar conmigo”.
“Era muy solitaria, mis textos siempre empezaban con un ¿por qué no puedo hablar con la gente?, ¿por qué no puedo decir esto si lo estoy sintiendo?”.
Fue en la preparatoria donde comenzó a entablar amistades y fueron estas quienes se interesaban en sus textos, en los cuales abordaba temáticas juveniles como la drogadicción o el sentido de pertenencia.
“Entré a la preparatoria y me di cuenta que a la gente le gustaba leerme, mis amigas me quitaban las libretas donde escribía, me leían y les gustaba”.
“Eran pensamientos de cosas que no entendía, el por qué me sentía de alguna forma o el porqué mis amigas se comportaban de alguna forma, como si razonara eso y tratara de explicarlo”.
En esta misma etapa se interesó por leer a autores como Juan Rulfo, pues gracias a sus obras como “Macario”, Lizet sentía que el autor le explicaba aspectos del mundo que siempre había querido comprender.
Es por ello que para la joven dramaturga, el leer libros no es solo captar la historia, sino conocer y entender al autor de la obra.
“Los libros los veo así, no como leer la historia sino leer al autor que escribió esa historia”.
“Cuando leía Juan Rulfo sentí que había encontrado a alguien que conocía este mundo que yo habito y que aparte lo explicaba, entonces, me emocionaba mucho, fue la primer persona que sentí que conocía y que hablaba de lo que yo quería escuchar y de lo que a mí me tranquilizaba”, expresó.
Durante el bachillerato también se integró al taller de teatro conocido como “Aguaruteatro”, bajo la tutela del director Lázaro Fernando Rodríguez, en dicho taller Lizet dijo sentirte arropada por obras que abordaban las problemáticas de los estudiantes, así como por interpretar a personas de su misma edad y pensamientos.
También dijo haber disfrutado los viajes que realizaba junto con sus compañeros a otras preparatorias de la entidad, pues esto fortalecía la convivencia entre los jóvenes actores y permitía conocer a otros estudiantes; quienes quedaban maravillados tras disfrutar de las puestas en escena.
Tras finalizar la preparatoria, ingresó a la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Al margen de sus estudios universitarios se integró un taller de dramaturgia impartido por Ramón Perea, el cual le permitió seguir escribiendo historias en las cuales ya se identificaba la evolución de estas hacia un aspecto dramático.
“Empecé a leer más teatro, aprendí sobre estructuras y sobre el construir los personajes no solo ideas sueltas, sino ya formar una historia de principio a fin”, detalló.
Durante su preparación como dramaturga, también incursionó en el arte del teatro de papel de la mano de la artista y activista, Hortensia López Gaxiola. En esta técnica teatral, Lizet dibujó y fabricó las figuras que aparecieron en la obra de su autoría “La Feliz más Infeliz”.
De acuerdo con Lizet, el teatro de papel le permitía jugar con los personajes que ella misma creaba y llevar a cabo este arte a su manera, pues en esta etapa de su carrera ya no formaba parte de un grupo teatral que le permitiera disponer de actores para realizar puestas en escena.
“El teatro de papel era una forma de yo solita estar en escena con otros elementos, poder contarte una historia yo sola pero jugando con personajes, yo crear esos personajes que no tenia, fue mi forma de seguir haciendo teatro aunque estaba sola”, externó.
Señaló que al ser una técnica teatral poco conocida en la entidad, los espectadores quedaban fascinados, e inclusive, le pedían permiso para tocar los muñecos y los materiales de la obra.
A pesar de que se mantenía enfocada en sus proyectos, la joven también apoyó a los maestros Ramón Perea y Mariano Meza con el taller de teatro para estudiantes de preparatoria “PrevenArte” en la Casa de la Cultura de la UAS, donde se montaron algunas de sus obras, de las que destaca “La Huerta”, la cual aborda el tema de la drogadicción.
Lizet aprovechaba el trabajar con estudiantes para aprender sobre ciertos aspectos de la adolescencia de los que no se percató en su etapa como estudiante, sin embargo, al pasar del tiempo consideró que necesitaba seguir creciendo profesionalmente, por lo que decidió separarse del taller.
“En realidad no iba a estar en las obras sino a ver qué podía aprender de lo que no había aprendido antes”.
“Cuando estas morro se te pasan algunas cosas y si lo vuelves a ver ya te acuerdas, entonces, iba a mucho a eso, a entender, sobre todo, yo quería hacer teatro adolescente pero como yo ya no tenía esa edad, sentí que ya no podía y me di cuenta y solté esa idea de escribir teatro adolescente, empecé a ver mi edad y lo que yo vivía”.

En 2016 formó su propia compañía de teatro a la cual nombró “Detonante Teatral”, misma que hizo su debut con la presentación de la obra “Voces en Off” en la que participó con dos compañeras de dicho taller. Este nuevo proyecto se encaminó hacia un público de 18 a 30 años, pues aseguró que es poco el contenido que se realiza para esta población.
Para poder presentar esta obra en el Teatro Universitario de la UAS, las tres actrices invirtieron recursos propios; además, contaron con el apoyo y dirección de Mariano Meza, quien también les facilitó los espacios de ensayo en la Casa de la Cultura.
Cabe señalar que esta fue la última obra en la que actuó, pues prefirió dedicarse de lleno a la dirección.
Para la construcción y desarrollo de los personajes de sus obras, Lizet dijo ser muy observadora de la gente que se encuentra a su alrededor, pues le gusta captar la vulnerabilidad de una persona, ya que esto le permite conocer su interior.
“No tengo que estar en un espacio, es con el simple hecho de ver lo que hay a mi alrededor, nunca hablo de algo que no conozco o que no haya visto y que no me ha dolido, si escribo de gente de campo es porque yo la he escuchado, he visto como ha vivido”.
“Me gusta ver eso, la vulnerabilidad en el otro porque ahí te das cuenta como es una persona”.
Un año después de haber presentado “Voces en Off”, la dramaturga publicó su libro “Ventanas Desaparecidas”, donde también se incluyen las obras “Si no estamos perdidos...” y “Del campo”.
Logró publicar este libro tras ganar una beca del Programa de Estimulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Sinaloa (PECDAS) 2016-2017.
“En esa beca de un año yo metí un proyecto donde proponía temas regionales con personajes jóvenes y ahí escribí esas obras”.
“Fue bien raro porque me gane la beca y después me hablaron para el libro pero yo no buscaba un libro, no sabía que la dramaturgia se publicaba”.
Luego de que se publicara su libro, Lizet Norzagaray continua colaborando en proyectos teatrales y escribiendo obras enfocadas a la problemática del desplazamiento forzado. También adaptó su estilo de teatro de papel al Kamishibai, el cual permite ilustrar cuentos de la literatura japonesa.
Asimismo, algunas de sus obras y cuentos se han incluido en la selección de narrativa sinaloense de ficción “Álbum Negro” y en la selección de jóvenes escritoras de Sinaloa “Conversaciones en el Umbral”.

En la actualidad, el proyecto más prioritario de Lizet es su taller “Sembrando Lecturas en Comunidades Agrícolas” el cual es impartido a niños de dichos sectores, dicho taller lo realiza en conjunto con el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC).
Finalmente, reiteró la importancia de inculcarle a los niños el habito de la lectura, ya que este le amplia la posibilidad de llevar a caso sus metas personales y profesionales.
“Yo siento que a mí me hubiera gustado tener libros desde chiquita, siento que hubiera sido muy diferente, más despierta quizá si hubiera tenido libros desde morrilla, creo que al que no le gusta leer es porque nadie ha sabido darle el libro ideal, siento que todo el mundo puede ser lector”, finalizó.