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Impacto

Recrudece ritmo de cierres restauranteros en Culiacán; sufren falta de clientes y temen al ‘cobro de piso’

Los golpes que han significado la violencia que se desató en Sinaloa desde el pasado 9 de septiembre, por la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa, han provocado que este sector tome decisiones irreversibles
20/01/2025 13:01

Una crisis económica golpea al Estado de Sinaloa derivada de los enfrentamientos entre facciones criminales que ha “enclaustrado” a la sociedad en días cortos y noches llenas de sangre.

Es por esta ausencia de ciudadanos en las calles del centro de Culiacán por lo que el sector restaurantero está siendo golpeado y ocasiona cierres totales, despidos y endeudamiento para sus propietarios.

El caso de Asian 280 es un reflejo de los negocios que padecen situaciones similares.

Con casi tres años de progresión y aparente prosperidad, Asian 280 decidió bajar sus cortinas tras semanas de indecisión y resiliencia. Y lo que había empezado como un sueño familiar, se tornó en una lucha por seguir adelante.

“El primer año estuvo un poco tranquilo por el inicio de año, ya a mediados de año para finalizar, se levantó, íbamos muy bien. incluso este año que pasó íbamos muy, muy bien, superando el año anterior... iba levantando y sucede lo que sucedió en el Estado... sí nos afectó porque la gente dejó de salir, y empezó a bajar más del 50 por ciento de las ventas y ya el negocio era insostenible”, explicó.

Otro frente que se abre para algunos propietarios y emprendedores es el de la presión del crimen organizado y el llamado “cobro de piso” que si bien, no se ha documentado de manera clara, los testimonios siempre salen a la luz y tumban así el mito de que en Sinaloa el crimen organizado respeta al trabajador.

Sobre este tema, el propietario de Asian 280 aseguró que no recibió amenazas pero si alguno de sus colegas.

“No, pero sí se sentía el ambiente pesado, estábamos esperando cualquier anunció... si hubo restauranteros que tuvieron que cerrar por lo mismo”, opinó.

El temor y la falta de confianza en las autoridades obliga a las víctimas de presión por parte de grupos criminales a optar por el silencio y toda evidencia de dicho delito se esconde entre comentarios de redes sociales y dolorosos mensajes de despedida de los propietarios hacia sus clientes.

Es esta falta de confianza en las estrategias de seguridad lo que Miguel Taniyama, empresario restaurantero, enfatiza como uno de los mayores problemas y retos para lograr superar la crisis económica y de violencia que existe en Sinaloa desde hace más de cuatro meses.

“La verdad que le lastima al Gobierno es que por más autoridad que vemos en la calle, no los creemos con la capacidad para cuidarnos y salvaguardar a nuestros colaboradores, a nuestras familias y a nosotros mismos”, dijo.

”Y creo que esa confianza la ha perdido el Gobierno por los índices incontrolables que hemos vivido en Sinaloa, al no haber confianza es sumamente complejo poder restablecer la operación normal”.

Es que sólo basta con caminar unas calles en la zona de mayor concurrencia gastronómica de la ciudad y mirar cortinas metálicas cerradas, una fila infinita de sillas vacías, meseros y repartidores con la mirada clavada en el reloj, hartos de esperar ese cliente que no va llegar.

Taniyama explica lo que para su criterio, es la mayor crisis que ha vivido en toda su carrera como restaurantero y empresario. Y utiliza una analogía para lograr entender la diferencia entre la crisis de violencia y otras de diferente índole.

“Siento que los empresarios locales estamos a mitad del mar, agarrados de una tabla precaria, pero que no sabemos si vamos a morir de insolación, ahogados o de sed; porque no vemos la orilla, para ir hacia ella”, expresó.

Bajo este panorama desolador, el empresario restaurantero visualiza una difícil y lenta recuperación para el gremio, y si bien se desconoce si este es el pico máximo de la crisis, no descarta de ninguna manera que en un futuro la vida social y gastronómica de Sinaloa retome el rumbo, pero por el momento la ciudad se mantiene en un luto prolongado.

“Al no haber alegría, al no haber las condiciones para reuniones en familia, los festejos... porque es una ciudad de luto, es una ciudad en tristeza, es una ciudad donde no hay absolutamente nada qué festejar, nada... y eso se paga en una mesa”, señaló.

Luego de recorrer decenas de restaurantes y ver la decadencia económica en la mayoría de ellos, es imposible no ser empático a esa sensación de luto y tristeza en la que está sumergida la ciudad. Una ciudad con cientos de desaparecidos, con cientos de funerales y dolorosos duelos a los que las cifras oficiales no alcanzan a dimensionar y por los cuales es imposible sentarse a una mesa sin pensar en esa guerra que acecha en cada esquina.