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"Historia de migrantes"

"'Por el desierto sólo caminábamos de noche'"

"La necesidad de una mejor calidad de vida para su familia orilló a Carlos Eliseo a poner sus ojos en Estados Unidos"
23/09/2017 22:15

Carlos Eliseo hace un año no sólo dejó Chiapas, sino también a su madre, esposa y dos hijos menores de edad.

La necesidad de una mejor calidad de vida para su familia lo orilló a poner sus ojos en Estados Unidos.

En ese país buscaría trabajo y cualquier ingreso, sería muchas veces mejor que el que obtuviera en Chiapas o en cualquier otro estado de México.

Sin embargo, su sueño no se hizo realidad, en el desierto la migra lo detuvo, así como al grupo con que viajaba.

En Chiapas dejó a Ana Lilia, su esposa y a sus hijos, Daysi y Jorge, de 3 y 2 años de edad respectivamente. Pensando en ellos partió hacia el llamado "sueño americano".

En su estado el trabajo es muy mal pagado, apenas da para comer. A su esposa y madre les anuncia irá a Estados Unidos a buscar trabajo. Su madre le da su bendición.

Consigue dinero y a un "pollero" que lo trasladará a la frontera y ahí será entregado a otro "pollero" que se encargará de cruzarlo.

En Chiapas el "pollero" le cobró 3 mil dólares. Con esa cantidad la garantía era llegar a salvo a Sonoyta, Sonora y ser entregado al otro "pollero".

El dinero era mucho, pero Carlos Eliseo tenía la certeza de que en Estados Unidos con trabajo lo recuperaría. Pero no fue así. La intención de llegar a Phoenix se vino abajo en pleno intento por cruzar.

Por la noche, vía desierto, el otro "pollero" intentó cruzarlos. Carlos Eliseo, de 25 años de edad, era parte de un grupo de 17 que llevaban la misma intención.

"Por el desierto sólo caminábamos de noche, en el día no se camina", manifestó.

En el día, básicamente por dos razones no caminaban por la arena del desierto. Por un lado, el riesgo de ser vistos por la migra era mayor y por el otro, desafiar el calor es una especie de suicidio.

El calor es insoportable, quema. En las "cuevas" de los polleros esperaban el transcurrir del día. En cuanto se apreciaba la oscuridad retomaban el camino.

Una noche retomaban el camino pero no caminaron mucho. Fueron alcanzados por varias camionetas. Ante las potentes luces, unos corrieron, mientras que otros, como él, se paralizaron. No le vio sentido huir.

Si huía, corría el riesgo de que los agentes fronterizos le dispararan. No quiso exponer su vida. Con él siempre viaja el nombre de su esposa, y dos hijos.

El "pollero" que los guiaba a la línea con Estados Unidos huyó al ver a la presencia policiaca. Ellos conocen el camino, se protegen, se salvan.

"Yo no corrí, para qué corro, si corro me pueden disparar", relata.

El agente fronterizo le tomó los brazos, se los puso hacia atrás y le colocó unas esposas. Fue subido a la camioneta y junto con otros migrantes fue regresado a la frontera de México.

Regresado a la frontera ya no intentó cruzar. Decidió regresar a Chiapas y en ese intento, pasa por Sinaloa y en Culiacán se le da la mano en la Casa del Migrante Señor Obispo Jesús María Echavarría y Aguirre donde estuvo dos días.

A su regreso a Chiapas, se ha movido en raites. Se sostiene con las ayudas que a los automovilistas les pide en los cruceros. De Culiacán viajaría a Guadalajara. En el albergue le ayudarían con el boleto del camión.

Llegando a Guadalajara verá la manera de continuar a su estado. Si lo hace consiguiendo "aventones" o comprando boletos con el dinero que la gente le proporcione.

"Ya quiero estar en mi pueblo, trabajar en lo que se pueda", expresa.

Carlos Eliseo nunca olvidará que para llegar a Estados Unidos la muerte ronda con ellos.

En su intento por cruzar el desierto sabe que los riesgos son muchos. Puede morir por insolación, por pisar algún animal peligroso, o ser vendidos por los "polleros" a los "burreros".

Los burreros los pueden utilizar para pasar droga, comenta.

"Son los escenarios en que estamos expuestos", narra Carlos Eliseo quien en su brazo luce una cruz, que él mismo se tatuó con una máquina.

En su cuello del lado derecho, otro tatuaje de letras chinas, que dice, son sus iniciales.

El objetivo ya no es Phoenix, sino su familia en Chiapas. Llegando a Guadalajara el próximo destino será México y de México a su estado de donde ya no piensa salir.

Cuatro de sus amigos chiapanecos que quisieron cruzar fueron deportados muertos.

 

ASÍ LO DIJO

"Por el desierto sólo caminábamos de noche, en el día no se camina".

"Yo no corrí, para qué corro, si corro me pueden disparar (los policías)".

"Son los escenarios en que estamos expuestos",

"Ya quiero estar en mi pueblo, trabajar en lo que se pueda".

Carlos Eliseo

Migrante