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Festival

Mispepper, el pan japonés que conquista México desde Mazatlán

Ante la necesidad de atender a su familia y pagar las terapias de sus hijos, la emprendedora mazatleca María Isabel Salazar Peraza vendía postres, hasta que su sed de innovar en el mercado catapultaron su negocio a nivel nacional

María Isabel Salazar Peraza, una ama de casa inquieta, energética y amante de la repostería, se convirtió en una emprendedora pionera del pan de queso japonés en Mazatlán.

La fundadora de Mispepper Pasteleria, participó en la segunda edición del festival El Pan y sus Antojos que tuvo lugar en el Torre Académico de la UAS, en Culiacán.

En la conferencia “Cómo inicié mi negocio”, conquistó a los estudiantes de la Facultad de Gastronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa con su enérgica historia de la empresa que inició como un ingreso extra y saltó a la fama nacional.

“Yo solo quería poder pagar la terapias de mi hijo, yo solo quería pagar la casa, pero ha sido increíble la historia en estos cuatro años”.

Su curiosidad por el mundo de la gastronomía nació cuando era niña y ayudada a su abuela, quien era jefa de cocina en un hospital de Hermosillo, a preparar diferentes platillos.

“Ella llegaba y que sí ‘muele el maíz para hacer tamales’, ‘muévele a la cazuela’, ‘pica la verdura’ y así ibas aprendiendo poco a poquito hasta que ella solita te arrima a la estufa”, recordó.

Cuando formó una familia propia, María Isabel quería consentir a sus hijos con postres caseros, que aprendió a preparar por medio de recetas, prueba y error.

A principios de 2019, su hijo sufrió problemas de adicciones, los cuales demandaban la atención de Isabel, quien es madre soltera de tres hijos.

Dejó su trabajo y se dedicó a ser ama de casa y atender a su familia en su totalidad, pero su mente inquieta buscó alternativas para generar un ingreso económico, entre estas, vender empanadas.

“Hacía empanaditas para los vecinos, los amigos, yo las publicaba en Facebook, y de pronto el tendero me dijo ‘tráemelas aquí a la tienda, las pongo aquí a vender’, dije ‘bueno, si le llevo a un tendero le llevo a dos, a tres’ y así me fui agarrando en toda la colonia”, detalló.

Ante la respuesta positiva de los consumidores, como distribuidores, Isabel empezó a expandir su catálogo con flanes, volteados de piña, tartas de manzana y roscas de reyes, hasta el día que buscó un producto innovador en el mercado.

“Así fue que nació el panecito de queso japonés, tras muchos intentos porque no creas que salió a la primera. Fuimos cambiando la receta original, la que viene en YouTube obviamente, hasta que quedó algo que nos gustó”, dijo la repostera.

En su conferencia explicó que le tomó 30 intentos para mejorar la receta del famoso pan que se distribuye alrededor de la República.

El negocio empezó en la cocina de su casa con una estufa y un par de amigas que la ayudaban a lavar platos, mientras ellas se encargaba de hornear.

“No era mi intención en realidad poner un negocio, yo solamente quería venderle a los amigos, pero el producto fue tan bueno que rápidamente se dio a conocer en todo Mazatlán”, señaló.

En agosto del mismo año, fue entrevistada por un medio local, que se viralizó en redes sociales y catapultó la marca a nivel nacional.

“Hoy por hoy Mispepper recorre toda la República Mexicana vendiendo pan japonés directo de Mazatlán, Sinaloa”, puntualizó Isabel.

Poco a poco la demanda superó la producción, por lo que fueron comprando más estufas y adaptando el hogar, hasta tener siete estufas en el porche de su casa.

“Ya no eran 20 pasteles, ya eran 40, ya eran 100, ya eran 150, adivinen cuánto se producen al día de hoy. Un promedio de 600 y 700 pasteles, todo de forma artesanal, al día, y un promedio de 400 a 500 salen a una ruta fuera de Mazatlán”, detalló.

Las personas se burlaban de María Isabel, quien llamaban “la señora ridícula de las estufas a fuera de su casa”, pero esto no la limitó, sino le dio fuerzas para salir adelante.

“Si el ser humano supiera el poder de las palabras, si cada uno de nosotros supiéramos el impacto de una frase, como se destruyen sueños o los levantas, como derrumbas la ilusiones con las palabras, tuviéramos un cedazo en el cogote”, manifestó.

“Hice oídos sordos y eme aquí, a cuatro años después. Si es bien duro, tengan cuidado con lo que comentan con la gente”.

Su temple, fuerza y pasión la llevaron a impulsar el comercio a niveles que jamás imaginó.

“Después de la estufa vienen los hornos industriales; después de las batidoras manuales, vienen las batidoras de las chiquitas de cuatro litros, porque era para lo que me alcanzaba, teníamos seis batidoras de cuatro litros, ahora hay cuatro batidoras de 30 litros”, precisó.

Fuera de la innovación y el sabor, reconoció que la clave para que un negocio prospere es la administración: vender, ahorrar, invertir.

“Es bien importante para alguien que emprende, el saberse administrar”, reiteró la repostera.

Al siguiente año fue invitada a la ExpoAgro, en Culiacán, donde rentó una casa como fábrica para ofertar el producto recién hecho.

Ante la buena respuesta de los culiacanenses, decidió abrir una sucursal en la capital sinaloense que duró aproximadamente un año; sin embargo, tuvo que cerrar debido a la alta demanda que no podían atender, en su momento.

“Ahí me di cuenta de que una nunca debe de correr sin haber empezado a caminar, nunca deben de morder más de lo que pueden tragar, una empresa que va empezando abrir una sucursal es muy arriesgado”, recordó el motivo por el que cerraron la sucursal en Culiacán.

Un día navegando en una red social, una internauta originaria de Durango, hizo un pedido, al que se sumaron otras 79 personas del estado vecino; subió los panes a la camioneta, emprendió su viaje, así resultó la primera venta de fuera de Sinaloa.

“Mispepper realiza de 11 a 12 viajes alrededor de un estado de la República Mexicana, me tardo mes y media en recorrer la República entera”, agregó.

Actualmente, su hogar y negocio cuenta con abogados, más de 20 empleados, un área de administración, call center con siete operadoras telefónicas, un comedor de empleados, una bodega, y una recámara en la que vive junto a su madre e hija.

Después de cuatro años desde que inició el emprendimiento, la casa de María Isabel le quedó pequeña, por lo que abrirán Mispepper Factory en los próximos siete u ocho meses, en Mazatlán.

“Para la señora de Las Mañanitas que empezó con estufaS a fuera de su casa y no tenía un cinco para emprender, tiene una mancha de arquitectos que trabajan su terreno y viajamos por toda la República. ¿Se puede? Sí se puede”, expresó.

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